Limón podría sufrir sunami por terremoto local

Cada año se reciben 100 alertas por sunami, pero en promedio solo uno toca nuestras costas cada siete años. Seguidilla de sismos en Pacífico de Nicaragua rememora terremoto que hace 30 años causó un devastador tsunami

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El 2 de setiembre se cumplirán 30 años del sunami que devastó decenas de pueblos costeros del Pacífico nicaragüense y mató a más de 170 personas, en su mayoría niños que dormían o se disponían a hacerlo a las 8 p. m. Antes de que la ola de unos diez metros llegara a la costa, hubo un terremoto de magnitud 7,7, ocurrido en el mar a las 6:16 p. m., pero la población no lo sintió tan fuerte ni se imaginaba lo que vendría.

Desde el año pasado una seguidilla sísmica en esa misma región, al noroeste de La Cruz, Guanacaste, capta la atención de los investigadores, el más reciente temblor ocurrió el 27 de marzo con magnitud 4. Un maremoto ahí podría llegar de nuevo regiones en el Pacífico norte de nuestro país, como ocurrió aquella vez.

Nadie alertó sobre aquel sunami que destruyó unas 1.500 casas, la mayoría en un poblado de pescadores llamado El Tránsito. Por la cercanía con Guanacaste, aquella noche al menos 11 comunidades como Ocotal, Potrero, Flamingo, Murciélago y otras reportaron el aumento en el oleaje a raíz del maremoto; sin embargo, solo hubo algunos daños menores en la marina de Flamingo.

A la luz de esta experiencia y dadas las investigaciones de especialistas, ¿cuál es el riesgo para Costa Rica de enfrentar un sunami? ¿Hay más riesgo en la costa Pacífica o en la Caribe? Los científicos son claros, si tenemos costas, hay riesgo en ambos litorales, aunque el antecedente histórico demuestra más propensión para Limón y sus alrededores, en respuesta a un sismo que se origine localmente.

Nuestro país registra 41 sunamis en ambas costas en los últimos 276 años, es decir en promedio uno cada siete años; y precisamente, del único que se tienen reportes de muertes fue del ocurrido el 22 de abril de 1991, luego del terremoto de Limón.

Para Silvia Chacón, directora del Sistema Nacional de Monitoreo de Tsunamis (Sinamot), ningún país que tenga mar está exento de un sunami y aunque no sean de olas grandes, como ocurrió en Nicaragua, si pueden inundar poblados y dañar casas, hoteles, cultivos y estructuras portuarias.

Fenómeno puede presentarse en ambas costas

Nuestro territorio tiene más de 300 comunidades costeras

FUENTE: SINAMOT    || ÉDGAR JIMÉNEZ Y HUGO SOLANO / LA NACIÓN.

“Las corrientes de un sunami son tan fuertes que con solo que el agua le llegue a una persona a las rodillas, la puede botar y de ahí el riesgo”, dijo.

Indicó que entre las regiones que generan más riesgo de sunami para el Pacífico de nuestro país está Tonga-Kermadec, que es una fosa oceánica localizada frente a las costas de Nueva Zelanda. Pese a la lejanía, tiene potencial para sismos superiores a 9 y la energía puede dirigirse hacia Centroamérica. La ventaja es que el tiempo de viaje es de unas 15 horas y eso daría margen para reaccionar. La trinchera entre Colombia y Ecuador representa otro riesgo, con un tiempo de llegada de una hora para la zona sur y dos para Guanacaste y, por supuesto, Nicaragua.

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Por sismos locales

Nuestra costa caribeña ha experimentado cinco sunamis desde 1746. Ellos son parte de unos 83 que han ocurrido en los últimos 500 años en los países que baña el mar Caribe. Anualmente se realizan ejercicios de evacuación para que las poblaciones costeras de ese litoral tengan presentes los signos que suelen ocurrir antes de un sunami, tales como un terremoto fuerte o prolongado, un ascenso o descenso repentino en el nivel del oleaje o una especie de rugido en el mar.

El más reciente sunami en el Caribe fue el relacionado con el terremoto de Limón del 22 de abril de 1991. Según las investigaciones posteriores, se determinó que ese sunami acabó con la vida de dos personas, que se ahogaron cuando estaban cerca de la costa y el caudal los sorprendió. Contrario a lo que ocurre en el Pacífico, el Caribe es más propenso a un sunami a raíz de un fuerte sismo local que a uno por influencia de otras naciones, dijo Chacón.

En 1991 no había sismógrafos en la región de Valle la Estrella, donde ocurrió el terremoto, lo cual dificultó tener pronto las coordenadas de ese sismo, así como saber si había peligro de sunami y en cuáles regiones. El único mareógrafo de Limón no funcionaba ese día. Así las cosas, del sunami se supo hasta que ya hubo pasado todo, pues las alertas internacionales tampoco eran tan eficaces como en la actualidad.

Los sunamis en el Caribe también pueden originarse por terremotos en la región tectónica conocida como el Cinturón Deformado del Norte de Panamá. Así lo explicaron las científicas Natalia Zamora y Silvia Chacón, quienes así lo plasmaron en un estudio con otros cuatro científicos, sobre el potencial de sunamis locales, publicado el año pasado en la Revista Geológica de América Central.

Según ese estudio, sismos de magnitud cercana a 7 en fallas de alto ángulo, pueden provocar sunamis. “Tenemos el problema en Limón de que los tiempos de llegada son muy rápidos”, dijo la directora del Sinamot.

Levantamiento costero favoreció

Después del terremoto de Limón, cuya magnitud fue de 7,7 (el más potente de ese año en el planeta), se observó el sunami, de magnitud cercana a 1, en varios puntos de la costa entre Costa Rica y Panamá.

A lo largo de 150 kilómetros, desde el río Matina hasta Bocas del Toro, al noreste de Panamá, hubo 26 reportes de personas que después del terremoto vieron los cambios en el mar, los cuales también quedaron en los mareogramas de Panamá, Puerto Rico e Islas Vírgenes (EE.UU).

En 12 lugares en Costa Rica y 14 en Panamá, se logró medir parámetros de altura y distancias de inundación. Los tiempos de llegada fueron de entre tres y cinco minutos después del sismo.

Esa vez no se emitieron alertas antes de que ocurriera el sunami. No hubo reportes de daños, pero se atribuyen al fenómeno al menos dos muertes de personas ahogadas. La altura máxima de las olas, favorecidas por el sunami, fue de dos a tres metros. Hubo inundaciones costeras en algunos lugares como Carrandi de Matina y Moín, así como en Bocas del Toro, Panamá, donde incluso el agua llegó hasta 200 metros tierra adentro.

A raíz del terremoto previo, la elevación de la zona costera fue el efecto más evidente, pues a lo largo unos 100 kilómetros de la plataforma calcárea el levantamiento osciló entre tres centímetros y 1,8 metros. Ese levantamiento, así como la presencia de arrecifes costeros, habrían atenuado los principales efectos del sunami. Sin embargo, las olas se amplificaron en las desembocaduras de los ríos.

Los investigadores constataron que las arenas de sunami que quedaron cerca de la frontera con Panamá fueron similares a las de un terremoto y sunami que ocurrió ahí en 1822.

Ese fenómeno se registró en instrumentos de medición de Panamá, Isla Magueyes de Puerto Rico y también en los mareógrafos de Islas Vírgenes, con una altura máxima de 76 centímetros en Panamá y siete centímetros en las otras dos localidades.

Aunque ha sido el de mayor impacto en Costa Rica, pasó desapercibido para el resto del país, posiblemente opacado por los daños severos y generalizados del terremoto. Los registros históricos se vuelven clave para reconocer y evaluar la amenaza de estos fenómenos, que no se pueden predecir ni establecer su tiempo de recurrencia.

El Caribe norte también presenta condiciones de vulnerabilidad, por la planicie en las barras de Tortuguero y Colorado, el auge de pueblos turísticos y el hecho de que la comunicación es por agua o aire. Por la deformación de la corteza terrestre en esa zona, los sunamis tendrían tiempos de llegada entre los 5 y 20 minutos, muy poco para aplicar protocolos de evacuación

La región tectónica llamada el Escarpe de Hess, podría representar una amenaza para las comunidades costeras cercanas, dice el estudio.

El pasado 9 de marzo en Manzanillo de Cahuita, Caribe sur, la comunidad fue parte del Caribe Wave. Se trató de un ejercicio de movilización con un escenario simulado por un sismo de 8,3 al norte de Panamá, lo que generaría un sunami en el Caribe costarricense.

Simulacros como ese se replicaron en otros países caribeños con la participación de más de 600.000 personas de 48 naciones del Sistema de Alerta de sunamis, con el fin de fortalecer las capacidades de respuesta y el uso de los sistemas de comunicación.

La idea es dotar a la comunidad de los conocimientos para identificar las alertas naturales que preceden al sunami, así como reconocer las rutas de evacuación. Este ejercicio es el más grande a nivel mundial en ese género

De igual forma, el 17 de marzo se informó de que la Unesco escogió la Reserva Costera Biosfera Savegre en Quepos, para la preparación ante amenazas costeras.

¿Y Guanacaste?

Los sismos de origen local, en la costa Pacífica, difícilmente podrían formar un sunami catastrófico, por la disposición de la trinchera submarina y su distancia de la costa, así como por su potencial máximo, que ronda magnitudes de 8 en el golfo de Nicoya, la península de Osa y el Pacífico norte, lo cual solo podría generar inundaciones menores o de poca altura, como ocurrió en 1950, dijo Chacón.

Cada año el Sinamot recibe alrededor de 100 informes sobre la formación de ese tipo de fenómenos marinos que alteran el comportamiento de los océanos. Aunque la mayoría de veces solo se genera un reporte para la Comisión Nacional de Emergencias (CNE) en el sentido de que no hay amenazas, no se puede descartar que a futuro un fenómeno de esos obligue a movilizar personas.

El caso más reciente ocurrió el 15 de enero pasado, cuando la erupción submarina de un volcán en islas Tonga, cerca de Australia, generó un sunami que sorprendió incluso a los organismos internacionales de monitoreo, que emitieron la alerta de forma tardía para países como Perú, Chile y Japón e incluso no alertaron por peligro de corrientes anómalas para los países de Centroamérica.

En nuestro país la Comisión Nacional de Emergencias (CNE) reaccionó a como pudo y coordinó poco antes del mediodía de aquel sábado, de modo que mediante redes sociales, medios de comunicación y con ayuda de la Fuerza Pública, se alertó a muchas personas que estaban en la costa pacífica de que una hora después podrían darse corrientes fuertes. De hecho, hubo quienes los divisaron en playa Potrero de Guanacaste y lugares vecinos, pero fueron leves.

En el primer trimestre de este año el Sinamot recibió 29 reportes de sunamis, pero solo el de Tonga motivó una alerta ante la CNE.

Entre los sunamis del Pacífico está el ocurrido en Osa en 1941. Se reportó en Puerto Cortés, ubicado a 15 km. El sismo ocurrió durante la noche, lo que dificultó posibles observaciones posteriores del río, como cambios de dirección del flujo y observaciones en la costa. El sunami también fue confirmado en Panamá.

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