Detrás de TMZ: la fábrica de chismes

Desde hace diez años, TMZ es la principal fuente de farándula en Occidente, rompiendo exclusivas y primicias a un ritmo casi inhumano. Con gran reporteo periodístico y movidas poco éticas, el sitio web se sentó en el trono.

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Cuando Harvey Levin –el fundador y mandamás del sitio de farándula TMZ.com– recibió un aviso sobre un video comprometedor de Justin Bieber, el abogado convertido en magnate mediático se enfrentó a una dura decisión. Era 2011. Bieber tenía 15 años y aparecía en un video cambiando una palabra de una canción por un insulto racista que sonaba similar. La difusión del material en TMZ –un medio más que consolidado entonces– podía traerse su carrera abajo.

“No tienes idea de cuántas de las historias que recibimos no publicamos”, dijo Levin en 2013 en una entrevista con Wall Street Journal. No obstante, TMZ pagó $80.000 por el video. Antes de publicarlo, Levin conversó con el mánager de Bieber, quien le suplicó que no arruinara la reputación del niño.

Según una investigación de dos años realizada por el periodista Nicholas Schmidle para la revista New Yorker, Levin no solo accedió a no publicar el video, sino que a partir de entonces TMZ comenzó una racha de exclusivas del cantante canadiense.

Schmidle explica: “Durante los meses previos a la obtención del video, la cobertura de Bieber en TMZ era comúnmente antagonista; en una nota sugirieron que Bieber le había pegado a un niño de 12 años durante un juego.

”Luego de que el mánager de Bieber y Levin conversaron por teléfono, numerosas exclusivas de Bieber aparecieron en el sitio: una fotografía tras bambalinas durante la filmación de un anuncio, fotos de él cortándose el pelo, un video de él y su novia Selena Gómez cantando karaoke, una noticia sobre cómo le compró ‘todas las flores’ a una florista para enviarlas a la casa de Gómez, y un reporte de Bieber y Gómez viendo Titanic en un Staples Center vacío”.

La del video racista de Bieber –eventualmente publicado por The Sun, en 2014– es quizá una de las más impresionantes revelaciones del artículo del New Yorker sobre cómo funciona la fábrica de chismes más importante de la última década. Lanzado en noviembre de 2005, TMZ es uno de los 200 sitios web más visitados en Estados Unidos y uno que generó más de $55 millones en 2014.

Detrás del telón

En 10 años, la marca TMZ ha crecido a un ritmo apabullante, creando negocios a partir del sitio web como programas de televisión y hasta viajes turísticos en bus que muestran la historia de las celebridades en Los Ángeles, una de las ciudades en las que más opera este imperio.

Tras años de escepticismo y desdén por parte de los medios tradicionales, TMZ es actualmente –si no la principal– una de las más importantes fuentes de información sensacionalista en el mundo occidental, responsable de algunos de los mayores escándalos y noticias de famosos de los últimos años... ¿pero a qué precio?

Según Schmidle, Levin nunca quiso contestar sus preguntas sobre cómo funciona la operación, descrita en el texto como “una agencia de inteligencia más que una organización de noticias”, la cual “ha convertido a Los Ángeles en una ciudad llena de soplones”.

Intercambios de dudosa procedencia, altas sumas de dinero a cambio de información, fuentes donde haya celebridades –desde transporte aéreo hasta servicios de limosina, desde meseras en restaurantes hasta guardas de hoteles–, y periodistas en las principales cortes judiciales: TMZ tiene soplones y fuentes en todo lado.

En el texto de New Yorker, queda claro que los editores de TMZ están dispuestos a muchas cosas con tal de conseguir información; ergo, atención y visitas (actualmente, el sitio llega a casi 22 millones de visitantes por mes alrededor del mundo).

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Dilema ético

Romper polémicas, informar primicias y crear estrellas son algunas de las especialidades de TMZ. El sitio fue el primer medio en confirmar la muerte de Michael Jackson en 2009; tres años antes, el sitio publicó declaraciones racistas de la estrella de Seinfeld Michael Richards; y en 2005, cuando TMZ comenzaba, lanzó a la fama a Kim Kardashian por su amistad con Paris Hilton.

En 2006, el actor Mel Gibson fue detenido en Los Ángeles y la policía informó que fue un arresto “sin incidentes”. Levin indagó y excavó hasta que dio con la verdad: la policía trataba de encubrir a la estrella, quien había sido arrestada bajo la influencia de drogas, insultando a un oficial y manifestando pensamientos antisemitas.

TMZ, contra órdenes policiales, desenmascaró todo.

Si bien hay legalidad en la mayoría de métodos usados por TMZ para conseguir información, algunas de sus tácticas son consideradas poco éticas para la comunidad periodística. Pagarle a sus informantes es uno de esos criticados mecanismos.

El jugador de futbol americano Ray Rice fue suspendido de la NFL en 2014 luego de que TMZ publicara dos videos que demostraban agresión contra su prometida.

En el primer video, Rice se ve sacando a su compañera inconsciente de un elevador, lo que generó dudas sobre su estabilidad emocional, y el segundo video lo confirmó: en el video se veía al deportista golpeando en la cara a su novia, dentro del elevador.

Según la investigación del New Yorker, TMZ pagó unos $90.000 para conseguir el segundo video de Rice, una práctica común en sus oficinas: se ha reportado que el sitio pagó $250.000 por el video en el que Solange –hermana de Beyoncé– ataca a Jay Z, $1.000 por fotografías de la muerte de Whitney Houston, y $5.000 por un video de Drake tirando dinero al aire.

Mientras la Sociedad de Periodistas Profesionales de Estados Unidos tacha la práctica de pagarle a las fuentes como una amenaza que puede corromper al periodismo, Harvey Levin ha defendido su derecho a pagar por material para comprobar la veracidad de un hecho.

“No hay nada malo en eso. El video sigue siendo el video. ¿A quién le importa si pagaste por ello?”, dijo el abogado en una entrevista.

“Rompimos primicias de Mel Gibson, el divorcio de Britney Spears, la muerte de Heath Ledger, la polémica con Anna Nicole Smith, la muerte del hijo de John Travolta. Sigue y sigue. No es un accidente. Somos una vibrante organización noticiosa; seamos una organización en línea o tradicional, nuestro equipo usa habilidades clásicas de reporteo y nosotros ganamos”, dijo Levin a Star Tribune en 2009.

Un negocio perpetuo

Hace 100 años irrumpió en Nueva York el semanario Broadway Brevities and Society Gossip, enfocado en difundir noticias y chismes acerca de la élite y los más populares actores de teatro.

Por supuesto que la fuente de farándula ya se instalaba en periódicos, en columnas de rumores de celebrida-des, pero nunca antes hubo un tabloide abocado a ello.

Con los años, Brevities dejó de lado la ligereza y se enfocó en los escándalos y en arruinar el prestigio de algunos famosos. Una de sus secciones polémicas era un intento por exponer la escena gay de Manhattan, con cuasi redadas para encontrar y mostrar a los homosexuales y lesbianas de la ciudad.

Cuando a su fundador lo metieron a la cárcel por fraude, se supo que testigos manifestaron que los editores y reporteros de la revista utilizaban el correo para extorsionar a miembros de la alta sociedad y amenazaban con destruir sus reputaciones si no pautaban publicidad de sus empresas en el tabloide.

En 1955, el tabloide Confidential rompió el récord de ventas de una edición de una revista, superando tres millones de ejemplares vendidos, sin mediar que ninguna empresa seria quisiera pautar publicidad en el medio para cuidar su reputación.

Durante esa década, Confidential derramó escándalo tras escándalo, e hizo eco de una idea que era incompatible con la forma en que la prensa tradicional cubría a las celebridades: en lugar de presentarlos como ejemplo de moralidad, a los famosos había que exhibirlos con la verdad más cruda al alcance.

Cientos de tabloides han circulado alrededor del mundo –especialmente el occidental– durante las décadas siguientes, desnudando el interés que existe por información que públicamente muchos denominan burda.

De los susurros a los periódicos a las revistas a la televisión, el chisme ha sido parte de la canasta informativa básica de Occidente desde hace siglos, y con la llegada de TMZ a la web cambió la forma en la que la información de la farándula, pero no cambiaron los motivos.

“Nuestro trabajo no es la caída de la civilización occidental. Las celebridades son solo personas en las que otras personas están interesadas”, dijo Levin en 2008.

“Al mismo tiempo, ¿lo que hacemos cambia vidas? No. ¿Es comparable con política económica y relaciones exteriores? No. ¿Es comparable con la primera plana del New York Times? No. Somos parte de la dieta de la vida. Es una parte que a mucha gente le gusta. No es el centro del universo para muchas personas, pero es una parte divertida del universo”.