Sofismas tributarios

La esperada agenda de reactivación no llega, y la sustituye la desaceleración, la precariedad y la informalidad

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El Gobierno presentó varios proyectos fiscales que no solo aumentan la carga tributaria, sino que también atentan contra los avances en la formalización de las pequeñas y medianas empresas, golpea a la clase media y desarticula los esfuerzos por un cambio de matriz energética (carros eléctricos).

Las iniciativas no tienen más defensa que la atroz voracidad fiscal y una profunda incomprensión de los múltiples obstáculos y desafíos que enfrenta el sector productivo para generar empleo, crear riqueza y ser hoy el único sustento de instituciones claves, como la Caja Costarricense de Seguro Social (CCSS).

El tema de fondo es grave, pero es peor por la forma, que atenta contra la inteligencia al tratar de defender lo propuesto mediante ofensivos sofismas, argumentando que no se trata de un aumento de impuestos, sino de impuestos ya existentes.

Hay que decir las cosas como son: tan aumento de impuestos es la creación de nuevos impuestos, como el aumento de la tasa impositiva de los impuestos existentes. Esa es la gran mentira de las propuestas.

Lobos voraces vestidos con piel de oveja que no tienen la menor idea de las consecuencias que podría tener para las pequeñas y medianas empresas la pérdida de tasas escalonadas.

Se trata de empresas que recién superan los estragos de una pandemia y deben de operar en un entorno nacional que no facilita la eficiencia (tramitología), que tiene altos costos de producción (energía, tasas de interés, infraestructura deficiente) y que, por su tamaño, tienen dificultades para acceder a herramientas que permitan incrementar su productividad. Una invitación para seguir o regresar a la informalidad.

Con la propuesta, la más golpeada es la clase media que enfrenta las listas de espera de la CCSS, que paga sus medicinas, anteojos y, con dificultades, una silla de ruedas. Se trata de esa misma población que se ha visto forzada a complementar su salario con otros ingresos, ya sea con un segundo trabajo, o bien, con un pequeño emprendimiento.

Ellos son los grandes perjudicados por esa renta global en su versión más voraz, que nos la venden como una imposición internacional, sin estudiar versiones más amigables con la producción y el empleo que ya existen en otros países de la región.

La esperada agenda de reactivación no llega, y la sustituye la desaceleración, la precariedad y la informalidad.

nmarin@alvarezymarin.com

La autora es politóloga.