Crítica de cine: ‘Café Society’: Dos mundos entre sí: cuando el final vale por una película, la película vale por el final

Cuando el final vale por una película, la película vale por el final

Este artículo es exclusivo para suscriptores (3)

Suscríbase para disfrutar de forma ilimitada de contenido exclusivo y confiable.

Subscribe

Ingrese a su cuenta para continuar disfrutando de nuestro contenido


Este artículo es exclusivo para suscriptores (2)

Suscríbase para disfrutar de forma ilimitada de contenido exclusivo y confiable.

Subscribe

Este artículo es exclusivo para suscriptores (1)

Suscríbase para disfrutar de forma ilimitada de contenido exclusivo y confiable.

Subscribe

Por más afines que sean –entre sí– las películas del gran Woody Allen, hay que aceptar la maestría mayor o menor que cada una tiene frente a las otras, pero todas a partir del genio creativo del autor.

Ahora, la presencia en los cines de Café Society (2016) le permite demostrar a Woody Allen eso: su capacidad de ser distinto en la semejanza y de ser semejante en la diferencia. Si les parece juego de palabras, no lo es. Así sucede no solo con la fluidez del relato, sino también con su arte visual.

Con Woody Allen vemos cómo su honestidad y rigor privilegian la búsqueda de la autenticidad sobre la construcción de los efectos. Es genial como este director logra ser más intenso con sus tramas mediante la evocación melancólica de ellas.

Para demostrárselos con Café Society , vamos a cometer una indiscreción, y es la de alabar la pujanza y la delicadeza sensitivas que tiene el final de la película (sucede un 31 de diciembre). ¡Es extraordinario! Uno se queda ahí con el deseo de que el filme no termine, de que haya un más allá, aunque ese más allá sea la propia secuencia alargada en sí misma.

La historia es llevada a dos tramas o vertientes, ninguna como subtrama, y todo ese discurrir no es más que la preparación anímica para darnos la expresión más amorosa del amor, algo imposible de serles narrado en esta crítica.

Woody Allen, sin renunciar a su humor punzante, capaz de burlarse de aquellos sectores con poder social y de ridiculizar la estupidez de quienes se juzgan a sí mismos como inteligentes, y, además, sin renunciar a la ironía ni a la sátira, nos hace sentir lo escrito por Shakespeare: “Nosotros somos esa cosa de la que los sueños están hechos y nuestra vida está rodeada de un sueño.” ¿Cómo? La película se los dirá.

LEA MÁS: Crítica de cine: ‘La chica del tren’

Para seducirnos con la trama y con cada una de sus volteretas (puntos de giro), en CaféSociety nos vemos sometidos primero al encanto de sus distintos personajes (con sus defectos, qué importa), para luego comprender cómo todo confluye en una realidad donde lo esencial nunca se pierde.

La música corre durante la película como si el argumento lo hiciera sobre distintos pentagramas. Lo otro es la sabiduría de Vittorio Storaro con su excelente fotografía para mantener el tono crepuscular del filme y para mostrar dos universos de una misma época, los años 30, entre Nueva York y Los Ángeles: la mafia y Hollywood.

El enredo de la comedia comienza cuando el sobrino joven se enamora de la secretaria de su tío adulto. El actor Jesse Eisenberg se luce a lo grande como el sobrino que busca vida en Hollywood: se muestra dueño de un personaje lleno de movimiento.

Por su parte, a Kristen Stewart es de amarla por su belleza, pero –de actriz– se queda corta como secretaria al estilo de la canción de Mocedades: “la que escucha, escribe y calla”. Más queda debiendo Steve Carrell como el tío (mala escogencia).

Si Café Society les recuerda Balas sobre Broadway (1994), tal vez tengan razón. No sé cuál preferirían ustedes si Woody Allen los pusiera a escoger.

FICHA TÉCNICA

Título: Café Society

País: EE.UU. , 2016

Género: Comedia

Dirección: Woody Allen

Elenco: Steve Carell, Jesse Eisenberg, Kristen Stewart

Duración: 96 minutos

Calificación: Cuatro estrellas de cinco posibles