Ministro de Seguridad anuente a legalizar la marihuana al estilo de Uruguay

Mario Zamora aseguró que el éxito de legalizar el cannabis recreativo ‘depende en el cómo se haga’

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Por mucho tiempo, el ministro de Seguridad, Mario Zamora, se oponía a legalizar la marihuana recreativa. Sin embargo, un discurso del expresidente uruguayo, José Mujica, cambió su percepción y ahora se muestra más abierto a la idea.

En entrevista con La Nación el 15 de mayo, Zamora, quien ya fue jerarca de esa cartera entre el 2011 y el 2014, expresó su apoyo pero también cautela ante la posible legalización. Si bien en algunos países ha salido bien, en otros el plan no ha resultado, afirmó.

El ministro Zamora aseguró que “con una intervención controlada y regulada del Estado, esa actividad se le puede quitar a las bandas del narcotráfico y se podría hacer a través de las farmacias, como ocurre en Uruguay”, donde Mujica impulsó la legalización en el 2013.

Zamora comparó el tráfico ilegal de la marihuana con el periodo de la prohibición del alcohol en Estados Unidos entre 1920 y 1933, durante el cual surgieron estructuras criminales como la de Al Capone, que debieron trasladarse a otras actividades ilícitas una vez que la prohibición terminó.

“El arte es cómo hacerlo (la legalización). Hay experiencias muy exitosas, que me parece que Uruguay es una de ellas”, indicó el ministro.

Actualmente, en la corriente legislativa se discute el proyecto de ley de control y regulación del cannabis, que busca legalizar, controlar y regular el consumo, el cultivo, producción y comercialización con fines recreativos.

Esta propuesta permitiría la posesión de hasta 30 gramos para consumo personal, además, autorizaría que una persona cultive, sin requerir licencia, hasta seis plantas para fines recreativos en su casa, siempre y cuando, no sea para comercialización o lucro. También las cafeterías podrían vender cannabis al por menor, para consumo en el lugar.

Presentado por el gobierno de Rodrigo Chaves, el plan fue calificado como inconstitucional por un informe técnico de la Asamblea Legislativa, debido a que iría en contra de convenios internacionales firmados por el país ante la Organización de Naciones Unidas (ONU).

Observación similar realizó la Procuraduría General de la República, la cual detalló que despenalizar el consumo y la posesión de pequeñas cantidades, a diferencia de legalizar, sí es compatible con los tratados internacionales.

En relación con el caso de Uruguay, la Procuraduría advirtió que la Junta Internacional de Fiscalización de Estupefacientes (JIFE) reprendió a la misión permanente del país sudamericano en Viena, “al señalarle que al aprobar la ley se estarían violando las convenciones internacionales sobre drogas”.

¿Cómo lo hace Uruguay?

En diciembre del 2013, Uruguay se convirtió en el primer país del mundo en permitir la producción y venta de marihuana controlada por el Estado.

La ley permite a los ciudadanos uruguayos registrarse en farmacias para comprar hasta 10 gramos por semana o 40 gramos mensuales. También se permite el cultivo de hasta seis plantas y la participación en clubes cannábicos de cultivo, con límites de producción de 40 gramos mensuales. Para regular estas actividades, se creó el Instituto de Regulación y Control del Cannabis (Ircca).

La ley solo permite que ciudadanos uruguayos se registren en las farmacias; sin embargo, el año anterior el diputado Eduardo Antonini propuso que extranjeros también puedan comprar marihuana, con el fin de impulsar el turismo en el país sudamericano.

No obstante, no todo ha salido como se esperaba. Según un estudio del Ircca, en el 2021 solo el 27% de las personas inscritas en alguna de las tres opciones reguladas adquirieron marihuana por vías legales, por lo que la compra ilegal sigue siendo mayoritaria.

‘Es una idea que puede ser malograda’

Emular el experimento uruguayo supone un desafío para Costa Rica y, según Zamora, legalizar la marihuana ha sido una “experiencia muy desastrosas en otras partes”.

“Entonces, aquí me parece que es una idea que puede ser malograda o muy bien desarrollada. Todo depende en el cómo se haga”, indicó, antes de mencionar la experiencia de Ámsterdam, capital de los Países Bajos, como ejemplo negativo de cómo permitir el consumo de la droga.

“Yo diría que Ámsterdam, cuando lo hizo de manera aislada, permitió el consumo del cannabis recreativo, pero como lo hicieron de manera aislada y solo ellos y ningún país del entorno, hizo el efecto ‘llamada de todos los drogos’. Era la capital del mercado de drogas duras”, dijo el ministro.

En este país europeo, desde 1976 se permitió el consumo en coffee shops de hasta cinco gramos por persona. Algunas municipalidades prohibieron la práctica, pero estos establecimientos se expandieron especialmente en Ámsterdam.

El sistema funciona en una zona legal gris, porque la venta aún es ilícita y las tiendas compran la marihuana del narcotráfico, pero las autoridades prefieren no perseguirlas penalmente.

No obstante, en los últimos años algunas propuestas han buscado limitar el consumo, como la de la alcaldesa de Ámsterdam, Femke Halsema, del partido Izquierda Verde, quien en octubre del 2022 planteó prohibir temporalmente a extranjeros consumir en los coffee shops, con la intención de disminuir actos de desorden público y atacar el mercado de drogas duras.

Esa propuesta fue rechaza por el consejo municipal, pero en febrero este órgano anunció que prohibiría fumar marihuana en las calles del barrio rojo, uno de los principales sitios turísticos de la ciudad y foco de la liberalización en cuanto al consumo de drogas, la prostitución y la diversidad sexual.

Sus habitantes se han quejado del exceso de turistas que perciben la zona “como un parque de diversiones, no un área residencial”, según describió el periódico regional Het Parool.

De igual forma, en el 2017 se les impuso horas de apertura limitadas a los coffee shops.

Zamora aseguró que “esto es porque todos los que llegaban, llegaban con el perfil de consumidores de drogas. Entonces, en el café consumían marihuana, pero en la calle compraban todo tipo de otras drogas. Por eso el resto de estados de Holanda no aprobaron lo que Ámsterdam sí aprobó”.