Letras de cambio: Obstáculos a la productividad

De las muchas cosas que vino a decirnos la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económicos (OCDE) esta semana, dos son muy importantes.

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De las muchas cosas que vino a decirnos la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económicos (OCDE) esta semana, quisiera destacar dos ideas:

Los aumentos de productividad son los que le permiten a la población de un país aspirar a un mejor nivel de vida. Entre más producción genere cada trabajador, mayor será su ingreso y más tiempo libre tendrá para disfrutar de otras actividades.

Ángel Gurría, secretario general de la OCDE, mencionó tres obstáculos que usualmente restringen los aumentos en productividad: la falta de integración comercial con otros países, que impide aprovechar las economías de escala; los rezagos en el desarrollo de las destrezas y habilidades necesarias en los puestos de trabajo, relacionado con la educación; y la falta de competencia en algunos sectores económicos.

He ahí la segunda idea por destacar: la prevalencia de actividades monopólicas en Costa Rica impide que aumente la productividad y mejore la calidad de vida.

Don Ángel agrega que la razón principal por la cual nuestro país es caro es por la falta de competencia. Pone como ejemplo el arroz, en el cual, la regulación existente impide una mayor competencia, lo que causa que 5 millones de costarricenses compremos arroz caro para subsidiar a unos pocos productores.

Gurría también menciona la electricidad, la cual la pagamos cara por ser un monopolio estatal. Pero también podría haber puesto ejemplos de otros monopolios, o cuasimonopolios, privados y públicos. Algunos surgen por la falta de una buena regulación que evite las prácticas monopólicas. Otros florecen por la existencia de regulaciones estatales que impiden una mayor competencia, como el cemento, el azúcar o los colegios profesionales. En otros casos, regulaciones mal aplicadas pueden otorgar poderes monopólicos. Tal es el caso, por ejemplo, de los atrasos en los registros de medicamentos o fertilizantes, que acaban dándoles una gran ventaja a quienes ya tienen su producto registrado.

En todos estos casos, las posibilidades de que surjan innovaciones o nuevos emprendimientos se ven aplastadas. Los empresarios y trabajadores de los sectores protegidos se sienten muy cómodos con su situación, sin tener alguien que los fuerce a mejorar. Viven bien, y eso les basta. Pero el país, como un todo, ve cómo las posibilidades de aumentar su productividad y la calidad de vida de su población quedan totalmente restringidas.

lmesalles@ecoanalisis.org