‘Un ángel se le presentó a mi hija para decirle que yo estaba vivo’, cuenta único sobreviviente de choque en Cervantes

Brandy Castro tiene un mes de ser repartidor. Era la segunda vez que hacía la ruta a Turrialba y asegura que no tiene ni un solo recuerdo del accidente que cobró la vida de cuatro personas

Este artículo es exclusivo para suscriptores (3)

Suscríbase para disfrutar de forma ilimitada de contenido exclusivo y confiable.

Subscribe

Ingrese a su cuenta para continuar disfrutando de nuestro contenido


Este artículo es exclusivo para suscriptores (2)

Suscríbase para disfrutar de forma ilimitada de contenido exclusivo y confiable.

Subscribe

Este artículo es exclusivo para suscriptores (1)

Suscríbase para disfrutar de forma ilimitada de contenido exclusivo y confiable.

Subscribe

Eran pasadas las 6 a. m. del viernes 4 de junio. Giovanni Céspedes y su bisnieta de 3 años veían las noticias, como es usual, desde la sala de su casa en Alajuelita, en San José.

En la pantalla, observaban a un reportero informar sobre un triple choque ocurrido en Cervantes de Alvarado, en Cartago, que había dejado cuatro fallecidos como saldo.

Giovanni prestaba atención y se compadecía de quienes fueran los familiares de las víctimas mortales, cuando, de un momento a otro, fue interrumpido por la menor, quien le dijo: “Papá no está muerto”.

El señor, de 73 años, no comprendía porqué la niña le decía eso, ya que, hasta donde él sabía, Brandy Castro Barrantes (la pareja sentimental de su nieta y padre de la criatura) andaba trabajando y estaba bien.

Por ello, no le prestó atención hasta que lo llamaron para decirle que Brandy, de 21 años, estaba involucrado en el mortal choque de Cervantes. Pero su bisnieta lo tranquilizó al repetirle: “Papá no está muerto”.

Y la menor tenía razón. Brandy resultó ser el único sobreviviente de este mortal accidente y no solo eso, sino que, cuatro días después, él aseguró a La Nación que resultó casi que ileso.

De hecho, el joven estuvo solo un día en el hospital y asegura que los fuertes dolores que tiene ahora son “nada” en comparación con lo que le pudo haber pasado.

Sin embargo, lo que más le sorprende es que el día del accidente su pequeña hija supiera que él estaba bien.

“Ella es muy chispa y solo le decía a él (Giovanni): ‘Papá no está muerto’. Lo que creemos es que un ángel llegó y se le presentó a mi hija para decirle que yo estaba vivo. Fue una forma de hacer sentir tranquilos a todos en medio de tanta angustia y que supieran que yo estaba bien.

“Esto no tiene otra explicación, porque cuando ella dijo eso nadie sabía que yo estaba involucrado. Los llamaron poco después de que ella dijo eso y, bueno, yo creo que lo único que puede explicar esto es el poder de Dios”, aseguró el afectado, quien siente escalofríos al hablar del tema.

---

‘Me dormí poco antes del choque’

En una conversación telefónica con Brandy retrocedemos un poco el tiempo para recordar cómo transcurrieron las horas antes del trágico percance que enlutó a varias familias.

Como era usual, ese día se levantó a las 4 a. m., se alistó en menos de 20 minutos, salió de su casa en la urbanización Monte Alto en Concepción de Alajuelita y tomó rumbo hacia su trabajo, en San Rafael Arriba de Desamparados.

Allí trabaja desde hace tres meses, pero tiene poco más de un mes de desempeñarse como repartidor.

Llegó antes de las 5 a. m. y su jefe le indicó que la ruta que le correspondía hacer junto con su compañero Luis Diego Godínez Badilla era hacia Turrialba, tal cual la habían hecho por primera vez una semana antes.

Allí debían repartir productos y luego volver a San José.

Él era el copiloto y, Godínez, el conductor del camión. Si bien lo usual era que siempre conversaran y vacilaran, ese día iban particularmente callados, recuerda Brandy.

“Quizás lo único extraño de ese día era que había mucho silencio. Luis iba escuchando música y, por eso, le dije que me dormiría un ratillo mientras llegábamos y él me dijo que estaba bien, que aprovechara y así lo hice.

“Eso fue lo último que hablé con él, puesto que me dormí poco antes del choque”, narró.

Debido a lo anterior, Brandy aseguró que no observó cuando un vehículo pesado cargado con madera se quedó sin frenos, embistió un carro particular y luego impactó el camión repartidor.

En ese hecho no solo murió su compañero Luis, sino que también el chofer del automóvil, Miguel Araya Paniagua; el conductor del camión con madera, José Delfino Cubillo Castrillo; y su acompañante Leidy Yahaira Valencia Serrano.

“He visto los videos donde se ve que me están sacando, pero yo no me acuerdo de nada. En los videos se ve que me estoy quejando y yo no me acuerdo del dolor ni de nada. Estoy en blanco completamente, estaba inconsciente.

“Pero saber que el lado donde yo iba sentado en el camión quedó intacto (...). Eso no es un poder humano. Eso no tiene explicación o, bueno, sí. Eso solo se explica como un milagro y me da escalofríos ver el poder que tiene Dios”, dijo.

Según rememoró, cuando él recobró la conciencia, estaba en el Hospital Max Peralta, en Cartago, y presume que ya era de noche pues por la ventana vio que ya estaba oscuro.

“No sabía qué estaba pasando, no entendía por qué estaba en el hospital y no entendía por qué sangraba. Nadie me decía nada, pero en un momento escuché a los doctores decir que yo era un milagro, que había llegado en condición roja y que estaban sorprendidos”, relató.

La misma noche del viernes lo dejaron irse para su casa, pero no sin antes hacerle una referencia al Instituto Nacional de Seguros (INS) para que allí le den seguimiento a su caso y le extiendan la incapacidad.

“Estoy bien porque estoy con vida. Tengo dolores de pecho, mareos y de cabeza porque me la lastimé mucho, pero nada del otro mundo. Estoy incapacitado hasta el 15 de junio, pero el 14 tengo cita en Psicología y ahí verán si me la extienden o qué”, apuntó.

‘Me duele mucho perder a mi compañero’

En el mismo momento que se enteró del accidente de tránsito, Brandy preguntó cómo estaba su compañero de ruta, pero nadie le decía nada.

Regresó a su casa ese mismo viernes a la casa, pero aún así nadie le daba información al respecto; no querían alterarlo y justo por eso también decidieron quitarle el celular.

“Ellos buscaba que yo estuviera tranquilo y que intentara descansar lo más que podía”, dijo.

Al día siguiente, cuando ya tenía su celular en mano, confirmó lo que temía: la muerte de Luis Diego Godínez.

“Me desanimé muchísimo, me duele mucho perder a mi compañero, porque él, al igual que yo tenía una hija pequeña, y recuerdo cuando él hablaba con ella... y duele. Si bien no era una amistad de años, sí era una amistad bonita. Toca seguir adelante, pero no deja de doler”, dijo.

Por eso, reconoció la importancia de las terapias psicológicas que recibirá, pues no solo tendrá que superar la pérdida de su amigo, sino también debe recuperar la paz.