Cambio en YouTube para no difundir falsedades

El canal de videos cerrará las cuentas de prominentes antivacunas, tampoco habrá espacio para culpar a Bill Gates de inyectar chips a buena parte de la humanidad y mucho menos para denunciar seguimientos por satélites rusos o de cualquier otra nación

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YouTube anunció su decisión de cerrar las cuentas de prominentes activistas contra la vacunación, como Robert Kennedy Jr., para evitar la propagación de información falsa sobre la seguridad y eficacia de la inoculación. En adelante, nadie podrá negar la reducción de las tasas de transmisión, hospitalización y muerte.

Tampoco habrá espacio para culpar a Bill Gates de inyectar chips a buena parte de la humanidad y mucho menos denunciar seguimientos por satélites rusos o de cualquier otra nación. La nueva política se extiende a todas las vacunas, porque activistas como Kennedy no comenzaron a difundir sus equívocos cuando apareció la covid-19.

El hijo del asesinado candidato presidencial estadounidense comenzó a insistir en el desacreditado vínculo entre la vacunación y el autismo hace años y persistió después de la minuciosa refutación de los estudios espurios de Andrew Wakefield, cuya licencia para ejercer la medicina fue revocada, en el 2010, por el Consejo Médico General del Reino Unido.

Luego de repasar los «estudios» de Wakefield e identificar falsedades y manipulaciones de datos, el Consejo encontró al investigador culpable de mala conducta profesional, desprestigio de la ciencia médica y cruel indiferencia frente a la seguridad de los niños utilizados en el estudio.

Nada de eso, ni la evidencia de los avances contra el sarampión, la rubéola y la poliomielitis, entre otros males, persuaden a activistas como Kennedy de la falsedad de sus tesis y el peligro de propalarlas. Prefieren creerle a Wakefield cuando se declara perseguido por las autoridades médicas de su país.

Facebook, Twitter e Instagram tienen políticas similares a la anunciada por YouTube, con diversos grados de firmeza. Ninguna de ellas está obligada, como tampoco los demás medios de comunicación, a difundir falsedades, sobre todo cuando pueden costar vidas. Los interesados en hacerlo no enfrentan cortapisas, salvo las responsabilidades ulteriores previstas por ley, pero no tienen derecho a exigir a un medio en particular espacio para la mentira.

En buena hora lo entendieron YouTube y las demás plataformas sociales por donde fluye la mayor parte de la desinformación en nuestros tiempos, pero la lección vale para todos los medios y los ingenuos inclinados a creer en la obligación de reflejar el contraargumento aunque sostenga que la Tierra es plana. Las opiniones o interpretaciones encontradas enriquecen el debate público solo si descansan sobre los hechos.

agonzalez@nacion.com