Llega 'Medea' a los cines: una mujer secuestrada por un embarazo que no quiere

En su primer largometraje, la directora Alexandra Latishev usa imágenes claustrofóbicas para narrar una maternidad en negación

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La vida de María José (Liliana Biamonte) es pequeñísima. En sus zapatos cabrían muchas otras mujeres ticas de su edad. Su familia no es pobre, tampoco rica. Tiene tiempo suficiente para ir a clases en la universidad de día y para entrenar rugby con otras chicas de noche. Joven y soltera, puede salir a fiestas, consumir drogas recreativas y tener romances casuales.

Sin embargo, Medea no es una película sobre esos trocitos de su vida normal. Por el contrario, con ellos la directora Alexandra Latishev construye una historia enorme de sugerentes silencios alrededor de un embarazo no deseado (el nombre refiere a una mujer de la mitología griega que es apedreada por matar a sus hijos).

En más de un año, el largometraje recorrió 20 festivales de cine internacional y obtuvo en ellos múltiples premios y menciones de honor (tanto por el trabajo de la cinta como por el papel actoral de Biamonte).

En el país, su participación en el Costa Rica Festival Internacional de Cine –en diciembre– dejó al equipo de producción con los premios de mejor película centroamericana y mejor película nacional (los reconocimientos máximos del festival).

Asimismo, Medea recibió el Premio Nacional de Artes Audiovisuales Amando Céspedes Marín en la categoría de producción. Por su ópera prima, Latishev recibió el premio en la categoría de dirección "por el riesgo de crear una historia compleja con un lenguaje cinematográfico y un personaje femenino sin antecedentes en la cinematografía costarricense".

En la mirada de María José, Latishev ejecuta un ejercicio de claustrofobia. Durante poco más de una hora, los espectadores están atrapados siguiendo las partes de su cuerpo que la directora elige mostrar y, también, las que intencionalmente oculta.

Cuerpo robado

Un embarazo comienza con una célula. Por nueve meses, la célula se multiplica, el feto madura. El cuerpo que antes pertenecía únicamente a la mujer es ahora el vehículo para dos seres vivos, uno más nuevo que el otro.

Sin embargo, la maternidad no solo se trata del componente biológico y reproductivo.

La directora Alexandra Latishev plantea la historia de una mujer que no vive su embarazo como se sobreentiende que ocurre dentro de la normalidad: con alegría, calidez y la seguridad de que llegará a término de un parto en nueve meses.

Historias similares a la del largometraje no son exhibidas de forma gratuita. Durante un conversatorio íntimo realizado en el 2017, otras mujeres compartieron con Latishev historias de conocidas que enfrentaron la misma negación que sufre María José en Medea.

"Creo que es una imagen clara", aseguró la directora en una entrevista con Viva por vía electrónica. "Tiene mucho que ver con la negación de la maternidad o del rol social de ser madre. Negarlo es algo que no es lo esperado ni lo aprendido. También habla sobre cómo lo asume una sociedad. Me llama la atención que en estos casos la negación no solo la vive la chica embarazada sino todo su entorno: nadie parece asumir lo que pasa. Eso habla mucho de la sociedad en la que vivimos".

Gran parte de Medea está enfocada en mostrar que María José lidia con su embarazo de forma pasiva. La protagonista nunca contempla el aborto como una decisión voluntaria.

La película de Latishev se concentra en describir la forma en la que su relación con su familia, sus amigos y sus conocidos se mantiene invariable.

La directora de Medea asegura que se grabaron los momentos más físicos que experimenta el cuerpo de la protagonista –su entrenamiento en un deporte tan agresivo como el rugby, el contacto sensual con un novio– con un fin "performático" para narrar que "la guerra que vivo con ese cuerpo es la guerra que vivo con el otro que me habita".

De esa forma, el cuerpo de María José se convierte en el verdadero escenario de la película porque es el único espacio sobre el que la cámara está constantemente fija.

"Creo que asumí el reto de contar desde el cuerpo, y eso involucra textualmente contar sobre el entorno desde la corporalidad del personaje. Cómo reacciona, cómo actúa en relación con ese entorno, también reafirma esa idea de negación. De alguna manera, nadie da la cara, solo el personaje. Eso genera más tensión sobre el espectador que es casi que el único en enterarse de lo que vive", explicó Latishev sobre esas decisiones.

Laureado por lo que (no) se habla

El pasado domingo, el cineasta Jürgen Ureña escribió para Áncora que la película "está en camino de convertirse en un clásico de nuestro cine".

"Por lo mucho que sugiere sobre aquello de lo que no se habla. Porque representa una instantánea del estado de las cosas en nuestra pequeña y conservadora Costa Rica. Por su aporte a un debate que todavía está por ocurrir", escribió Ureña.

En un recorrido por casi 20 festivales internacionales de cine, Medea logró buenas críticas en espacios estratégicos como San Sebastián (España), Varsovia (Polonia) y el Buenos Aires Festival Internacional de Cine Independiente (Argentina).

La cinta dejó huella también en festivales en Alemania, Brasil, Francia, Cuba, Suiza, México y Panamá.

El recorrido no ha sido injustificado. En cada país, el público encuentra algo qué decir sobre el debate público de maternidad y aborto.

Ahora, finalmente, queda en el país de origen de Medea escoger sus palabras.

Este fin de semana, la película tendrá dos funciones por día en el Cine Magaly. Cinemark Curridabat tendrá una presentación cada noche (el viernes a las 8:30 p. m.; el sábado a las 9:15 p. m. y el domingo a las 8:40 p. m.) y Cinemark Escazú (viernes y sábado a las 7 p. m.; domingo a las 7:15 p. m.).