Urgente gestión de riesgos en el AyA

La sostenibilidad y seguridad del abastecimiento de agua potable en la GAM está en tres proyectos complementarios

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La emergencia causada por la contaminación con un hidrocarburo es la punta del iceberg de una cadena de riesgos que ponen en peligro la productividad, la salud y la sostenibilidad del país. Este evento sacó a relucir la vulnerabilidad de los 31 sistemas que conforman la operación en la GAM y la poca capacidad de reacción.

En nuestros tiempos, los acueductos deben estar respaldados por sistemas avanzados de telemetría. La telemetría permite el control en tiempo real de niveles en tanques, presión en tuberías, fugas, variaciones en el PH del agua y alertar oportunamente cuando ocurre contaminación y dónde.

Pero tienen un costo elevado. De ahí la importancia de seguir, impulsar y mejorar los planes de acción que se ajustaron para la mejora continua entre el 2020 y el 2022, y que justamente fueron planteados para atender la anterior gran crisis de la institución: los errores de facturación a consecuencia del desajuste durante la pandemia.

Es sencillo resumirlo; complejo ejecutarlo. Pero existe consenso técnico en que la mejor ruta para la sostenibilidad y seguridad del abastecimiento de agua potable en la GAM está en tres proyectos complementarios.

Primero, a corto plazo, la incorporación permanente y constante de nuevos caudales a través de aguas subterráneas en el oeste de la GAM (La Valencia, Coyol, San Rafael de Alajuela). A esto se le conoce como el plan de emergencia, porque implica aplacar el déficit en ese momento de unos 350 litros por segundo con caudales similares año a año.

No hacerlo amplía la brecha del déficit, pero es una solución a corto plazo que se complementa con el trasvase y la interconexión de sistemas para mover caudales de zonas de superávit a zonas de déficit.

El segundo proyecto es el RANC (Recuperación de Agua No Contabilizada), que busca no solo reducir la pérdida de aguas debido a fugas, en un porcentaje cercano al 20 %, sino también modernizar los sistemas con monitoreo por telemetría y sistemas de información geográficos (SIG). Es pasar de la brújula al GPS y del cuaderno a la pantalla.

El tercer gran proyecto, y quizás el más importante para solventar de raíz la problemática, es la quinta etapa del acueducto metropolitano, conocido como Proyecto Orosi II, cuyo financiamiento quedó aprobado por el BCIE en la administración anterior por $422 millones y los diseños están hechos.

El proyecto incorporaría 2.500 litros por segundo al sistema desde Orosi con 42 kilómetros de tuberías y 8,6 kilómetros de túneles, una nueva planta potabilizadora en Patarrá y cuatro tanques de almacenamiento de 10.000 metros cuadrados cada uno.

Esto daría seguridad a la GAM durante 30 años más y nos alejaría de las penurias al contar con dos vías de abastecimiento desde Tres Ríos y Desamparados, y con un margen de superávit.

El plan fue detenido inexplicablemente hasta el punto de que se dejó vencer el crédito con el BCIE en julio del 2023. Era suficiente una aprobación del Mideplán y de Crédito Público para empezar la programación efectuada por la Unidad Ejecutora BCIE-AyA, licitar y construir para acabar en el 2027.

A la detención de inversiones clave y el cierre de créditos se le añadió la disminución tarifaria aprobada por la Aresep en agosto, un 8,4 % menos en las tarifas, argumentando que el AyA cobra a los abonados acciones que elevan el costo del servicio, por ejemplo, la lentitud en la ejecución de los proyectos.

El AyA no tiene aprobado un aumento de tarifas desde el 2019. Es difícil que una institución sin incremento de tarifas, con inversiones y proyectos de envergadura detenidos y que perdió el rumbo gerencial en los últimos dos años, con tres presidentes ejecutivos, cuatro gerentes generales y siete movimientos en subgerencias operativas en 20 meses, salga adelante.

Entre el 2020 y el 2022 la crisis de facturación y cobros se controló mediante reformas reglamentarias y el inicio de la modernización del sistema comercial.

En cuanto al portafolio de inversiones y proyectos, se realizaban sesiones semanales con la Cámara Costarricense de la Construcción y el Colegio Federado de Ingenieros y Arquitectos para dar seguimiento al desarrollo. En ese momento se cuestionaba la rapidez del avance, no los proyectos. Hoy no hay proyectos ni rumbo.

Al acercarse el período más álgido de la estación seca (marzo-abril) y el momento de volver a facturar a las poblaciones afectadas por la contaminación en Tibás, Moravia y Goicoechea se vislumbra un serio problema de abastecimiento y de ajuste en los cobros.

Es urgente recuperar los tres proyectos señalados, darles un riguroso seguimiento y trabajar fuertemente por retomar la estabilidad gerencial y el rumbo de la institución. También lo es corregir los aspectos de mejora señalados por la Aresep y acoger los apoyos técnicos recientemente ofrecidos por instancias como el BID. De lo contrario, la productividad, las nuevas inversiones, la competitividad y la sostenibilidad de la GAM están seriamente comprometidas.

El autor es arquitecto urbanista y profesor en el Instituto Tecnológico de Costa Rica. Fue presidente ejecutivo del AyA y del INVU.