Educación y competitividad

El principal reto del país es poner la educación en la cima de sus prioridades

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Este artículo marca el inicio de mi columna semanal llamada “Data Story”, donde me propongo apoyarme en datos para analizar la realidad del país en diversas áreas, comenzando por este análisis sobre la educación y su impacto en la competitividad nacional.

El mes anterior fueron presentados los resultados del índice de competitividad nacional 2023. Además de mostrar cuáles son los cantones más y menos competitivos, el informe, presentado por el Consejo de Promoción para la Competitividad, contiene un recuento de los principales retos que enfrentan las comunidades en las cinco provincias.

El primero de los retos coincide en gran medida con los hallazgos publicados en los informes del Programa Estado de la Nación: la crisis educativa y el letargo en la atención a sus causas fundamentales.

De acuerdo con los datos del ICN, el promedio de escolaridad de la población mayor de 25 años es apenas 7,7 años, y solo el 30 % de estos logró concluir la educación secundaria.

Ambos datos, en conjunto, muestran un alarmante bajo nivel de capital humano disponible dentro de la población económicamente activa, y dan como resultado una distribución desigual de ese capital, que favorece a los cantones centrales.

Pero incluso los cantones mejor colocados en resultados educativos están alejados de los umbrales deseables. En Montes de Oca, el cantón con mejores indicadores en educación, aunque los años medios de escolaridad son más altos que en la mayoría de los territorios (10,3 años), apenas el 54 % de la población adulta tiene la educación secundaria completa. En otros, como San Pablo o Santo Domingo, el promedio apenas supera el 40 %.

Lo opuesto ocurre especialmente fuera de la Gran Área Metropolitana (GAM): en 9 cantones, menos del 20 % de la gente adulta concluyó los estudios secundarios. Los casos más críticos fueron observados en Sarapiquí y Los Chiles, ciudades con apenas el 15 % de adultos graduados de la secundaria.

Mejorar esta realidad requiere políticas educativas a largo plazo, que pongan mayor énfasis en la calidad de la educación, la pertinencia y, por supuesto, la permanencia de los jóvenes en el sistema, elementos que, de acuerdo con el último Informe Estado de la Educación, se fueron debilitando en por lo menos las pasadas tres décadas.

affa17@gmail.com

El autor es economista.