La novela tica detrás de los dos megaproyectos deportivos que agonizan antes de nacer

La construcción del Pabellón y el Acuatorio genera un ambiente crispado, con marcadas posiciones a favor y en contra. Esta es la historia del “proyecto estrella” del Gobierno anterior, que hoy muere a paso lento.

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Las obras se anunciaron en un evento de gala. La anterior ministra ,Carolina Mauri, reunió en el cubo de cristal del Estadio Nacional a deportistas, jerarcas de federaciones, políticos y al expresidente Luis Guillermo Solís, quien ofreció un discurso elocuente y optimista.

En aquel espacio reservado por el Ministerio del Deporte había maquetas e imágenes de dos enormes obras que, en pocos años, se alojarían en el Parque de La Paz y La Sabana.

Esa mañana del 11 de julio del 2016, Mauri anunció la construcción del Pabellón Deportivo y el Centro Acuático, dos megaproyectos en los que se invertirían $38 millones. Solo la primera obra hospedaría ocho deportes distintos, con un impacto para 1.200 atletas de alto rendimiento.

La novela dio un giro radical en dos años. Alrededor de ambos recintos se creó un ambiente crispado, con marcadas posiciones a favor y en contra. Lo que fue presentado como el “proyecto estrella” del deporte en la pasada administración, hoy muere a paso lento.

¿Qué pasó? La nueva infraestructura deportiva pretendía llenar un vacío en el deporte tico, que resiente la ausencia de espacios para entrenar y competir con las mismas condiciones que se exigen en los eventos internacionales.

El BCIE (Banco Centroamericano de Integración Económica) le aprobó un préstamo a largo plazo al Icoder (a 20 años), después de casi dos años de estudios financieros, ambientales y legales, en los que se determinó que dichas obras tenían un fin competitivo pero también recreativo, pues se podría involucrar a las comunidades aledañas a La Sabana y el Parque de La Paz, muy afectadas por la inseguridad.

En la reunión hubo funcionarios que celebraron las obras y muchos otros que asistieron por cortesía, como Henry Núñez, presidente del Comité Olímpico Nacional (CON), y opositor acérrimo de ambas instalaciones, a las que desde un principio consideró lejanas a nuestra realidad.

Desde la etapa de planeación, Núñez le planteó distintos argumentos a la ministra para que se echara atrás con el proyecto. Primero, consideraba que la obra no era viable. Es decir, se podía hacer un Pabellón de ocho gimnasios mucho más barato, sin arriesgar los ingresos para las federaciones en el largo plazo, pues el Icoder se endeudaría con un préstamo muy alto.

El dirigente también cuestionó cómo el ente tenía los fondos para esta infraestructura y no para incrementar el presupuesto del Comité Olímpico Nacional, el órgano que representa a los deportistas de alto rendimiento.

Al mismo tiempo, definió los proyectos como “elefantes blancos” que le iban a costar un dineral a las federaciones en mantenimiento, una complicación adicional.

La ministra, en cambio, insistió en que las obras tenían todos los estudios que respaldaban su viabilidad, al mismo tiempo que defendió su costo, pues la vida útil era mucho mayor a la de los gimnasios comunes, a razón de los materiales amigables con que serían construidas.

Desde hace un año, cuando estaba por finalizar el periodo de Mauri, se generó un ambiente pesado alrededor de las obras, con federaciones a favor y en contra, el préstamo aprobado y todo listo para que saliera a licitación la construcción del Pabellón.

El Icoder nombró una unidad ejecutora que se encargó de cumplir los requisitos y le asignó a la Universidad de Costa Rica el diseño y el presupuesto del enorme inmueble.

En plena campaña, el hoy presidente Carlos Alvarado anunció a Hernán Solano, exjerarca de la Federación Costarricense de Ciclismo, como la carta elegida para comandar el Ministerio del Deporte. Desde entonces, el nuevo ministro se mostró reacio con la idea de gastar tanto dinero en los megaproyectos cuando su aspiración era otra. Quería invertir en gimnasios de menor costo y en zonas rurales, en lugar de centrar la inversión en San José.

También es cierto que Solano es un tipo muy diplomático, y de entrada prefería llevar la 'fiesta en paz' con los actores primarios que lo rodean, entre ellos Henry Núñez, férreo opositor y claro enemigo de la anterior ministra Mauri.

Las obras se volvieron una piedra en el zapato para Solano, pues el préstamo con el BCIE ya estaba aprobado y recién iba a salir a concurso la licitación del Pabellón.

En ese momento apareció otro freno para los proyectos: los resultados de la licitación pública. Concursaron dos empresas interesadas en asumir la construcción: Volio y Trejos y EDIFICAR.

En ambos casos, las ofertas superaban los $30 millones solo por el Pabellón (a falta de la licitación del Acuatorio), cuando el presupuesto definido por la Universidad de Costa Rica, encargada de diseñarlo, era de $15 millones. Es decir, la mitad.

Ante este panorama, la unidad ejecutora contrató a dos ingenieros expertos en presupuesto de obra pública para determinar si las ofertas de las compañías estaban infladas o, por el contrario, hubo un error en lo presupuestado por la UCR.

De acuerdo al análisis de los ingenieros, se llegó a la conclusión de que las propuestas de las compañías constructoras se acercaban a la realidad del mercado. Es decir, el que las ofertas fueran de $30 millones en lugar de $15 millones, se debió a un fallo en el cálculo de la Universidad.

Ya en el pasado, la unidad ejecutora le había reclamado a la 'U' unos retrasos en los plazos de entrega del proyecto. Al final, se rescindió el contrato entre las partes.

Frente a esta realidad financiera, se reajustó el diseño del Pabellón para bajar los costos. Al mismo tiempo, se redujo el precio del Centro Acuático para que se ajustara al presupuesto inicial. Como el préstamo del BCIE es por ambos proyectos, el cambio en el precio afecta a la segunda obra, pese a que aún no sale a licitación.

El costo de la infraestructura no podía sobrepasar los $38 millones, según lo acordado entre el Consejo de Deportes y la unidad ejecutora.

Dentro de los cambios para disminuir los costos del Pabellón, se eliminó un gimnasio del diseño original y se determinó que el baloncesto y el fútsal podían compartir instalaciones. Se le planteó el nuevo escenario al Consejo de Deportes que preside Hernán Solano, quien de entrada rechazó esta alternativa.

Según el ministro, lo que se presupuesto inicialmente ($15 millones) era para construir un Pabellón con ocho gimnasios y todas las comodidades, por lo que no existe ninguna anuencia en acoplarse a esta idea, al considerar que el dinero es más que suficiente.

Solano se ha reunido con el presidente del BCIE, Ottón Solís, en dos oportunidades. El banco tiene un contrato de préstamo que debe ejecutar, pero el Icoder aún no confirma (ni descarta oficialmente) que se vayan a realizar las proyectos.

Están a la espera de unos informes financieros y legales solicitados a distintos órganos dentro de la institución para analizar las recomendaciones y determinar si prosiguen o no con el Pabellón, pues, en la teoría, debe salir a licitación de nuevo.

Y mientras esto se resuelve, el ministro frenó en seco el proyecto del Centro Acuático, a la espera de lo que sucede con la otra obra.

Sin embargo, Solano es más que enfático cuando se refiere a esta infraestructura.

"El deporte no se hace solamente en el Pabellón y el Centro Acuático. En este proceso le hemos informado a las federaciones involucradas en que hay que construir infraestructura, pero sin malgastar los recursos públicos", afirmó Solano.

El exdiputado Solís confirmó que no pueden mantener el dinero para el Pabellón y eliminar el presupuesto solicitado para el Acuatorio, pues el préstamo se pidió para ambos proyectos.

Reconoció que si el Gobierno desiste del crédito, no tienen otra alternativa que des-obligarlo, sin que exista ninguna penalización para el Icoder.

De hacerlo, se perdería todo el trabajo realizado por la unidad ejecutora en los últimos dos años y ocho deportes se quedarían sin el lugar que ya estaba destinado para desarrollar la disciplina, hasta que Solano informe si se realiza otro proyecto desde cero.

La unidad ejecutora había solicitado ¢18.000 millones para iniciar las obras en el 2019 y el Consejo no aprobó dicha partida. Solano cree que el país vive una situación apremiante que obliga a ahorrar el dinero, por lo que reconoce que los proyectos están en veremos.

A falta de los informes que solicitó el Consejo de Deportes al área financiera del Icoder para medir el impacto de estos megaproyectos en sus finanzas, tal parece que el Pabellón Deportivo del Parque de La Paz y el Centro Acuático de La Sabana tienen sus días contados.