Los desafíos fiscales que se avecinan

La mejora en las finanzas públicas es una buena noticia, abre la oportunidad de enfocarse en los asuntos fiscales coyunturales y pensar a más largo plazo

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Durante este año, mucho se ha conversado —con toda razón— de la mejora en las cifras fiscales, producto de las reformas aprobadas en la administración anterior. Hoy la coyuntura fiscal es considerablemente mejor a la vivida en el 2018, cuando el país afrontaba una seria situación de insolvencia.

El gobierno posee acceso a un programa de financiamiento externo, hay una mejor y mayor recaudación, el gasto se mantiene contenido, la deuda comienza a reducirse como proporción del PIB y dos calificadoras internacionales mejoraron la nota de riesgo soberano del país.

Lo anterior no significa que todo esté bien y se deba bajar la guardia. Similar a cuando se quiere perder peso, los primeros kilos siempre son los más fáciles. No obstante, llegar a la meta requiere esfuerzo constante y también más acciones.

La mejora en las finanzas públicas es una buena noticia y abre la oportunidad no solo de enfocarse en los asuntos fiscales coyunturales, sino también de pensar en los grandes desafíos a mediano y largo plazo.

Enumeraremos tres de los desafíos fiscales (aunque hay más) que, desde nuestro punto de vista, merecen una discusión seria.

Presión por más impuestos

El primero de ellos consiste en la constante presión del Ejecutivo para que la Asamblea Legislativa apruebe la reforma de renta global en pocos meses para incrementar los ingresos fiscales.

Si bien esta iniciativa no es nueva (de hecho, era un compromiso adquirido con el FMI), su aprobación (sin siquiera conocer los rendimientos) no pareciera estar considerando la realidad económica del país.

Enfrentamos una dualidad en el crecimiento económico muy evidente. No solo se observa en las cifras del IMAE o las exportaciones, sino también en otras variables económicas, como la creación de empleo.

Cuando se analiza el PIB per cápita, la tendencia ha sido al alza desde el 2018. No obstante, si se analiza el ingreso disponible per cápita (un indicador más preciso de la capacidad de consumo de las familias), la realidad es que los ingresos de los hogares se mantienen estancados.

Esta noticia no es una sorpresa, el valor absoluto del ingreso promedio mensual de los hogares según la Enaho se ha mantenido prácticamente constante desde el 2013. En ese año, el ingreso promedio por hogar rondaba ¢1.012.000, mientras que en el 2022 representaba ¢1.023.000 (un incremento de apenas el 0,8 %).

En ese mismo lapso, la inflación se incrementó en más de un 25 %. ¿Es entonces razonable seguir mejorando las finanzas públicas con solo reformas que sigan recayendo sobre los ingresos? ¿Se ha considerado el impacto futuro que puede tener en las ya bajas tasas de crecimiento del PIB del régimen definitivo? ¿Merecen las familias más impuestos?

Tipo de cambio

El segundo desafío por atender es el impacto de la mejora fiscal en el tipo de cambio. Con la mejora en las cifras fiscales, Hacienda requiere pedir prestado menos para atender sus compromisos.

Esto lo lleva a demandar menos dólares respecto al pasado. No obstante, su estrategia de financiamiento se ha volcado en buena medida en adquirir más préstamos en el exterior y acudir a los mercados internacionales. Parece que la obsesión se ha convertido en adquirir todos los dólares posibles sin cuantificar su impacto en las expectativas de devaluación y el tipo de cambio.

Al adquirir préstamos en el exterior, la oferta de dólares se vuelve artificialmente más grande y, como el tipo de cambio es un precio, en un contexto donde la oferta se vuelve más grande que la demanda el precio tiende a bajar.

Con los recursos que ya tiene Hacienda puede hacer frente a los vencimientos del 2023 y el 2024. ¿Para qué seguir pidiendo más dólares de los necesarios? ¿Tiene sentido seguir generando presiones hacia la baja en el tipo de cambio?

Es cierto que cerca del 40 % de la deuda del Ministerio de Hacienda se encuentra denominada en dólares, por lo que una apreciación como la actual hace maravillas en el pago del servicio de la deuda. Sin embargo, aunque a corto plazo haya una ganancia, a mediano y largo plazo se obtiene una pérdida.

Muchas empresas e industrias estratégicas están teniendo pérdidas. No solo porque reciben sus ingresos en dólares, sino también porque poseen activos en esta moneda que cada vez valen menos.

En consecuencia, las lleva a registrar menores utilidades en sus balances y hasta pérdidas por valoración. Como resultado, van a pagar menos impuesto sobre la renta o no pagar nada.

Esta pareciera la realidad que enfrentarán muchas empresas en este 2023, lo que se observa en la tendencia de crecimiento de los ingresos tributarios: a julio, estos crecían apenas un tímido 2,1 %. La misma tendencia se ve en los ingresos de aduanas, los cuales representan cerca de un 16 % del total de los ingresos tributarios.

En un momento en que muchas empresas probablemente pagarán menos renta, el efecto no será solo en el 2023, sino también en el 2024. Los adelantos de renta se calculan con base en el resultado del año previo. ¿Cuántas empresas también podrán mantenerse a flote con un tipo de cambio que data del 2008? En este lapso, los precios al consumidor crecieron más del 60 % (¡aunque usted no lo crea!).

Seguro Social

El último desafío que queremos señalar son las medidas necesarias para garantizar la sostenibilidad del Seguro de Enfermedad y Maternidad de la CCSS.

Es importante recordar que si este régimen entra en problemas la Constitución Política obliga al gobierno a asumir el déficit que se presente en la CCSS.

En la década de los setenta se universalizó el Seguro de Enfermedad y Maternidad, un gran logro social, y además se le pasó a la CCSS la atención primaria que antes llevaba a cabo el Ministerio de Salud, pero no se le dotó de los recursos necesarios.

Lo anterior significaría una carga adicional para las finanzas públicas. Estudios actuariales recientes reflejan la magnitud del problema y que de no buscarle solución lo que implicará desde el punto de vista fiscal. No obstante, la actitud para resolver este problema parece semejar la crónica de una muerte anunciada.

Hacienda tiene la ventaja de no verse obligada a estar pensando en cómo hacer cerrar los números para llegar a fin de año. ¿Por qué no aprovechar la oportunidad para atender estos desafíos fiscales que se avecinan?

Los autores son economistas.