Las revelaciones de la vida de Pablo Gabas: Alajuelense pagó $20.000 por tenerlo seis meses

Los cinco capítulos de la vida del último ídolo de la Liga; desde cómo lo ‘adoptaron’ dos señoras de Santa Bárbara hasta la forma en que conoció a su esposa. Este miércoles es su despedida

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Pablo Antonio Gabas es uno de esos nombres que siempre estarán presentes en la historia de Alajuelense.

El armador de juego, el último ídolo, el che que portará la banda de capitán de la Liga por última vez tendrá este miércoles su partido de despedida, tras tomar la decisión de no jugar más, antes de vestir otros colores en el fútbol nacional.

“Yo nací para jugar en este club”, afirmó Gabas el pasado 22 de mayo, cuando anunció su decisión de retirarse y es lo que resume lo que él mismo considera “una historia de amor eterno” con la Liga.

Capítulo 1:

De Necaxa al club tico Santa Bárbara

Aquel sábado 31 de agosto de 2002, en la síntesis deportiva de La Nación se publicó que según una encuesta, los costarricenses consideraban que el técnico de la Selección Nacional debía ganar, en promedio, $6.500 mensuales (unos ¢2,3 millones en esa época).

Fue justamente ese día cuando el volante argentino Pablo Daniel Antonio Gabas llegó a Costa Rica por primera vez, procedente del Necaxa de México.

Con menos de 24 horas en territorio nacional, aquel jovencito nacido en Argentina y que dio sus primeros pasos en el fútbol en Patronato, acudió al Estadio Carlos Alvarado y observó el empate (2-2) entre su nuevo club, Santa Bárbara, dirigido por Jorge Mario Olguín y un Pérez Zeledón en el que Johnny Chaves se bautizaba ese día como técnico.

“Traer a un muchacho que se convirtió en una figura es importante. Él tenía menos de 20 años, con una gran calidad como jugador y persona, y eso se convierte en un hecho relevante en el actuar de nosotros como dirigentes en Santa Bárbara”, comentó Rolando Castro, quien era el presidente del cuadro barbareño en ese momento.

El exjerarca, su papá y su hermano viajaron a México para conocer las instalaciones del Necaxa en Aguas Calientes.

Uno de los asesores de la dirigencia de Santa Bárbara era Wálter Ormeño, que estaba muy vinculado a Televisa y que fue entrenador del América, de Comunicaciones y de la selección de México, y les recomendó a Gabas.

“Teníamos como entrenador a Jorge Mario Olguín, que era la contraparte en Costa Rica y apenas vio a Pablo nos dijo ese es, eso es lo que necesito”, recordó Castro.

Según él, la ciencia de contratar extranjeros buenos radica en rodearse de gente que sepa de fútbol.

“Santa Bárbara era un bonito proyecto, lo que no teníamos era afición, pero con todo y todo, pienso que le aportamos bastante al fútbol nacional, porque por ejemplo, Jonathan McDonald debutó con nosotros”, recordó el exjerarca.

Una de las primeras personas en tenderle la mano fue doña Maritza González Hernández, quien lo recibió en su hogar desde el primer día.

Su casa estaba a 200 metros del estadio y tenía cuatro cuartos, pero ella vivía sola con su hijo menor, porque otro de sus retoños estudiaba en Cuba y el otro se había casado.

“Yo hospedaba a jugadores, no solo a él, fueron muchos. Por mi casa pasaron también Gustavo Martínez, Pablo Tiscornia, Luis Fernández Texeira, muchos... y él llegó a mi casa y ahí lo recibimos muy bien, se convirtió en mi hijo”, subrayó doña Maritza con nostalgia.

“Llegó siendo un muchacho de 19 años y hasta era tímido. Muy casero y lo que más le gustaba era el fútbol. Usted nunca lo veía en fiestas ni nada, en el momento que él estuvo hospedado en mi casa yo no puedo decir que él andaba en fiestas, nunca. Era muy disciplinado, una persona muy honrada, muy especial, muy creyente en Dios”, describió.

Era como la madrina de los jugadores, porque después de los entrenamientos de los barbareños, el plantel completo iba a almorzar a su casa. Sin embargo, Gabas la ve como una mamá.

“De verdad él es muy especial para mí. Era mi chineado y lo sigue siendo. Cuando se fue para Alajuela yo iba a dejarle la comidita, el arroz con pollo, la lasagna y las cosas que a él le gustaban”, destacó.

El 22 de mayo, cuando él anunció su decisión de retirarse del fútbol, ella fue de las primeras en contactarlo.

“Le mandé un mensaje que decía: ‘Yo voy a su despedida’ y me respondió: ‘Sí, ma, usted va a mi despedida’, porque él solo ‘ma’ me dice. Como le digo, es como si fuera uno de mis hijos”, acotó doña Maritza.

Capítulo 2

Debut, primer gol y préstamo a la Liga

Pablo Gabas debutó con Santa Bárbara el 15 de setiembre de 2002 y a la semana siguiente, el 22 de setiembre, el argentino que hoy está naturalizado costarricense convirtió su primer gol en el fútbol tico y lo hizo ante Carmelita, en el Estadio Allen Riggioni, en Grecia.

“Lo recuerdo como si hubiese sido ayer. Ganó una pelota como a los diez minutos, se llevó como a cuatro rivales y marcó un golazo que debe estar en los archivos de las televisoras, fue una jugada muy buena”, rememoró Rolando Castro.

Desde ese momento, Gabas empezó a jugar todos los partidos con los barbareños como titular.

“Solo duró un año con nosotros. Con esa juventud, jamás se iba a lesionar y Alajuelense entró en contacto con nosotros. Fue una negociación de directiva a directiva. Yo lo negocié con Lázaro Broitman y llegamos al acuerdo para que Pablo pasara a la Liga”.

En principio, fue un préstamo por seis meses.

“La Liga nos pagó bien. Fueron $20.000 y para un club pequeño era mucha plata”.

Posteriormente, Eduardo Li compró la franquicia de Santa Bárbara para que la usara Puntarenas.

“Como parte de la nobleza, nosotros no dejamos deudas. El jugador que tenía intenciones de irse lo podía hacer sin costo y Pablo quería quedarse en la Liga, ya él estaba enamorado de la Liga”.

Castro actualmente tiene una distribuidora de alimentos y Gabas tiene un catering service, por lo que son socios comerciales, pero en realidad, él dice que lo ve como a un hijo.

“Yo soy liguista, no por Pablo, desde siempre, con corazón barbareño y si le digo que como liguista creo que todavía le quedaba cuerda para jugar. Me habría gustado verlo en el centenario, pero son decisiones que él maneja maduramente, es un profesional y es lo que yo reitero, poco jugador tiene una oportunidad de educarse, de sacar una carrera, esa es la moraleja”, apuntó.

Capítulo 3

El líder que siempre dio la cara

Pablo Gabas se vistió con el uniforme de Alajuelense en 2004 y resulta curioso que ahí se topó de nuevo con el primer técnico que tuvo en Costa Rica: Jorge Mario Olguín.

El argentino había llegado a un equipo que brillaba, que estaba lleno de estrellas y que tenía el plus de ser tetracampeón nacional en ese momento.

Ahí emergía la figura de un hombre que ante el liguismo se convirtió en ídolo cuando fue determinante para la consecución de un título y que como el mismo dice: “A mí me llena de orgullo ver que siempre di la cara, no solo en las buenas, sino en las malas, cuando nadie quiere hablar”.

Gabas debutó con la Liga el 10 de enero de 2004 y lo hizo con gol, frente a su exequipo, solo que en ese juego, Santa Bárbara triunfó 2-3.

Meses después, Javier Delgado relevó a Olguin en el banquillo manudo.

“Yo creo que Gabas siempre dio muestras de ser un jugador diferente por su condición futbolística, pero sobre todo, por su personalidad. Yo vi condiciones interesantes en él desde el primer momento”, comentó Delgado.

El Sheriff primero lo usó con un doble cinco, luego lo adelantó un poquito y le ayudó mucho a la Liga en el Torneo de Concacaf del 2004 y en el campeonato que lograron en la temporada 2004-2005 y el cetro de clubes de Uncaf en 2005, donde él anotó en la final ante Olimpia en Honduras.

“Para mí es uno de los jugadores más completos que yo he visto, por esa parte de que podía crear juego y que podía ayudar a defender. El liderazgo que él ejerció desde ese momento se fue cultivando, se fue agrandando, hasta lo que sabemos que representa Gabas en Liga Deportiva Alajuelense, yo solo cosas positivas puedo decir de Pablo", reseñó Delgado.

Esa Concacaf fue una consolidación. La Liga tenía un equipo de mucha experiencia, pero según cuenta el técnico de esa época y actual gerente deportivo del club, los muchachos que llegaban no tenían problemas de adaptación.

“Después ellos fueron los que sostuvieron cuando los más experimentados no estaban. Esa función Gabas la cumplió siempre. Al principio guardó la distancia porque habían figuras muy importantes que tenían esa parte recargada. Poco a poco, fue metiéndose y llegó a ser no solo uno de los líderes, sino uno de los iconos del club”, añadió Delgado.

En el segundo semestre de 2008 se marchó al Necaxa y volvió a finales de 2009 y en la final del Invierno 2010 marcó un gol sobre la hora contra Herediano que obligó a los tiempos extra y a los penales para que la Liga consiguiera su estrella 25 en el Morera Soto.

Gabas era el capitán y Óscar Ramírez el entrenador en una nueva época de éxito, bonanza y títulos para los erizos.

En 2012 obtuvo la nacionalidad costarricense y el volante fue llamado a la Selección. Los goles que había hecho en Concacaf contra Galaxy de Los Ángeles y Morelia lo pusieron en la mira del fútbol internacional.

Lo quería el Querétaro de México y según cuenta el propio Gabas, el entonces presidente manudo Raúl Pinto, le pidió que aceptara, porque su venta significaba un ingreso de dinero importante para el equipo.

Y se marchó en diciembre de 2012. No estuvo cuando la Liga alcanzó su estrella 29 en el Invierno 2013.

Gabas retornó a la Liga en 2014, donde se mantuvo, hasta que decidió retirarse de la actividad competitiva, pero sigue en Alajuelense, trabajando en la parte administrativa con el español Agustín Lleida en la puesta en marcha de un proyecto ambicioso que renovará por completo las divisiones menores.

Según el recuento del periodista Luis Enrique Bolaños, Pablo Gabas jugó 350 partidos en Primera División con Alajuelense.

Marcó 58 goles en la máxima categoría con los manudos y consiguió 6 tantos en Concacaf.

En cuanto a pergaminos, coleccionó cinco títulos nacionales, uno de Concacaf y uno de Uncaf.

Capítulo 4

Gabas: ‘Yo nací para jugar en este club’

Ponerle fecha al final de su carrera como futbolista profesional no fue una decisión repentina o antojadiza.

Después de que superó la única lesión grave de su vida, el volante logró recuperarse y volvió a jugar dos torneos más, pero su presencia en partidos ya no era tan frecuente.

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Y el capitán, el último ídolo de la Liga quería serle útil al equipo de sus amores y no convertirse en una carga.

Pocos días después de que Alajuelense cerró su participación en el Clausura 2018, Gabas sabía que su contrato se vencía y aunque tiempo atrás le habían hablado de una posible renovación, él habló con el presidente Fernando Ocampo y con el gerente deportivo Javier Delgado para decirles que ya sabía lo que quería: no jugar más, aunque con eso sentía que se acababa una parte de su vida.

Con el anuncio, explicó que aunque podría seguir jugando un tiempo más, su corazón rojinegro no lo comparte con nadie.

“No me perdonaría vestir otros colores ni tampoco que mis hijos lo vean. Yo nací para jugar en este club”, escribió Gabas en la carta con la que dio a conocer su retiro.

El futbolista lo conversó con su esposa, Dayana Guillén, y también le tomó el criterio a Yerlyn Vargas, otra persona que conoció recién llegado al país y que se convirtió en una de sus principales consejeras.

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“Sabíamos que el día se iba a acercar, tarde o temprano debía ser el momento y se dio. Me pareció muy buena la decisión. Pablo ha sido una persona que se ha entregado en alma y cuerpo a su trabajo, a su carrera y a veces tenía esos sacrificios y esos niños que están frente al televisor viéndolo necesitan más espacio con él”, opinó Vargas.

Y agregó: “Era la decisión correcta, en el tiempo correcto, aparte de que él tiene otros proyectos y es el tiempo propicio y yo le digo que la gente que tiene experiencia y deja marcadas vidas, es una vida memorable y creo que Pablo Gabas es una vida memorable para todos”.

Capítulo 5

El capitán fuera de la cancha

El capitán de Alajuelense que tendrá este miércoles su partido de despedida representa el modelo de futbolista que cualquier equipo se desea.

Un hombre entregado en la cancha, con voz de mando, con una conducta intachable al cruzar el portón del estadio y visión a futuro, porque mientras otros invertían su tiempo libre en diversas actividades, él acudía a la universidad.

Yerlyn Vargas tuvo tres hijos, pero la vida le deparó uno más a través del fútbol.

Natanael era su retoño menor y él iba a jugar al Estadio Carlos Alvarado.

Un día, él le llegó a contar que había conocido a un muchacho que hablaba con acento extranjero y que estaba recién llegado al país.

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“Poco después, estábamos en la iglesia y mi hijo me dijo que ahí estaba el muchacho. Lo invitamos a la casa para que viniera”.

Ahí comenzó una relación de hermandad que se mantiene hasta la fecha.

“Él no tenía a nadie aquí, entonces nosotros lo acogimos y él siempre venía a mi casa y jugaba con mi hijo. Resulta que pasó el tiempo y yo un día le pregunté que cómo era la chica de sus sueños”, recordó.

Gabas le comenzó a hablar de la idealización que tenía de una muchacha y aunque él no la conocía, ella sabía a quién se refería.

“Con la descripción yo la asocié a una chica de la iglesia y ella se convirtió en su esposa. Dayanita era una niña que yo vi crecer, he sido muy unida con la familia de ella y así fue como comenzó esa relación”.

Pasaron varias situaciones que los marcaron.

“Vino un tiempo en el que la mamá de Pablo muere, ella se enferma y ese lazo nos unió más porque yo siempre traté de estar con él. De hecho, él solo me dice mamá Ye y en el proceso de la enfermedad de la mamá y todo lo que pasamos, siempre estuve con ellos. Cuando se casaron, yo organicé esa boda con Dayana”, relató Vargas.

Después de que murió la mamá del futbolista, hace diez años, el hijo de Yerlyn, por el que ella conoció a Gabas, también falleció.

“Ese lazo nos ha unido más porque para él yo soy como la mamá que no tiene y él es para mí como el hijo que ya no tengo. Sus hijos, Daniel y Mateo, son mis nietos”.

Como anécdota, cuenta que ella cumple años el 6 de marzo y cuando Dayana estaba embarazada y le iban a hacer la cesárea, Gabas la llamó.

“Me dijo: ‘Ma, hoy operan a Dayana y entonces ese va a ser su regalo de cumpleaños'. Mateo cumple años el mismo día que yo”.

Y añadió: “Yo soy la persona que siempre habla con él y lo escucha, fuera de la esposa, obviamente, y nos hemos convertido en esa relación materna. Lo veo como un hijo. Lo conocimos desde que no era famoso y ahora que es famoso, yo siempre le digo a la gente que lo amamos por lo que es él, no por lo que hace, porque la gente a veces solo se fija en lo que la gente tiene”.

Como amiga y como su consejera, ella lo conoce a la perfección y lo define como una persona transparente.

“Es sincero y siempre le hemos admirado que es un muchacho correcto. Le gusta hacer las cosas bien, trabajar bien y hoy por hoy tenemos una convivencia familiar. Me llama para que vaya a tomar café a su casa o yo me traigo a los nenes, se quedan a dormir aquí, voy por ellos al kinder”.

También destacó que la personalidad de Gabas siempre ha sido muy formal.

“Nunca en mi vida lo he escuchado decir una mala palabra delante de mí, nunca. Es una persona que se cuida de cómo decir las cosas, de cómo trabajar. Si algo no le gusta, pocas veces lo he visto molesto, él siempre está dispuesto a servir, ayudar, apaciguar y si hay un problema, él es mediador”.

Esas características reflejan por qué durante tanto tiempo llevó la cinta de capitán en Alajuelense.

“Cuando lo conocí era muy chico. Yo soy liguista de toda la vida y cuando él jugaba en Santa Bárbara yo le pregunté que si no le gustaría ir a un equipo grande. Me respondió que era su sueño. Le dije: ‘Vamos a orar por eso, pero eso sí, a la Liga, no se le ocurra ir a Saprissa jamás, nunca, usted va a ir a Alajuelense porque es el mejor equipo’ y comenzamos a orar”.

En sus conversaciones diarias, ellos hablaban de que las puertas de ese equipo al que él quería ir se le iban a abrir. Todo era cuestión de trabajar y de tener paciencia.

“Lo llamaron de la Liga y él le dio su corazón al equipo. Fue un club que lo recibió muy bien, la gente siempre le ha mostrado cariño y respeto a pesar de que ha tenido tantísimos compañeros. Él se lleva bien con todos y vacilamos porque mi esposo es saprissista”, señaló.

“Cada día que había un clásico, nosotros orábamos por él y a mi esposo le tocaba orar por él, porque somos pastores y a veces cuando le metía goles a Saprissa, nos decía que se lo dedicaba al pastor”, indicó entre risas.

Y esa vivencia ella la pone como un ejemplo de la verdadera forma en la que se debe ver y disfrutar el balompié.

“A pesar de que la gente se pelea por el fútbol, a nosotros nos une, porque Pablo es esa persona que no tiene problemas en estrecharle la mano a un saprissista como a un liguista o a un herediano”.

Una de las pocas veces que se asustó con Gabas fue cuando salió rubio a un partido.

“Cuando se pintó el pelo yo me asusté y le dije, ‘pero qué te hiciste’, y me respondió ‘me hice una loquera, pero ya me la voy a quitar’. No es que estuviera mal, pero esa no era su personalidad”.

Ella asegura que conoce a pocas personas como él.

“Un chico que respetó a sus papás, los ayudó, sus hermanas lo aman y Pablo es una persona muy linda, muy correcta y la esposa es increíblemente igual. Dayana es como la yunta perfecta porque es la hija que siempre honró a sus padres, una mamá excepcional, una amiga, una sobrina, son como ese ejemplo de familia que hoy casi no hay”, finalizó.

Pero lo que no se acaba es la historia de Gabas con la Liga. Ya no jugará más, pero él seguirá trabajando en el club.

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