La Copa Oro también dejó una renovación pendiente

La convocatoria de Gustavo Matosas excluyó a varias promesas y prefirió a futbolistas veteranos que al final no tuvieron mayor impacto durante el torneo

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Para gustos, colores. Esta vez Gustavo Matosas prefirió apostar por una combinación de juventud y veteranía, estando la última por encima de la primera.

Desde la convocatoria, anunciada a inicios de junio, fue evidente que el entrenador de la Selección Nacional se inclinó por el buen momento de algunos futbolistas, aunque estos tuvieran más de 35 años.

Ellos le ganaron, por ejemplo, a otros que son llamados a marcar el cambio generacional que todavía no llega.

Álvaro Saborío y Christian Bolaños estuvieron en el torneo, pero su aporte fue mínimo. De hecho apenas jugaron 76 y 20 minutos, respectivamente.

A ellos, con 31 años, se suma Jonathan McDonald, quien participó 171 minutos sin mayor suceso.

Entonces, ¿realmente eran necesarios? ¿Era mejor llevar más jóvenes para que empezaran a formarse con la Mayor?

“Así son las selecciones, hay que renovar y ganar. Sí hace falta darles oportunidad a nombres nuevos porque tienen que seguir apareciendo. Lo que pasa es que eso tal vez va a complicar un resultado”, opinó el entrenador César Eduardo Méndez.

Se privaron de esa oportunidad fichas como Pablo Arboine, Rolando Araya, Marvin Loría, Ian Smith, Juan Pablo Vargas, Ariel Lassiter o incluso un José Rodolfo Alfaro.

Todos esos jugadores fueron llamados en algún momento por Matosas, pero para la Copa Oro no recibieron el chance.

Tampoco estuvo Wílmer Azofeifa, a quien otros entrenadores sí le habían dado oportunidad, como Rónald González.

Quien fuera entrenador interino se encargó de que Allan Cruz tuviera sus primeros impulsos y hoy sea casi una realidad en el combinado tricolor. De ahí también vino Jimmy Marín, pero su historia forma parte de otro cuento.

Lo cierto es que el charrúa dio continuidad a algunos (que ya venían jugando), pero frenó la transformación, al menos por ahora, hacia un equipo rejuvenecido.

El equipo que fue al torneo regional lo hizo con un promedio de edad, de 28,1 años, ligeramente menor que la que estuvo en el Mundial de Rusia, con 29 años.

Punto alto para el seleccionador fue darle la confianza a Rándall Leal, del que se vieron momentos buenos, aunque evidentemente le falta más recorrido. Lo mismo con Keysher Fuller o Mayron George, pese a que el delantero quedó debiendo.

Precisamente, encontrar un atacante es una tarea pendiente para Matosas, quien ha prescindido de opciones como David Ramírez, o el mismo Johan Venegas, que con 30 años mostró buen rendimiento en el torneo nacional pero no tuvo el mismo chance de McDonald o Saborío.

Lo cierto es que en general la agresividad en el recambio fue menor y se apostó por un discurso de ir a ganar el esquivo cetro, pero al mismo tiempo se quedó muy lejos de esa meta.

“Hay que pensar cuál es el objetivo de la Selección. Si se le dice a la gente o a todos cuál es el objetivo y qué esperamos creo que no habría ningún problema, la cosa es cuando se dice una cosa y se dice que se va a ganar la Copa Oro y cuando regresas decís que venimos fortalecidos por empatar contra México. Para mí es complicado encontrar una congruencia”, agregó Méndez.

Tan solo unos minutos después de que los aztecas eliminaran a la Tricolor, Matosas analizó de nuevo la convocatoria de experimentados versus jóvenes y reabrió las oportunidades para nuevas caras.

“Termina la Copa Oro, donde yo traje jugadores que estuvieron bien en el campeonato; ahora vendrán otros más”, mencionó.

¿Cuáles fueron las enseñanzas para el entrenador? ¿Quiénes pasaron la prueba y quiénes merecen el llamado? Lo dirán las próximas convocatorias.