100 años de Federico Fellini: Cinco obras diferentes para festejar su legado

El maestro italiano dejó joyas como ‘Ocho y medio’, ‘La dulce vida’ y ‘La Strada’ pero, con motivo de su natalicio, conviene rememorar otras grandes obras que no gozan de tanta atención

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La grandeza de Federico Fellini se puede encontrar incluso fuera de la pantalla grande. Basta tomar un diccionario italiano para encontrar la palabra “felliniano” como término para describir cuando algo se caracteriza con el aliento que sopló el maestro de Riminí en sus 23 largometrajes dirigidos.

Nacido el 20 de enero de 1920, el cuatro veces ganador del Óscar (además de ser conmemorado con el Óscar honorífico un año antes de su muerte) entró con facilidad en el ABC de la historia del cine. No hacía falta llegar a los 100 años de su natalicio para saberlo, pero sí que su aniversario es una buena excusa para diseccionar su cine.

Naturalmente, no es una tarea sencilla. Lo más fácil sería remitir a sus obras más conocidas y aplaudidas, como Ocho y medio, La dulce vida, La Strada o Las noches de Cabiria, entre otros títulos que han sido analizados a lo largo de las décadas (con justa razón).

Pero el jugo de una vida dedicada al cine es superlativo con Fellini, sobre todo considerando las fases que tuvo en su carrera.

Se podría decir que vivió tres momentos en su vida fílmica. Primeramente, sus inicios inundados por la corriente neorrealista de su país (desatada en los cuarenta y cincuenta) que le sirvieron para encontrar su estilo. De ahí se exprimen filmes como El jeque blanco y Los inútiles.

Después, vendría el auge y la fama que lo atrapó más allá de sus fronteras, con los Óscar y éxitos en taquilla como El Satiricón, La Strada, Las noches de Cabiria, La dulce vida, y Amarcord.

Finalmente, vendría su época crepuscular, cuando se distanció de la crítica y apenas producía por el cambio de mercado.

De toda esa vida, algunos diamantes ocultos que conviene revisar son los siguientes títulos.

Ginger y Fred (1986)

Presenta la historia de dos bailarines de edad avanzada, quienes en su época de actividad dancística solían utilizar los nombres de los míticos bailarines Ginger Rogers y Fred Astaire. Ambos bailarines son invitados a un especial de Navidad tras una pausa de 40 años de actividad, donde tendrán que hacer una imitación importante.

Julieta de los espíritus (1965)

Esta es la primera película que Fellini rodó a color. Este cambio fue muy estimulante para el director quien se obsesionó con las texturas que ofrecía el cine más allá del blanco y negro. Para algunos, esta película es la versión femenina de Ocho y medio, pues cuenta la historia de una mujer que sospecha una infidelidad por parte de su marido.

La ciudad de las mujeres (1980)

Este filme inundado por el surrealismo presenta a una multitud de mujeres quienes toman de rehén a un hombre. La cinta es aclamada por cómo Fellini explora la sexualidad tanto masculina como femenina.

Y la nave va (1983)

En pleno estallido de la Primera Guerra Mundial, un barco transporta los restos de una famosa cantante de ópera. Un grupo de personas cercanas a la fallecida relatan sus problemas y, en medio de la travesía marítima, buscan soluciones a sus vidas.

Almas sin consciencia (1955)

Tres estafadores de Roma planean realizar una operación con la ayuda de otro timador, conocido con el apodo de “El Barón”. Este enigmático personaje los esperará en una solitaria carretera para compartirles el plan que los hará cambiar sus planes.