Letras de cambio: ¿Es el gobierno poco ambicioso o realista?

El plan presentado por el gobierno, aparte de la propuesta en infraestructura, que sí es ambiciosa, el resto son acciones tímidas. No se ve nada que propicie un auge de nueva inversión privada.

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El gobierno acaba de presentar su Plan Nacional de Desarrollo del Bicentenario. En él, establece metas sobre la Costa Rica que el gobierno quisiera tener al final de su periodo.

Es un ejercicio interesante, pues incluye no solo las acciones que llevarían a la consecución de las metas, sino también unos indicadores que permiten dar seguimiento al avance.

En lo que a macroeconomía se refiere, llama la atención que las metas sean muy modestas. Establecer que el país crezca apenas un poco más del 3 % durante los próximos cuatro años suena a muy poco. Buscar una reducción del déficit fiscal para que sea del 4,1 % del producto interno bruto en el 2022, es insuficiente.

¿Es el gobierno poco ambicioso o es realista? Por un lado, está claro que las perspectivas de la economía internacional no ayudarán tanto al país como en los últimos años y los ajustes requeridos para estabilizar la situación fiscal interna son un lastre para la economía. Crecer mucho en estas circunstancias no será tan fácil.

Pero también es verdad que las proyecciones de crecimiento del plan se basan en la evolución histórica, sin tomar en cuenta posibles cambios estructurales. El plan carece de acciones que lo hagan pensar a uno que el dinamismo de la economía cambiará drásticamente con respecto al histórico. Aparte de la propuesta en infraestructura presentada, que sí es ambiciosa, el resto son acciones tímidas. No se ve nada que propicie un auge de nueva inversión privada, de nuevos emprendimientos innovadores o de mayores encadenamientos de la inversión extranjera con la producción local.

Por otro lado, que el déficit fiscal pase de casi un 7 % este año al 4,1 % en el 2022 es claramente insuficiente para estabilizar la deuda pública. Ya nos lo dijo Moody’s. Lo malo es que se manda un mensaje a los inversionistas de que el gobierno no está tomando en serio la solución al problema. En esas condiciones, será muy difícil que la administración de Carlos Alvarado consiga todos los fondos necesarios para mantener la estabilidad.

De nuevo, sin medidas más fuertes, que cambien estructuralmente la forma como el gobierno administra los recursos, o que hagan que la economía crezca mucho más del 3 %, no se puede aspirar a más.

Lo malo es que así seguiremos con el nadadito de perro que nos caracteriza, pero corriendo el peligro de hundirnos en cualquier momento.

lmesalles@ecoanalisis.org