Personajes 2019: Andrea Vargas Mena, la campeona de América

Puriscaleña vivió este 2019 su carrera deportiva más prolífica hasta ahora: se erigió la quinta mejor atleta del mundo en los 100 metros vallas con un tiempo histórico para ella y conquistó la medalla dorada de esa misma categoría en los pasados Juegos Panamericanos de Lima

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Cuando Andrea Carolina Vargas Mena “mire” el 2019 desde la lejanía del tiempo, lo recordará como el año clave de su carrera deportiva.

Si bien la atleta puriscaleña viene cosechando fama en el país y la región desde el 2017, este año le marcó un antes y un después a su faceta como deportista.

Fue el 2019 el año en el que Vargas, de 23 años, comenzó a recibir los réditos de una carrera deportiva que gestó desde niña a base de disciplina y que la encaminó a las glorias que saborea en la actualidad.

“Empecé el año con la expectativa de mejorar un poco. Sabía que eso iba a ser muy duro porque estar por debajo de 13 segundos en las competencias de 100 metros vallas –su especialidad– y mantenerse ahí, la verdad, es un reto. Pensé más que todo en empezar de manera progresiva y gracias a Dios los objetivos se fueron cumpliendo”, dijo Vargas durante una entrevista con La Nación, a finales de noviembre.

Sentada en una de las graderías del complejo deportivo de Puriscal donde está la pista en la que ha entrenado prácticamente toda su vida, la vallista tildó el 2019 como un año exitoso, porque le llevó al plano real parte de sus ambiciones y anhelos de atleta.

“Este fue un año muy exitoso que lo planificamos mucho porque, deportivamente, iba a ser un año largo y que conllevaba mucho cuidado a nivel físico y mental. Fue un año lleno de bendiciones, digo yo, y de retos también. Creo que el 2019 me ha servido mucho para poder creérmela un poco más, creer en que yo sí puedo y de que puedo llegar a los objetivos que me trace siempre y cuando me esfuerce y me dedique a conseguir esas metas”, refirió la también abogada.

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Vargas habla de la victorias que le dieron un lugar en la élite mundial del atletismo este año, como la del Gran Premio de Brasil –en mayo– cuyo primer lugar la clasificó al Mundial de Atletismo en Doha, Catar.

En la cita mundial –celebrada en setiembre– Andrea se consagró como la quinta mejor atleta del mundo en los 100 metros vallas, poniéndole cerrojo a una maravillosa temporada digna de todo tipo de reconocimiento. Dimensionar lo que representa ostentar esa posición entre tantas mujeres atletas que compiten en su categoría le ha llevado tiempo a la costarricense.

Entre risas contó: “Todavía no me lo creo. A veces me pongo a pensar en ese resultado (el que obtuvo en Doha) y me digo ¡wow! La verdad es que trabajé mucho para llegar ahí, pero no es lo único que quiero llegar a hacer. Me falta mucho camino por delante y muchas cosas qué mejorar”.

Pero la gesta de Vargas en la principal cita mundial de atletismo se engrandece aún más. En el Mundial de Doha, Andrea se hizo 26 centésimas de tiempo más rápida en su categoría deportiva, al pasar su registro personal de 12 segundos 90 centésimas (12.90) a 12.64, su mejor marca hasta ahora.

Protagonista de nuevo

Otro momento estelar de Vargas de este año tuvo lugar en junio, cuando la vallista selló otra participación que la condujo por un trillo tan exitoso como por el que caminó en el país asiático.

Ese mes, Andrea compitió en el Gran Prix de Jamaica y a pesar de que quedó en el cuarto puesto en su especialidad, el registro le alcanzó para clasificarse a los Juegos Panamericanos que se celebraron un mes después en Lima (Perú). También en Jamaica, la tica visó su boleto a los Juegos Olímpicos de Tokio, en el 2020.

En los Panamericanos, Vargas conquistó la medalla de oro, presea que no solo la catalpultó como la campeona continental en los 100 metros vallas, sino que también le dio el mayor y principal logro de su temporada.

“De toda la temporada, lo que más me sorprendió fue, primero, ganar la medalla de oro; y después de eso, ir al mundial. Estar en un mundial es demasiado duro y si bien uno trabaja para eso, mi pico era Lima (Panamericanos) no el mundial. Lo que yo hice fue tratar de mantenerme después de Lima para llegar bien al mundial. En Doha la sorpresa fue estar y bajar el tiempo tres veces y con eso ir a la final”, destacó.

Los brillos deportivos que logró la costarricense en las diferentes actuaciones que tuvo durante los últimos 12 meses fueron resultado de un trabajo que ella y su entrenadora y madre, Dixiana Mena, planificaron en fases. De otra manera, Vargas duda que sus rendimientos hubiesen sido tan favorecedores.

“No me enfoqué directamente en la final, sino en la fase en la que estaba. Me enfoqué en los hits clasificatorios de cada competencia y en dar el cien por ciento de mí en esas etapas porque uno no puede pensar que va a ir suave para guardar energías para la final. No se puede pensar así porque es un hit donde todas las competidoras piensan lo mismo: clasificar. Siempre intenté concentrarme en mí y en mi carrera porque así me lo dijo mi entrenadora. Uno a veces ve de reojo a las demás competidoras y eso lleva a mucha desconcentración. Siempre me concentré en mí, en mi carrera, en mi carril y en las vallas”, aseguró.

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Andrea no esconde que, aunque en todo momento trató de manejar los nervios y las ansias, controlar ese espíritu le resultó algo complicado, principalmente en las instancias de semifinales de las competencias que disputó. Esas fases le ponían de frente la final y la acercaban al podio, pero a la vez le mostraba la otra posibilidad: la del trago amargo de una descalificación. De ahí las emociones que experimentó.

“Mi mamá me decía que tenía que estar tranquila y que confiara en lo que habíamos hecho durante los entrenamientos. Traté de hacer toda la planificación que ella me dijo y por dicha, hubo resultados bastante positivos. Me sentí feliz de poder manejar todo eso”, acotó.

Alta expectativa

Con el sabor que dan los triunfos, Andrea Vargas alimenta la expectativa de lo que está por venir en su carrera. A pesar de ello, apela a la prudencia justificada en que las competencias deportivas suelen ser muy circunstanciales.

Opina así para apaciguar los ánimos que podrían haber alrededor de ella en relación al resultado que pueda alcanzar en las próximas olimpiadas, justas en las que tiene su mirada puesta, pero sin despegar los pies de la Tierra. Andrea sabe que en Tokio 2020 estarán los mejores atletas del mundo en los distintos deportes y categorías, por eso su nombre es parte del cartel de participantes de los juegos.

“Siempre voy a tratar de dar lo mejor de mí, pero uno nunca puede asegurar las cosas porque no se sabe qué va a pasar en ese momento. Así es el deporte y las vallas son impredecibles porque uno puede ir ganando pero tocó una valla y ya perdió ventaja. Eso quita mucho el impulso. Hay que ser muy preciso. Los resultados de este año me dan mucha motivación para la temporada que viene y me dan una idea de lo que podía llegar a alcanzar en los Olímpicos. Tengo una buena expectativa la verdad y espero poder hacer lo mejor en Tokio”, aseveró.

El proceso para las justas del verano asiático Andrea lo está viviendo en gran medida en la ciudad de Portland (Oregon, Estados Unidos), donde se mudó hace algunas semanas por razones laborales de su esposo David Jiménez. Desde luego que la pareja se instaló en la ciudad estadounidense con su hija Avril, de cuatro años.

Allá Andrea entrena en la pista atlética del Westview High School, un colegio que se ubica cerca de su nueva casa. Antes del periplo, Andrea y su esposo buscaron las condiciones que le permitieran a ella mantener las sesiones de entrenamiento.

Los entrenamientos en Estados Unidos, la atleta tica los realiza con la supervisión de su entrenadora a través de videos por WhatsApp. Eso se alternará con viajes frecuentes que Dixiana Mena hará hasta esa ciudad o de Andrea a Costa Rica.

“Estoy entrenando en pistas de colegios que es lo más cerca que tengo. Allá sí hay pistas públicas pero las de los colegios son las más cerca que tengo y están abiertas a la gente en horarios fuera del escolar”, comentó.

Su nueva vida allá es simple. Dice que se van acomodando poco a poco y que el cambio fue duro porque significaba empezar a hacerse nuevamente de todas las cosas.

“Solo nos llevamos un poquillo de ropa entonces había que conseguir todo para la casa. Cuando llegamos no teníamos ni platos entonces mientras tanto compramos platos desechables, pero ya nos hemos estado acomodando”, reveló Andrea.

Entre las compras estuvieron los implementos deportivos necesarios para ella, como las vallas, compañeras de andanzas de la costarricense.

En Estados Unidos encontró unas vallas modernas, muy distintas a las construidas por su padre con tubos de PVC, que conserva con gran cariño en su casa en Puriscal y las aprovecha cuando le corresponde hacer sesiones de entrenamiento en Costa Rica.

“Las de mi papá (las vallas) quizá no son de última tecnología, pero les tengo mucho cariño porque él me las hizo con el fin de que yo pudiera avanzar en el atletismo y fue un invento que él se hizo y que me ha servido hasta la fecha. Con esas vallas seguiré entrenando cuando venga aquí (a Costa Rica)”, remató la costarricense, quien fue ovacionada este sábado por la noche junto a su hermana y atleta Noelia, y la madre y entrenadora de ambas, Dixiana Mena, durante el Festival de la Luz. El trío fue el mariscal de la edición 2019 del desfile navideño.