El sistema de salud de Costa Rica tiene un gran prestigio mundial. Así, lo atestigua un artículo reciente de Atul Gawande en la afamada revista «The New Yorker» titulado «Costarricenses viven más que los estadounidenses. ¿Cuál es el secreto?».
Con un relato exquisito, el articulo describe cómo las políticas de salud pública adoptadas a lo largo del tiempo han resultado en que tengamos indicadores de salud envidiables. Los costarricenses, al nacer, tenemos una esperanza de vivir hasta los ochenta y un años, comparado con los setenta y nueve de los estadounidenses. Esto, a pesar de que el ingreso per cápita promedio nuestro es una sexta parte del de ellos.
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Del relato se extrae que el éxito del sistema de salud costarricense radica, en buena parte, en un enfoque de actuar preventivamente. Salvar vidas a través de actuar para resolver las causas primarias de las enfermedades. Por ejemplo, para reducir la mortalidad infantil, causada principalmente por diarreas, problemas respiratorios y complicaciones al nacer, se fortaleció la atención primaria, se intensificaron los programas de vacunación y se instauró el programa de comedores estudiantiles. Todo, enfocado en mejorar las condiciones de vida de las familias.
El autor del artículo se hizo acompañar en su visita al país por el doctor Álvaro Salas, expresidente de la CCSS y pionero de los Ebáis (parte fundamental de los programas de atención primaria). De las múltiples anécdotas del Dr. Salas, debidas a su experiencia médica en diversas regiones del país, se extrae que otra parte del éxito del sistema de salud de Costa Rica es el enfoque en las personas. Se trata de buscar soluciones prácticas, atendiendo las necesidades de las personas. Se trata de actuar, haciendo las cosas diferente. Se trata de cuestionar lo que se hace, con el fin de obtener resultados diferentes.
El actuar de personas como el Dr. Salas y de otros distinguidos médicos mencionados en el artículo explica en mucho el secreto de Costa Rica en cuanto a su éxito por mejorar la salud de sus ciudadanos. Son personas que pensaron y actuaron en procura del bien del país.
Ese actuar contrasta, radicalmente, con la mentalidad de algunos funcionarios que defienden el proceder de sus instituciones, sin analizar el efecto que tienen en las personas que se suponen deben beneficiar. Pienso en el CNP y el ICE, por ejemplo.
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El autor es economista.