Urbanización Valladolid cambia de apariencia, obras estabilizadoras van por la mitad

Inversión por de más de ¢2.820 millones trae paz a familias que vivían en zozobra por un nuevo desprendimiento

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Las obras de estabilización en la urbanización Valladolid, ubicada en San Miguel de Desamparados, ya van por el 50% y se espera que finalicen en junio.

Este proyecto tiene como objetivo estabilizar el área que comenzó a deslizarse en octubre del 2017, días después de la tormenta Nate, y que volvió a colapsar en 2020, cuando al menos 28 casas en el lado sur de la comunidad se desplomaron lentamente.

Después de tres años de incertidumbre para los vecinos que quedaron en la parte alta del deslizamiento, la Comisión Nacional de Emergencias (CNE) destinó una partida de más de ¢2.820 millones para completar los trabajos, los cuales se iniciaron el 12 de diciembre de 2023 y están a cargo del Consorcio Tresa/Geotraesa.

En el sitio se están construyendo una pantalla de concreto reforzado, anclajes en el terreno, un relleno estabilizador, una pantalla de suelo, obras de protección fluvial a lo largo del río Jorco y varias terrazas.

Daniela Morales, residente de Valladolid, expresó que estas obras les devuelven la tranquilidad, especialmente durante las lluvias o los temblores.

Jenny Duarte, quien vive en una de las casas al borde del precipicio, junto a su madre de 80 años, su hija de 20 y dos nietos, compartió una experiencia similar. Ella era propietaria de una de las viviendas que fueron arrasadas por el deslizamiento, de la cual tenía una parte alquilada; desde entonces, su vida cambió drásticamente, pues tuvo que buscar trabajo para ayudar a su familia y mudarse con su hija a la casa de su madre en la misma urbanización, que estuvo a punto de sufrir el mismo destino.

Alejandro Picado, presidente ejecutivo de la CNE, destacó la importancia de estas obras para prevenir futuros deslizamientos y también para evitar represamientos en el río Jorco, los cuales en el 2017 pusieron en riesgo otras áreas urbanas al costado sur del río, debido a un represamiento con una laguna de más de 250 metros lineales, causado por la ladera que se desprendió en Valladolid.

Marisol Salguero, otra residente, mencionó que, a pesar de los inconvenientes causados por el ruido, las vibraciones, el polvo y el constante trasiego de vehículos de construcción, vale la pena debido a la seguridad que sentirán al poder dormir tranquilos, especialmente en las noches lluviosas, cuando antes temían un nuevo colapso del terreno.

Esta es la primera vez que se realiza una obra de estas en un deslizamiento activo, pues generalmente los deslizamientos ocurren en zonas montañosas; sin embargo, el de Valladolid tiene la característica de ser enorme y de estar una zona urbana y muy poblada.

El hecho de que no hubo víctimas mortales se debió a que la tierra fue cediendo poco a poco, de manera que primero aparecían grietas en las calles, luego las casas comenzaban a traquear y perdían la simetría en techos y pisos, lo que permitió a las familias salir antes de que se desplomaran.

La mayoría de las personas que vivían en la zona del hundimiento tuvieron que emigrar y empezar de nuevo en otras partes, después de que tenían más de 20 años de vivir ahí. Para el 2025 se espera dilucidar en los Tribunales de Justicia la causa que varias de esas familias interpusieron contra el municipio y otras entidades que, pese a advertencias, no actuaron a tiempo para evitar el desprendimiento.