¿Estanflación: amenaza o realidad?

La respuesta no puede ser categórica, porque para la declaratoria se requieren dos condiciones

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La respuesta a esta pregunta no puede ser categórica, porque para la declaratoria se requieren dos condiciones: una inflación elevada, o sea, más allá de lo previsto por las autoridades; y un estancamiento productivo, esto es, que el aparato productivo esté “apagado”, que no crezca la producción y el desempleo sea elevado.

La primera condición sí se cumple en este momento; sin embargo, la segunda no. Es cierto que la inflación golpea con fuerza, cual tormenta devastadora, y causa un ominoso perjuicio a la población. Se dice en el argot económico que la inflación es el más regresivo de los impuestos, porque, proporcionalmente, perjudica mayormente a los quintiles más pobres de la población, en virtud de que su gasto en alimentos y transporte consume gran parte de su ingreso.

En cuanto al segundo condicionante, Costa Rica todavía no sufre estancamiento económico como tal, por cuanto la producción, medida por medio del índice mensual de actividad económica (IMAE) muestra un comportamiento dentro del terreno positivo, aunque es innegable su clara tendencia hacia la desaceleración.

Reforzando lo anterior, el Banco Central de Costa Rica (BCCR) prevé que la producción nacional crecerá un 3,4% (según el último Informe de política monetaria), lo cual difiere del 3,9% que había pronosticado al comienzo del año.

La amenaza se cierne sobre nosotros porque la economía mundial atraviesa un choque estanflacionario y, como bien se sabe, la nuestra es una nación pequeña y vulnerable a lo que esté aconteciendo a nuestros socios comerciales más relevantes.

De manera simplificada, depende de lo que ocurra en la economía allende nuestras fronteras, como se acaba de apuntar —sobre lo cual no se tiene ningún control— y de la ejecución de la política macroeconómica nacional.

Respecto a lo primero, nuestro gran socio Estados Unidos está en recesión técnica, según el consenso de los economistas, puesto que su producto interno bruto tiene dos trimestres consecutivos de decrecer (un 0,2% y un 0,4%, respectivamente), y la zona euro creció un 0,6% el pasado trimestre, lo cual muestra un desempeño satisfactorio si se toma en cuenta la guerra circundante.

En lo tocante a la política económica nacional, las medidas tomadas por el BCCR para aumentar la tasa de política monetaria, si bien buscan poner algo de coto a la inflación, deberían sopesarse muy bien para no desestimular el crecimiento de la producción nacional porque contribuiría a materializar el estancamiento económico.

De todo lo anterior se colige que, en vista del panorama mundial poco o nada halagüeño, es imperioso solicitar extrema prudencia a los que manejan los instrumentos de política económica para no lesionar más el aparato productivo, ante todo, porque el país no cuenta con holgura fiscal para destinar recursos a la asistencia de quienes están sufriendo más el impacto del crecimiento de los precios, la desaceleración en la producción y el abominable desempleo.

La autora es académica con permanencia en Administración de Negocios y Economía de la Universidad Fidélitas.