Permisivos con Recope

Gobierno, políticos y diputados quieren una ley para que la entidad apueste, a ciegas, miles de millones de fondos públicos en nuevas energías

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Otro caballo de Troya. El proyecto de ley para prohibir la exploración y explotación de petróleo y gas es uno de esos artilugios. En la intención de proteger el ambiente y heredar un mejor planeta a futuras generaciones, camuflaron la estrategia para perpetuar a Recope, al convertirla en un laboratorio de «investigación y producción» de fuentes de energía alternativas.

La factura se nos cargará en las tarifas de combustibles. Todos pagaremos más para que en la Refinadora Costarricense de Petróleo, a prueba y error, sin límite de tiempo y con unos ¢2.500 millones al año, intenten descubrir la fórmula para mover vehículos, trenes y aviones en el planeta.

El plan de ley es un abuso. Las tarifas ya están por las nubes debido a los altos precios en el mercado internacional, más el 45 % que pagamos por litro del impuesto único y la ganancia de las gasolineras.

Un abuso, pues quién certifica que Recope tiene capacidad para «investigar y producir» nuevas energías. Sabían refinar, pero hace 10 años solo compran e importan combustibles terminados.

Es más, a quién se le ocurre meter a Recope en nuevas energías si la experiencia del biocombustible, la mezcla de gasolina con etanol, fue un fiasco. Dos décadas de experimento y bateo han resultado carísimas y sin resultados.

Dígase lo mismo del ensayo con hidrógeno. Lo dije en el 2019: Recope invirtió $2,5 millones entre el 2011 y el 2012 para «investigar y producirlo», y terminó en nada.

Llegó, más bien, el momento de poner fin a las pérdidas de Recope, porque es imposible olvidar que en la refinadora que iba a construir junto con China en Moín, Limón, se esfumaron $50 millones y el escándalo quedó impune.

Por eso, es un descaro que pretendan apostar más millones por un laboratorio para nuevas energías. El riesgo de perder más fondos públicos es altísimo. Por eso, lo prudente es dejar esos ensayos a países que tienen el dinero, la infraestructura y los expertos, y nosotros quedarnos a la expectativa de cuál será, al final, la nueva energía que moverá al mundo.

Por la permisividad de nosotros los electores —los consumidores de combustibles—, gobierno, diputados y políticos quieren revivir a Recope con este experimento a ciegas.