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Sexualidad con prejuicio

“No somos hermanos. Somos una pareja”
  • Jose Pablo Román
    PERIODISTA
  • En el parque de Atenas, cuando la música empieza a sonar, Camila dice que su ritmo lo lleva en la sangre. Cuando escucha salsa agarra de la mano a Esteban y se lo lleva a la pista de baile. Todos alrededor se detienen o los miran de reojo. Ellos bailan, aunque sus pies se muevan a otro ritmo, y en medio de cada canción se besan. Algunas miradas son curiosas, otras incrédulas, otras tiernas; como si delante de ellos dos niños hicieran travesuras.

    “Tenemos dos años (como pareja) y quiero que ellos, la gente, pueda escucharnos y no estar diciéndonos cosas como si fuéramos chiquitos. Somos novios y eso hay que respetarlo”, es la queja recurrente de Esteban.

    Esteban y Camila tienen síndrome de Down y, al igual que en otras discapacidades intelectuales, su condición no les impide mantener una relación afectiva de pareja. Sin embargo, estas personas se deben enfrentar a una serie de prejuicios que les restringen ejercer su derecho a la expresión sexual emocional, derecho constatado en la Declaración de los derechos sexuales, aprobada por la Asamblea de la Asociación Mundial de Sexología (WAS).

    La percepción de que las personas con discapacidad (PcD) intelectual son niños eternos, junto a la creencia de que son personas asexuadas, hace que a esta población se le dificulte consolidar vínculos de pareja, según Rossette Kleiman presidenta de la Asociación Síndrome de Down de Costa Rica (ASIDOWN).

    “Hay solo una realidad y es que las PcD crecen, se desarrollan y se hacen adultos. Es muy importante respetar la edad cronológica de la persona. A una persona que está en la pubertad hay que tratarla como de esa edad. Mucha gente me dice ‘Ay, es que se comporta como un niño de siete años’ Eso es falso. La gente los mide a través de sus mismos prejuicios”, comentó Kleiman.

    Como consecuencia, esta población es aislada de los entornos de socialización y no tienen acceso a una educación sexual orientada a sus necesidades sexuales, aspecto que Kleiman considera fundamental para asegurar el respeto a la sexualidad y al derecho a la afectividad de las PCD.

    Para la sexóloga Margarita Murilllo, la barrera más grande que tienen las personas con discapacidad para desenvolverse en su sexualidad son los prejuicios de la familia y de los que estamos alrededor, pero para Esteban la solución parece sencilla: “La gente solo tiene que entender que no hay que complicarse. Solo queremos disfrutar y ser felices”.

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    Director de carrera: Lic. Erick Valdelomar M.

    Un servicio brindado por la Universidad Santa Paula como parte de este reportaje.

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