A menudo, la CCSS es irrelevante

Cuando la CCSS cierra sus puertas a quienes la necesitan, traiciona su razón de ser

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La Caja Costarricense de Seguro Social está dispuesta a operar el carcinoma de don Carlos Gutiérrez Cordero cuando cumpla 88 años. Ahora tiene 84 y la cita es para el 27 de enero del 2027. Parece una fantasía, pero es la realidad de miles de asegurados, algunos con riesgo de perder la vida, otros la funcionalidad de un órgano y muchos condenados al dolor.

El urólogo Jaime Gutiérrez Góngora, directivo de la Caja en los años 70, criticaba esas demoras con una expresión tan dramática como inapelable: “Para quien sufre una piedra en el riñón, la Caja es irrelevante si no lo atiende de inmediato”. En esos casos —afirmaba—, el dolor obliga a hacer cualquier sacrificio para conseguir alivio. El más frecuente es reunir dinero para acudir a la medicina privada, pero la institución existe para asegurar a todos la atención requerida, no importa su condición social, y cuando cierra sus puertas a quienes la necesitan, traiciona su razón de ser y, efectivamente, se torna irrelevante.

Es un calificativo difícil de digerir, porque la institución está entre las más relevantes del Estado costarricense, pero es todavía más difícil discutir con una piedra en el riñón, la preocupación por un carcinoma o la pérdida gradual de la vista. No importa cuánto haya cotizado, el paciente debe fingir la inexistencia de la entidad y, si de alguna forma está a su alcance, acudir a la medicina privada.

Así sucedió con don Carlos. Acudió de entrada a un médico particular, que diagnosticó el carcinoma y lo remitió al hospital Max Peralta para su remoción. Vista la fecha de la cita quirúrgica, el paciente quedó atrapado entre la indignación y la risa. Seguramente, dijo, la esposa deberá presentar el certificado de defunción para no perder la cita.

Resignado, dio media vuelta y una semana más tarde se operó en un centro médico privado. La Caja, en su caso, fue irrelevante. La historia de don Carlos es una entre miles. Ojalá sea motivo de reflexión para quienes denuncian la “privatización” de la institución y, luego, contribuyen con sus reclamos sectoriales a causar la privatización de los servicios que debería brindar a los asegurados.

La Caja está a las puertas de una nueva crisis. La salida exigirá soluciones innovadoras. Sería absurdo descartar el aprovechamiento de recursos de la medicina privada si el costo es justo y el control estricto. Quizá así se evite la cruel privatización del tratamiento de tantas personas de medios limitados.

agonzalez@nacion.com

Armando González es editor general del Grupo Nación y director de La Nación.