Tres actos imprudentes

Unos pocos son capaces de infligir un serio daño a la sociedad al tratar de imponer sus intereses particulares

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La agrupación Rescate Nacional, los sindicatos de educadores y el Partido Liberación Nacional (PLN) se ganaron la medalla a la magna imprudencia.

Convocar bloqueos, huelgas y convenciones políticas en el momento más crítico de la pandemia evidencia cuán alejados están estos grupos del dolor y la necesidad del costarricense.

La noche del pasado 10 de mayo puñados de revoltosos intentaron tomar algunas carreteras del país para protestar contra cualquier cosa que pudiera generarles simpatía popular.

Ese mismo lunes, en horas de la mañana, las autoridades sanitarias reportaron que en los tres últimos días se habían registrado 65 muertes y 5.992 enfermos nuevos de covid-19.

Por fortuna, la decidida intervención policial impidió que tales gamberros azuzados por Rescate Nacional castigaran más al comercio, la educación, el empleo y el turismo.

Cinco días después, la Asamblea Nacional del PLN se negó a aplazar la convención prevista para elegir a su candidato para las elecciones presidenciales del 2022.

Ese mismo sábado 15 de mayo un nuevo análisis del demógrafo Luis Rosero advertía al país de que el pico de esta ola pandémica podría llegar entre 10 y 30 días después.

De modo que la primaria liberacionista, programada para el 6 de junio, corrre el riesgo de coincidir con uno de los momentos de mayor contagio y mortalidad por el virus.

Resulta inaudito que los asambleístas de Liberación pretendan que sus partidarios salgan a votar en ese momento, a menos que su intención sea que solo unos cuantos atrevidos elijan al aspirante presidencial.

Luego, el 17 de mayo, los sindicatos del magisterio nacional promovieron la huelga más extraña de la historia para exigir medidas que el gobierno ya les había concedido.

Horas antes, ese mismo lunes, el Ministerio de Educación Pública (MEP) había anunciado la suspensión del curso lectivo durante dos meses y la decisión de apurar la vacunación de los docentes.

Aun así, la dirigencia sindical insistió en su llamado a no dar clases presenciales ni virtuales el miércoles 19 de mayo. Su convocatoria, al parecer, no tuvo mayor eco.

Esta seguidilla de imprudencias debiera hacernos reflexionar sobre el serio daño que unos pocos pueden causar al tratar de imponer sus intereses particulares al bienestar general.

rmatute@nacion.com