Costa Rica no encontró repuestos de calidad para su motor en cuatro años

'Sele' revitalizó la retaguardia y los laterales, pero es evidente el desgaste de los hombres clave en la generación. Competencia pesa poco

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Celso Borges corrió más que Thomas Müller y más que cualquier otro mundialista. Cuando terminó la cita brasileña para Costa Rica, el volante había recorrido 60,4 kilómetros, algo más que el alemán, posteriormente campeón del mundo.

Después le siguió Bryan Ruiz. Tan vital con el balón como sin él, corrió tanto como Müller, 57,4 kilómetros en total. Después de Borges, ellos fueron los jugadores con más kilómetros recorridos en el torneo jugado en Suramérica.

La medición de FIFA hacía énfasis en el enorme desgaste de ambos ticos cuando no tenían la pelota. Literal, el ida y vuelta se volvió un arma para la Sele.

Christian Bolaños no corrió tanto, pero pocos fueron tan efectivos para Costa Rica. Dos asistencias a gol y un más que meritorio aporte en la generación y elaboración de juego.

Yeltsin Tejeda fue el candado. La promesa que parecía crecer a pasos agigantados.

Y siempre que se necesitaba un revulsivo, decía presente José Miguel Cubero, una garantía en la marca y el equilibrio.

El punto es que, cuatro años después, el mediocampo de la Nacional se ve en otro estado de forma. La Nacional afronta el Mundial sin el ida y vuelta de Borges, ni el ritmo de competencia de Bolaños, en plena recuperación después de sufrir una fractura de tobillo.

La evolución de Tejeda se quedó corta, al punto de que David Guzmán lo relegó al banquillo durante la mayoría de la eliminatoria mundialista.

Es evidente que todavía son piezas muy valiosas para Costa Rica. Sin Bryan, por ejemplo, la Tricolor es otro equipo, sin ton ni son y con poco para argumentar sus ataques.

La renovación, tan necesaria para revitalizar y abrir la competencia, tampoco fue tan fuerte como para enviar al banquillo a los otros jugadores. El mejor ejemplo es Bolaños, quien si no se hubiera lesionado, probablemente arrancaría el Mundial como titular.

Guzmán fue el único capaz de robarle el puesto a Tejeda. A diferencia del mediocampo, en la zaga sí hubo más trabas. Aparecieron Francisco Calvo y Kendall Waston; Johnny Acosta no bajó los brazos y al final Michael Umaña se quedó sin su tercer mundial.

En el perfil izquierdo, Rónald Matarrita incrementó la pugna por un lugar, al punto de que hizo olvidar a Júnior Díaz, quien desde la eliminatoria se quedó sin opciones.

No sucedió lo mismo en la medular. Wílmer Azofeifa rindió cuando se le dio la oportunidad, pero apareció muy tarde en el proceso, lo que al final le restó opciones de estar en la lista final.

Elías Aguilar nunca pesó en la Sele y, para ser justos, tampoco recibió un verdadero chance de jugar a la par de los futbolistas ya consolidados, un caso similar al de Gerson Torres, de muy poco cuando fue probado en la Copa Uncaf con un equipo alternativo.

De antemano se percibe que en la mayoría de posiciones en las que predomina el trabajo defensivo (centrales, contenciones y laterales) aparecieron jugadores a meter presión en algún momento del proceso. No sucedió lo mismo en la zona de generación.

No es culpa de Ruiz, que por lo visto tendrá un campo fijo hasta que él lo decida.

Los revulsivos en la zona de creación, la más desgastada de la Mayor, tampoco son un seguro. Joel Campbell, quien pasó del ataque a la medular y viceversa durante la ruta mundialista, parece pujar por un lugar en la oncena y la opción de que lo logre no se percibe nada complicada.

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Pese a que jugó a cuentagotas en su club durante el último año, a causa de las lesiones, a Campbell le bastó con un partido bueno (Irlanda del Norte) y otro regular (Inglaterra) para hacer ver que pocos consiguen desequilibrar tanto como él. Y la Sele lo nota.

Daniel Colindres se ganó un espacio en la lista a los 32 años, cuando la eliminatoria estaba al rojo vivo. Aún así, Ramírez no lo utilizó en los últimos dos fogueos. No hay una explicación real del porqué, pero el seleccionador explicó en varias ocasiones que le había exigido más sacrificio defensivo para medir su desempeño.

Rodney Wallace, de un perfil muy bajo desde el proceso anterior, no jugó un solo minuto en los amistosos. Y Rándall Azofeifa solo ingresó de cambio ante los belgas.

Como ya hay poco espacio para experimentar, Costa Rica empezará la Copa del Mundo con un mediocampo que no cumple como antes, pese a que tiene los mismos hombres.