De Bryan Ganoza hasta el Cabro más macabro: el uno y el otro

Se convirtió en el tico más odiado de las redes sociales a principios de julio, al acaparar titulares con el video de su lanzamiento como cantante con ‘El Triángulo’ del Cabro más macabro. Diez años después de volverse mediático tras su debut en ‘Combate’, hoy habla de cómo se afronta una “apaleada” masiva, de su trabajo como ‘stripper’ en Las Vegas, su vida sentimental, su sexualidad, su paternidad… ¿quién es Bryan Ganoza hoy, a sus 32 años?

Este artículo es exclusivo para suscriptores (3)

Suscríbase para disfrutar de forma ilimitada de contenido exclusivo y confiable.

Subscribe

Ingrese a su cuenta para continuar disfrutando de nuestro contenido


Este artículo es exclusivo para suscriptores (2)

Suscríbase para disfrutar de forma ilimitada de contenido exclusivo y confiable.

Subscribe

Este artículo es exclusivo para suscriptores (1)

Suscríbase para disfrutar de forma ilimitada de contenido exclusivo y confiable.

Subscribe

Sí, sí lloró varias veces, desorientado, desconsolado, hecho un ovillo en su cama… pero no, esto no ocurrió, ni por asomo, en julio pasado, cuando el video de su canción El Triángulo, a cargo del Cabro más macabro –nombre artístico con el que decidió mandarse a la cantada--, lo convirtió al menos por una semana en el tico más aborrecido en redes sociales.

La anécdota de las lágrimas de este fortachón de 1.90 se ubica más bien en México D.F., y de aquellos días lúgubres solo queda el recuerdo, pues ocurrió hace varios años ya, cuando se radicó en el país azteca con la aspiración de convertirse en un artista connotado y, aunque lo intentó con todo su fuelle, al final no se le abrieron las puertas y terminó gastándose sus ahorros, incluido el dinero que ganó como el capitán del equipo azul en el hoy desaparecido espacio de Repretel, Combate.

En cambio, en los primeros días de julio de este año, cuando irrumpió con el video del tema El Triángulo a cargo del Cabro más macabro y que provocó un estallido de insultos pocas veces visto en las redes del país, mucho menos contra un artista, ahí sí que Ganoza no derramó ni una lágrima. Pero ya llegaremos a eso, al minuto a minuto de qué puede sentir una persona que se convierte posiblemente en el chivo expiatorio de un país nadando en incertidumbre y en pleno confinamiento por causa de la covid-19.

---

De vuelta a su fallido intento de trascender en México, Ganoza demoró dos años en aquella batalla pero tenía en su favor la juventud de sus veintitantos y las destrezas que desde su adolescencia había adquirido como modelo, bailarín y su experiencia frente a las cámaras tras aparecer a diario en Combate y distintos especiales de este mismo programa. Pero también tenía tremenda ventaja y es su condición de estadounidense, que le confería la opción de radicarse y trabajar sin problemas en su país natal.

Las Vegas, Nevada, y un trabajo como stripper le venían haciendo el guiño en diversos momentos y fue cuando a Bryan se le ocurrió activar a sus contactos; muy pronto se le abrieron las puertas y, a la fecha, Ganoza tiene cuatro años de trabajar como bailarín en The Kings of Hustler, un espectáculo permanente en esa ciudad en el que participa un staff de 15 muchachones, incluido él.

Sin embargo, tal como ha ocurrido con diversos establecimientos en todo el planeta, desde marzo y hasta ahora los shows masivos en Las Vegas se encuentran paralizados hasta nuevo aviso en vista del nuevo coronavirus que tiene colapsado al planeta.

Fue justamente ese parón el que le dio margen a Ganoza para realizar el video de El Triángulo, canción que curiosamente había lanzado desde enero sin mayor promoción, pero que se volvió viral en un santiamén a principios de julio, cuando Bryan realizó el lanzamiento oficial del video de su álter ego, el Cabro más macabro que le valió la tremenda andanada de ofensas en redes sociales pero que, a su vez, lo popularizó al punto de lograr millón ochocientos sesenta y siete mil visitas (hasta este martes 29 de setiembre) y colocarlo entre lo más escuchado de Spotify.

Si bien su súbita fama no exactamente es por cuenta de elogios, máxime cuando ha recibido críticas por lo que muchos consideran es un pobre nivel vocal, acá se aplica el adagio de que hasta la mala publicidad es buena, pues no pocos artistas se habrían frotado las manos con semejante grado de exposición.

Igual, está empeñado en lograr una constante mejora y por eso lleva clases de canto con una profesora mexicana ya veterana en estas lides, doña Helena Ferrón, de 60 años y quien se ha vuelto además, una gran amiga y consejera de Ganoza.

Y es que, si algo queda en evidencia tras departir casi 10 horas con Bryan Ganoza es que este moraviano de crianza, nacido en Miami, Florida, no conoce los términos medios, tal como lo muestra su hoja de vida, la que incluye su intensa etapa por el ciclismo profesional prejuvenil o sus años de adolescente asistiendo religiosamente todos los sábados a la escuela de baile Kurubandé, en Guadalupe, y a escondidas de su mamá.

La cita en las instalaciones de Grupo Nación, pactada el jueves 24 de setiembre con el fin de realizar la sesión de fotos se prolongó por casi tres horas, pues Ganoza, quien está próximo a lanzar su nuevo material discográfico, anda en el modus del Cabro más macabro y aprovechó para traer cuatro vestuarios que identifican al ahora cantante de música electro-reguetón.

Brian trata de viajar al país con la mayor frecuencia que puede, máxime desde que se convirtió en papá, hace año y seis meses, de la pequeña Colette, a la que procreó con su excompañera de Combate, Youcenar Castro. Basta darse una pasada por el Instagram de Ganoza para verlo derretido en decenas de fotos junto a su pequeña primogénita.

En esta ocasión, su estancia se prolongará por más de dos meses en los que ha aprovechado a su familia y amigos, pero paralelamente ha seguido potenciando la imagen del Cabro más macabro, con el que intenta no solo gustar musicalmente, sino imponer un estilo en la moda, empezando por el rocambolesco peinado cuyo diseño creó el mismo y logró después de muchos intentos, hasta que quedó satisfecho.

Como decíamos al principio, Ganoza no solo no hace nada a medias si no que le hace honor a una frase corta que pronuncia a menudo, “yo siempre ando adelante”, durante la maratónica entrevista de ese jueves, después de las 2 de la tarde y hasta las 9 de la noche, mientras devoraba un tremenbundo chifrijazo y más tarde una sopa negra con dos huevos en el icónico Bar Restaurante La Migueleña, en Tibás, y a la que insistió en agregarle uno de sus alimentos favoritos y que lo incluye en casi todas sus comidas, al menos ahora que está de vacaciones incluso con la dieta: natilla.

Ese “andar adelante” implicó que, en lo que tiene de estar en el país, ha ido al menos donde una decena de peluqueros para que le retoquen el corte pero además, aprendan a hacerlo, pues tiene la fe de que pronto los chiquillos o muchachos en el país pidan “el corte del más Macabro”, como alguna vez ocurrió con el famoso estilo de cabello punteado que popularizó Ganoza durante su época como concursante de Combate.

Siempre acorde con su filosofía y su intención de ponderar al Cabro más macabro, hay que decir que se toma la cuestión tan a pecho que cuesta sacarlo de su personaje. Mientras ingresamos a las instalaciones del diario, obviamente con todos los protocolos que dicta el Ministerio de Salud, al verlo jalar una gran valija con rodines en la que carga sus varios accesorios, prendas, collares, pulseras y un set de unos 15 tipos de lentes prolijamente ordenados, es difícil conciliar a este hombrón lleno de colgajos, con el corte de pelo y barba tan particulares, amén de un hablado muy del estilo de su personaje, con el Bryan Ganoza veinteañero, pelicorto y sin barba que exhibía su musculatura y sus detrezas deportivas en t-shirts y shorts azules.

Como anécdota que al final nos terminó haciendo gracia al fotógrafo Alonso Tenorio y al productor audiovisual Kenneth Barrantes, todos creímos que Ganoza había llevado dos vestuarios “macabros” y uno de “civil”, normal. El caso es que cada vez que entraba al camerino a cambiarse, salía transformado con un look diferente, solo que siempre como el Cabro más macabro… cuatro veces.

Ya en la última puesta nos conformamos con una camiseta blanca, sin mangas, y el jeans con rasgaduras: suficiente para reencontrarnos con Bryan Ganoza, sin personaje y sin poses, durante lo que restó de la tarde y parte de la noche.

Lo que sí sobresale en él, dentro o fuera del Cabro, del stripper, del ex-Combate o del asesor de impuestos, otro de sus trabajos en Estados Unidos, es la sencillez, su sonrisa-carcajada fácil y la expresividad de sus ojos, uno de sus rasgos más piropeados desde que estaba “chiquitillo”, en la escuela, cuenta él.

Este es un extracto de la entrevista:

--Bryan usted se convirtió en una figura conocida desde hace casi 10 años, cuando usted y todos sus compañeros de Combate se convirtieron en una especie de celebridades criollas que atraían críticas pero a la vez, reventaban los ratings. Ya entonces usted polarizaba opiniones en favor y en contra, pero lo que pasó en julio pasado cuando lanzó el video de El Triángulo, que a la vez presentó “en sociedad” al Cabro más macabro, fue literalmente macabro pero por la andanada de críticas e insultos que recibió en redes sociales. ¿Cómo vivió esa situación? ¿Lloró?

– (Se pone serio y responde con firmeza) Viera que no, para nada, no me dio por ahí. Sí es un toque cruel en el momento que yo invertí tanto tiempo, recursos, la filmación se hizo donde jamás nadie ha podido hacer un video, en una calle de Las Vegas que siempre está repleta de gente… ahora por la pandemia estaba vacía y grabamos en la madrugada… Lógicamente al lanzar el video en mis redes, en ese momento uno siente emoción y expectativa… yo estaba trabajando en mi oficina, en el negocio que tengo de asesoría de impuestos, y cada hora revisaba y veía que los views que aumentaban de cinco mil en cinco mil y yo “woww” y bueno ya después ¿quiere que le confiese una cosa? Yo leí absolutamente todos los comentarios en todas las redes, ya llegó un momento donde leí gente deseándome la muerte y otros, que me fuera a tirar de un puente… Es una canción y puede haber gente a la que no le gusta el género y que no le gustó para nada lo que se hizo, como todo, a otros sí, pero ya donde vi que era aquel ataque masivo mandándome a matarme, lógico uno piensa “¿Pero… qué es esto?”. Y sí, hubo un momento en que me salí de control y subí un video del que después me arrepentí y no tuve problemas en salir a disculparme…

Sí, ese video donde se veía tan enojado lo empeoró todo

– (Se ríe) Sí sí, donde dije que todos los ticos éramos una caca… eso estuvo muy mal, no se puede generalizar, hay de todo, yo sí le digo que con los días le empecé a ver la ventaja a todo el bullón que se armó: dígame ¿quien en Costa Rica no sabe hoy quién es el Cabro más macabro?

- Durante toda esta conversación usted menciona a su mamá (doña Sandra Arce) a cada momento, en cada circunstancia, en muchas anécdotas… ¿la figura de ella sigue siendo fuertísima aún a sus 32 años?

– Sí, ella se fue para Estados Unidos muy joven, primero a pasear y luego, a los 20, legítimo a buscar el sueño americano… en eso conoció a mi papá, él era español, luego quedó embarazada de mí y por eso yo nací en Miami… luego, cuando yo tenía dos años, mi papá se murió, yo no lo recuerdo, cuando le pregunto a mi mamá lo que me dice es que sí me parezco a él pero que él era menos alto y menos guapo (se ríe)…

¿Cómo se fue dirigiendo su vida hacia el lado del espectáculo, ya desde Combate, luego el intento en México, después su establecimiento como stripper en Las Vegas y ahora su iniciativa de ser cantante?

– Al año y un mes de que yo nací mi mamá tuvo a mi hermano, pero mamá sufría mucho porque si la agarraba la Migra, le daba terror que la mandaran a Costa Rica sin nosotros, porque los dos somos estadounidenses. De mi infancia primaria viera que no tengo muchos recuerdos, yo tenía seis años cuando llegamos a vivir aquí, mami ya no quería lidiar más con el miedo a que nos separaran, llegó un momento en que se volvió insoportable esa zozobra y nos vinimos para acá, siempre fui muy alto para mi edad, siempre era el último de la clase cuando hacíamos filas, pero bueno desde chiquillo me metía en todo, en la banda, de abanderado, que había que participar en algo y ponía a mi mamá a correr la noche antes porque tenía que ir de vaquero y así.

Ya en el cole (Liceo de Moravia) fue lo mismo, solo que en ese tiempo me enamoré del ciclismo y estuve vinculado cuatro años en la prejuvenil, en ese tiempo corría en el equipo Andrey Amador, que es un año mayor que yo pero tuve un accidente muy grave, pegué contra un paredón en Pacayas (Cartago) y quedé una semana inmóvil… luego se mató un compañero en un accidente, chocó contra un bus durante una carrera, mami sufría muchísimo y entonces a los 17 años lo dejé… ya entonces una compañera del colegio me había hablado de los Fashion Week y así empecé de modelo.

--¿Qué fue lo del Show de Cristina, que leí por ahí?

--Ah, que a los 18 años me invitó el equipo de producción de Cristina Saralegui para ir a hacer como una parodia de strippers de talla normal vs. strippers de talla pequeña, estos últimos eran profesionales, tenían un show en Las Vegas y todo y vea lo que es la vida, ahí mismo ya me empezaron a ofrecer la posibilidad de dedicarme a eso, no en ese momento, luego volví y ya fue cuando se dio todo lo de Combate pero ya ve, después de la experiencia en México, entonces se dio la oportunidad y la tomé. Tengo cuatro años de ser stripper y es un trabajo que me encanta, me divierte, me reta, es bien pagado y allá no existen los tabúes que sí existen aquí, con el tema de los maripepinos y demás, allá tanto hombres como mujeres combinan sus trabajos de día con dos o más shows por semana, y todo el mundo lo ve normal. Yo he tenido varias novias a las que he conocido por su trabajo como desnudistas, y no tengo ningún problema con eso.

--De hecho desde que los medios publicaron hace cuatro años que estaba trabajando como stripper, usted dio entrevistas y siempre lo ha hecho, sobre su trabajo en Las Vegas. Creo que es el primer costarricense que se desempeña como stripper en Las Vegas, o al menos el que lo habla con toda transparencia. ¿Cómo es dedicarse a ese trabajo?

– A mí me encanta. Es que es como todo, yo me lo tomé muy en serio desde el principio, como desde adolescente había tomado clases de todo tipo de baile y fui bailarín de tarima con Porto Five, que luego el grupo fue mío y andábamos por todo el país… en esos tiempos estaban muy de moda los ladies night aquí, entonces digamos que ya tenía experiencia en el manejo de público. Allá todo es muy libre, sin embargo cada quien elige su arte y como lo desarrolla… Ahí también uno tiene que saber qué quiere, el sueño de muchos es integrar a los Chippendales, yo de hecho comencé ahí, no entre los titulares pero a eso iba cuando me di cuenta de que ellos no reciben propinas, sino un salario fijo, es por una cuestión de marca y ahí entra el deseo de cada quien: yo necesito ir haciendo mis ahorros, no voy a dejar de ganar dinero solo por el tupé de decir que soy de los Chippendales, yo me presento en un strip club que se llama Kings of Hustler, somos 15 muchachos.

--Y cómo es su show ¿hasta dónde llegan?

– Normal, me da gracia que haya tanto morbo ¡viera todo lo que me preguntan! Pero no, yo me lo tomo muy en serio, de hecho mis compañeros me critican o me vacilan porque yo siempre siempre me pierdo media hora antes de la presentación para concentrarme y estar metido en lo que hago. Uno se da cuenta de que el show les encanta a las mujeres cuando usted ve que ni siquiera le quitan la mirada a uno para pedir un trago; nosotros vendemos fantasía, ellas se divierten y al final todos ganamos. (En el club en el que trabaja Ganoza no se permiten hombres entre el público, solo mujeres).

--¿Cuán bien pagado es ese trabajo?

– En una noche buena, digamos, yo llego a percibir unos $1.200... de ahí puede variar un poco hacia abajo. Y mala… no hay noches malas, lo mínimo que uno percibe son $500 “de a uno” (en billetes de un dolar), diay imagínese la contentera, uno contando y acomodando los billetes…

--¿En qué se diferencia lo que usted hace a lo que hacen sus compañeros?

– Es que cada uno tiene sus formas de llegarle al público. Por ejemplo, a algunos les gusta lucir una erección al presentarse, entonces se la propician antes de salir a escena y se ponen una liga alrededor del pene para pasar erectos toda la función, yo no lo critico pero no lo hago, primero porque apelo a algo más artístico, más conceptual y yo sé y siento que a las mujeres de pronto les gusta más algo así, más sugestivo, que una cuestión como más explícita. También eso de salir “ligado” (como se le llama en el argot) a futuro es muy dañino para la salud, trae consecuencias.

¿Está muy joven (cumple 33 años el próximo 15 de diciembre) pero dedicarse a ser stripper profesional tiene fecha de caducidad para usted?

– Pfff ¡claro! Yo veo compañeros que tienen cuarenta y resto, 50 años y siguen trabajando y les va de lo más bien, se mantienen muy bien físicamente y son muy apetecidos, pero al menos entre mis planes no está mantenerme tanto tiempo como stripper, por eso tengo tantos trabajos como puedo, yo he vivido mucho, más joven me pasó tres veces tener que empezar de cero, ahora aprovecho la salud y la juventud para generar ingresos, tengo a mi hijita Colette… pero además mi sueño siempre ha sido tener una familia grande ¡quiero tener 10 hijos!

¿Es en serio?

--¡Sí claro! No sé si llegue a lograrlo pero me encantan las familias grandes, mi mamá me dice que me voy a tener que ir a casar en algún lugar donde la poligamia se permita, para que tenga ese familión.

¿Qué dicha que lo menciona… hablemos de las mujeres de su vida, ahorita está en pareja?

– (Sonríe y asiente generosamente) Siempre, siempre, siempre estoy en pareja. A mí no me gusta estar solo, me encanta tener a alguien que me acompañe y me consienta, y de mi parte lo mismo. Desde la escuela me buscaban mucho las chiquillas, seguro por ser más alto, en el colegio me arrinconaban ¡yo con 13 años! (risas). Y sí, siempre he sido noviero pero a pesar de eso perdí la virginidad o bueno, la primera vez que tuve sexo fue a los 18 años… también es porque en los años de cole estuve demasiado metido en el ciclismo y era de lunes a domingo y dos veces por semana a entrenar.

Pensándolo bien, es cierto eso de que es noviero… hasta donde recuerdo he sabido por la prensa al menos de tres o cuatro novias que ha tenido en los últimos años…

– (Risas) Ah sí, a mí no me gusta mentir, y siempre trato de que las relaciones, si se terminan, sea en buenos términos. Aunque bueno no siempre se puede, hace un tiempo tuve que pegar carrera porque me vine para Costa Rica y la novia con la que vivía allá en aquel momento, se puso celosísima e intensa y cuál fue mi sorpresa cuando voy viendo en Instagram las fotos de todas mis cosas ¡hasta mi ropa, zapatos! Todo con el rótulo de yard sale (venta de garaje)… y no me atendía las llamadas, viera qué desesperación, tuve que hacer una trama, empecé a poner fotos mías en Instagram posando aquí en Costa Rica, mientras tanto compré un boleto soplado y cogí el primer vuelo que pude ¡viera qué angustia! No, diay, ya cuando llegué había llamado a alguna gente conocida para que me acompañaran a la casa, me daba miedo que dijera que yo la iba a agredir o algo así, por dicha, aparte de la sorpresa que se llevó cuando me vio ahí, el asunto no pasó a más, yo inmediatamente recogí todas mis cosas y me fui. ¡Terrible ese cuento!

Muy recordado y sonadísimo su noviazgo con Melissa Mora… ¿estuvo enamorado usted? ¿Duraron poco tiempo, verdad?

– ¡Claro que estuve enamorado! Qué va, fueron dos años, no fue tan poco tiempo, ahora somos amigos, nos queremos mucho, hablamos poco pero hay un gran cariño. Lo más loco de esa época era cuando llegábamos Meli y yo juntos a algún lugar ¡la que se armaba! Todo el mundo que fotos con ella o conmigo o con los dos… por eso yo digo y sé que es así, una cosa es lo que uno ve en redes y otra la que percibe de la gente. Yo sé que no tengo por qué caerle bien a todo el mundo y que a mucha gente puede no gustarle mi música, eso es lógico, pero de ahí a que te manden a matarte, a tirarte de un puente… lo que yo percibo en la calle generalmente es cariño y, como mínimo, respeto por parte de la gente. Por eso me arrepentí tanto de haberme referido a los ticos cuando exploté con aquel video, pero bueno eso ya pasó (risas).

Bryan, volviendo al tema de las relaciones amorosas, usted hace un rato mencionó que los tabúes sobre el sexo y las costumbres heredadas y reglas sociales impiden que la sexualidad se disfrute cómo debe ser, y mencionó que incluso usted no tendría ningún problema en mantener dos relaciones paralelas mientras las dos mujeres estén de acuerdo e incluso que propiciaría que se conozcan, si es del caso… ¿Está usted de acuerdo con las relaciones abiertas? ¿Estaría de acuerdo si fuera a la inversa, que su pareja mantenga una relación con otro muchacho, además de usted?

– Yo lo que sé es que hay muchos tabúes, ataduras y mucha pero mucha mentira entre las parejas, sobre todo de gente casada. No sé si definir lo que yo pienso como una relación abierta, no me gustan las etiquetas, creo que eso es parte del problema, pero sí me parece que incluso a nivel sexual hay montones de gente reprimida, llena de miedos y que nunca llega a disfrutar plenamente de la sexualidad. En Estados Unidos, al menos en muchos estados hay una mentalidad mucho más libre, al final es un asunto de cada quien con su o sus parejas, a uno lo crían con mucho rollo mental, yo entre todo lo que hago siempre saco tiempo para leer o escuchar opiniones de la gente, distintas filosofías, me encanta la historia, me gusta mucho saber cómo se fue formando esta sociedad a la que le hace tanta falta hablar de sexualidad con los hijos en una forma natural, cuando ya tengan una edad y estén en ese proceso.