Hoy nos corresponde dar un mazazo al apagón educativo

El simbólico ejército costarricense debe ser dotado de nuevas habilidades y competencias

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El primero de diciembre de 1948, un simbólico e histórico mazazo al muro de un cuartel ubicado en el centro de San José puso fin al ejército costarricense para convertirlo en un batallón de profesores y estudiantes que todos los días salen de sus hogares, empinando sus instrumentos académicos, para hacer grande a Costa Rica con el arsenal más poderoso: la educación y una enraizada cultura de paz.

Y es que esa fecha marca una de las decisiones más representativas de nuestro país, al dejar atrás las armas, los tanques, las bombas, los militares y los cuarteles, para decidir que, desde ese día en adelante, la inversión sería en infraestructura, cultura, salud y educación, y, por tanto, en desarrollo humano, progreso social, calidad de vida y estabilidad sociopolítica para Costa Rica.

¿Sabía usted que en Costa Rica no tenemos ejército? Es la frase o pregunta que, con ese énfasis en la pronunciación de la erre y con un profundo orgullo, les decimos a los turistas para introducir las bondades de nuestra nación. Es nuestra copa mundial, esa que levantamos dondequiera que estemos, porque nos satisface el poder de asombro que generamos entre quienes ni siquiera tienen una idea de lo que es vivir sin militares, sin tener que entregar a sus hijos a un ingrato entrenamiento físico y mental, ese que deshumaniza, siembra odio y recoge muerte y pone a millones de familias a llorar a sus muertos.

“No quiero un ejército de soldados, sino de educadores”. Es la declaración de paz más sabia y contundente que tomó en 1948 la Junta Fundadora de la Segunda República, encabezada por José María Figueres Ferrer, prócer de la patria, y que hoy le permite a Costa Rica ser poseedora de un altísimo alfabetismo, cultura y ser un ejemplo de civilismo a escala internacional.

Así, gracias a la inversión que constitucionalmente tenemos del 8% del PIB en educación, hemos logrado conformar ese ejército de maestros y profesores con los que se ha alcanzado una tasa de alfabetización del 97,86%

Orgullosamente sin milicia, hemos conseguido cimentar un potente carácter de paz y estabilidad política y un sistema social de salud solidario envidiable que ha permitido el bienestar de la población.

Cada cuatro años tenemos la oportunidad de elegir a nuestro presidente en una democracia que nos permite discrepar políticamente, pero sin dejar de respetar y amar a nuestros adversarios políticos, que muchas veces conviven en nuestros hogares.

América Central no ha escapado en las últimas décadas a la ingratitud de los derrocamientos, las dictaduras, la violencia política, las guerras y los despiadados e injustificados encarcelamientos de inocentes, solo por el hecho de manifestarse en contra de la ideología predominante, mientras en Costa Rica gozamos de entera libertad para acudir a las urnas, criticar el sistema e ir a los centros educativos.

Sin embargo, hoy tenemos que dar un mazazo a la injusticia social, seguir luchando por el derecho a la educación, por el respeto y el derecho humano de cada individuo, para evitar la deserción, por recuperar a nuestros jóvenes y niños del apagón educativo que los tiene en jaque desde hace cuatro años.

Nuestro mazazo debe estar dirigido hoy a dotar a nuestro ejército académico y profesional con las habilidades y competencias necesarias, con la capacidad de desaprender y reaprender para dejar atrás lo obsoleto, esquivar los miedos y adquirir lo que necesitamos en la actualidad para salir adelante como individuo y como país.

Por eso, como docente y rectora, hago un llamado a dar un mazazo a los viejos sistemas académicos. Fomentemos la metodología de enseñanza-aprendizaje STEM, donde la comunidad estudiantil aprenda haciendo, donde la comunidad docente sea la primera en reaprender sobre la modernización de la educación, donde se compruebe la teoría con la práctica, donde se desafíe el statu quo para ver siempre más allá, donde se promueva el ingenio para la resolución de problemas y generación de ideas, donde se enseñe a trabajar en equipo y la comunicación asertiva y respetuosa sea el eje de toda interacción.

Agradezcamos el privilegio de ser libres, vivir en un país de paz y trabajemos en un ambiente donde prevalezca la tolerancia y el respeto por un mundo mejor.

La autora es rectora de la Universidad Fidélitas.