Unidas Talamanca: mujeres que luchan por las mujeres

Ante la ola de violencia contra la mujer en el Caribe sur, un grupo de lideresas unió sus manos para buscar soluciones. Sus acciones obligaron al Estado a reaccionar y al país a prestar atención

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La notoriedad que ha alcanzado Unidas Talamanca en este comienzo de año, produce reacciones ambivalentes para sus integrantes. Por una parte, se sienten satisfechas de que la labor en pro de asegurar el bienestar de las mujeres en el Caribe sur se subraye y se acuerpe; por otro, están conscientes que justo han sido las agresiones lo que ha provocado que el colectivo tome fuerza.

Este grupo de apoyo de mujeres para mujeres ha ejecutado un trabajo trascendental: ser una plataforma de ayuda para víctimas de violencia y ser un intermediario entre instituciones estatales y el pueblo.

Gracias a su firme voz, el país ha exigido en redes sociales y también en la calle, acabar con los crímenes contra las mujeres. Es debido a su labor que se ha presionado para asegurar estaciones de policía en la zona, iluminación en las calles, cursos de educación en temas de género y mecanismos para propiciar las denuncias y buscar la justicia, en un esfuerzo que implica trabajo todos los días y a toda hora.

La lucha

El colectivo Unidas Talamanca nació hace cuatro años, justo para un 8 de marzo, en el marco de la conmemoración del Día Internacional de la Mujer. Para aquel momento, un puñado de residentes del Caribe se pusieron de acuerdo para marchar y dar altavoz a todas las mujeres que han sufrido agresiones en la zona.

“La colectiva, al principio, fue un grupo de mujeres que daba apoyo a otras mujeres que estaban sufriendo algún tipo de violencia”, cuenta Ana María Arenas, una de las fundadoras de Unidas Talamanca.

“Fuimos a marchar porque teníamos varios casos de violaciones, agresiones sexuales, violencia doméstica... Casos que a uno le quedan dando vuelta en la cabeza. Necesitábamos expresarnos y dar a conocer lo que estaba sucediendo”, agregó.

Desde ese momento, el colectivo echó mano de un instrumento que se convirtió en piedra angular de sus esfuerzos: un chat de Whatsapp donde se buscan soluciones para los casos de agresión.

“Al comienzo se trató, sobre todo, de un grupo para buscarle casa a mujeres que sufrían violencia doméstica. Nos dimos cuenta que eran muchas las que sufrían, así que formamos un grupo de voceras para denunciar lo que nos está pasando en el Caribe”, agrega.

Arenas incluye toda su labor social en su apretada agenda: ella es buzo certificada, es coordinadora de la Comisión de Corales del Centro Comunitario de Buceo Embajadores y Embajadoras del Mar, es cofundadora del portal ‘Infórmate Caribe’ y también labora en mercadeo digital. “Pero uno siempre está al tanto de lo que sucede. Uno no puede separar su vida sabiendo lo que pasa”, aseguró.

Tras este tiempo, Unidas Talamanca se define hoy como un colectivo integrado por mujeres y aliados que trabajan de forma voluntaria por la mejora de las condiciones de las mujeres a través de una estructura multidimensional de apoyo y empoderamiento.

Una de las mujeres que supo del proyecto y encontró luz en la organización fue Casey Childers, emprendedora estadounidense que llegó al país en el 2014. Unos años después una de las miembros del colectivo -que se compone actualmente por casi 100 personas- le ofreció la invitación al grupo ya que había sufrido agresión. De esta forma, Childers se integró por completo al grupo y actualmente es una de las voceras y participantes más activas.

Childers vino al país para realizar su tesis de graduación de maestría de la Universidad de la Paz, en Puerto Viejo, con la Asociación Talamanqueña para el Ecoturismo y la Conservación, tema que le fascina. Al llegar a Costa Rica y mudarse a esa región, detectó la gran problemática que hoy tanto le ocupa.

Primero vivió un año en San José y, posteriormente, se fue a residir al Caribe. “Poco a poco fui conociendo la realidad. A mí me invitaron al colectivo por mi experiencia con violencia doméstica, una situación donde yo no tuve apoyo y no encontré servicios para mujeres que luchan con estas cosas. Estaba muy perdida, no tuve a nadie”, comentó Childers.

“Después, cuando encontré el grupo, supe que hay muchas víctimas para atender. Muchas veces son extranjeras que necesitan traductoras; son mujeres que no se pueden comunicar con la policía porque no saben cómo poner la denuncia ni saben las leyes. Unidas Talamanca está apoyando a muchas de esas chicas en esta área”, agregó.

A Childers aún se le encoge el estómago de la preocupación al dimensionar las olas de violencia que han ocurrido en la región donde vive. Cuenta que es habitual escuchar testimonios muy dolorosos que le quedan orbitando en su cabeza.

“Yo entré al grupo en el 2020 porque hubo un gran peligro en la zona de Cocles. Nosotras empezamos a escoltar a otras mujeres cuando regresaban del trabajo a sus casas. La situación fue difícil, así que pusimos rótulos y tomamos acciones”, recuerda.

“El año pasado, a mediados de año, hubo otra ola de violaciones y sentíamos que nadie nos escuchaba. Así que nos reunimos con el Instituto Nacional de la Mujer (INAMU) y doña Marcela Guerrera (Ministra de la Condición de la Mujer) vino a conocer todo lo que pasaba acá, y supo lo que enfrentamos”, agrega.

Childers se refiere a muchos de los problemas que se han dado a conocer en medios de comunicación este año, ante la violación de una muchacha danesa que visitaba el país a comienzo del 2022. Además, ese mismo enero una turista alemana y otra estadounidense fueron atacadas en Playa Negra, lo cual encendió las alertas y generó preocupación en todo el país.

El colectivo se encargó de denunciar que en esta región hay comunidades sin luz eléctrica, que no hay mecanismos que faciliten la denuncia a turistas que no hablan español ni tampoco comisarías de policía cercanas a estas playas.

A la emprendedora le preocupa las terribles consecuencias que arrastran estas olas de agresiones contra la mujer: por una parte, por las víctimas; por otra, porque daña la reputación de la región en torno al turismo.

“Nosotras somos las primeras que no queremos dañar la reputación del Caribe. De hecho, solucionar este problema viene a resolver muchas más complejidades que vivimos”, dice Childers, quien es promotora del comercio en Talamanca a través de Glow Up Media, proyecto que ella fundó.

En el 2020, como respuesta a la marea de asaltos en Puerto Viejo, Childers organizó una reunión cuyo fin era proponer acciones para mejorar y promover la seguridad. Se encargó de recorrer las calles de la zona, tocando puertas para encontrar soluciones.

Junto con Ana María Arenas y otras lideresas del colectivo, empezaron a ejecutar estrategias para buscar justicia y seguridad.

En el caso de Arenas, ella creció en San José hasta el 2008, cuando se mudó a Puerto Viejo. Asegura siempre estar muy integrada a las comunidades en que reside, por lo que rápidamente fundó ‘Infórmate Caribe’, un portal para ofrecer noticias sobre la zona.

Haciendo rastreos sobre lo que acontece en el lugar, Arenas es una pieza vital para dar voz a lo que hace el colectivo.

“La colectiva siempre está activa. Es un chat donde si pasa algo uno puede ayudar, informar o explicar”, afirma Arenas, mientras recuerda uno de los casos que marcaron su experiencia como activista.

“El año pasado tuvimos una ola de violaciones. En ese entonces había una chica de la comunidad que salió a correr a las siete de la mañana y fue perseguida. Se alertó a la policía y descubrimos que había siete casos más. Hicimos fuerza, nos manifestamos y, gracias a esa voz, somos entre 90 y 100 mujeres que redactamos comunicados, nos organizamos con el Organismo de Investigación Policial, con la Policía Turística... Mediamos y somos una vocería para estas mujeres”, explicó.

Cuando Arenas llegó a la región Caribe, recuerda que ya era habitual conocer de violaciones sexuales contra mujeres. La activista rememora que varias extranjeras sufrieron ataques, se fueron del país y no procesaron denuncias.

Incluso, recuerda el caso de un hombre conocido como “el violador de playa Chiquita”. Según cuenta, era alguien que nunca habían podido atrapar porque no había denuncias en su contra, ya que todas las mujeres eran extranjeras y se iban del país.

Una vez, gracias a que fue acuerpada por la comunidad, una muchacha italiana procesó la denuncia y se logró un avance. “Solo así pudieron tomarlo preso. Daba mucha frustración de no poder hacer nada contra esa persona porque si no me pasó a mí, no podía denunciar”, recordó.

En esa misma época, Arenas también recuerda haberse sorprendido porque no se podía caminar en la intersección entre playa Chiquita y Playa Grande antes de las 8 a. m. “No podíamos ir, era peligroso. En ese tiempo había menos turismo y todo era muy solitario. Son cosas que uno solo se entera viviendo allí, así que aquí estamos. Para ayudar y tratar de resolver en alguna medida toda esta problemática”, apunta.

“Los violadores saben que es más difícil poner la denuncia para las extranjeras porque no hablan el idioma y desconocen las leyes. Nosotras estamos para facilitar el proceso de denuncias y hacerlas sentir como seres humanos, que cuentan con nuestro apoyo”.

— Ana María Arenas, activista de Unidas Talamanca

Un turbulento comienzo de año

El 8 de enero del 2022, la propia Arenas apareció en medios de comunicación dando detalles de una triste noticia: una muchacha danesa de 20 años fue secuestrada y abusada en Puerto Viejo.

“Tuvo que hacerse la muerta para escapar de sus secuestradores”, dijo la activista en aquel momento. Fue una noticia que escandalizó al país pues la turista regresaba al hotel y fue atacada por un grupo de hombres. La víctima logró escaparse hasta un comercio cercano, donde fue auxiliada.

Childers recuerda lo difícil que fue procesar todo este caso. “La gente se sorprendió mucho con la noticia. Cuando esto pasó en enero, no era algo nuevo para nosotras, pero la respuesta fue muy diferente: fue la primera vez que nos escucharon”.

Al lidiar con este tipo de tragedias, Childers toma conciencia del por qué siempre saca tiempo de su apretado día para colaborar en la lucha. “Aquí estamos hablando con usted. No somos profesionales en entrevistas y no estamos preparadas para este tipo de trabajo. Somos un colectivo, no somos una organización profesional, pero tenemos que organizarnos de alguna manera para responder a crisis”, apunta.

Además de esta agresión, rápidamente se supo de otros ataques contra mujeres en Cahuita y Playa Negra. “Todo esto pasa y sigue pasando”, asegura Childers. “Nosotros estamos tratando siempre de colaborar lo más que se puede con las instituciones. No los vemos como enemigos y queremos trabajar juntos para resolver el problema y que puedan tomar las denuncias”.

Ante estas situaciones, el colectivo volvió a enfrentar la circunstancia usual: las chicas no hablan el idioma, quieren volver a su país directamente, no quieren hacerse pruebas médicas porque tienen que ir hasta Limón “y es entendible”, agrega. “Es un proceso muy complicado y si no cuentan con el apoyo de otras mujeres, será muy difícil”.

Para Arenas, hay una luz de esperanza actualmente. El INAMU se ha comprometido y hay profesionales para atender directamente a la víctima y realizar el trabajo conjunto con la policía. “Juntas, con estas instituciones, tratamos a la víctima como un ser humano. Finalmente, la alemana hizo el proceso de denuncia y exámenes médicos. Lo vimos como un logro. Poco a poco estamos empujando hacia la dirección que necesitamos ir, con más colaboración entre instituciones para atender víctimas”.

Ahora, ese empuje se realiza de la mano de embajadas internacionales, asegura Childers. Todos los días el colectivo busca alianzas para fortalecer su gestión y, asegura, ha habido un gran movimiento de apoyo que ha favorecido la lucha.

Arenas piensa lo mismo. “Solo con la presencia del INAMU ha cambiado un montón para nosotros. Esta sonada de campana con la muchacha danesa, así como las conversaciones de diálogo con el Estado, demostraron que ni siquiera teníamos estaciones de policía. Ya se dijo que para el 2023 las tendremos. Son pasos importantes que se veían lejanos”, cuenta.

Además, Childers apunta que internet ha beneficiado esta visibilización. “Yo siento que hay esperanza. Hay un apoyo de mujeres fuera del Caribe. Hemos visto en redes sociales toda una campaña que no quiere dañar la reputación del pueblo, sino ayudar a que la comunidad salga adelante”.

Arenas, por su parte, espera que los esfuerzos de Unidas Talamanca tenga impacto en todo el país, no solo en su comunidad: “Ahora esperamos que este movimiento se replique. Que se replique en Monteverde, en Tamarindo, en Manuel Antonio, que son comunidades que alzan la voz por las mismas necesidades, porque esto es como una pandemia de violencia hacia la mujer”.