Videopodcast Estar Bien: cuando el estrés pasa el límite de lo saludable

Sí, aunque cueste creerlo hay un estrés saludable, pero ¿cuándo deja de serlo y se convierte en un fantasma galopante que nos roba el sueño y la salud?

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Hay un estrés saludable. El que nos permite tomar impulso para enfrentar situaciones difíciles y seguir adelante en la vida. Tiene un nombre técnico: eustrés. El problema empieza cuando ese estrés se vuelve crónico y ya deja de ser beneficioso para nuestra salud física y mental. Es cuando se convierte en distrés.

Traspasar esa frontera hoy es más frecuente porque muchos están metidos en una olla de presión constante que eleva la hormona del estrés, el cortisol, y la mantiene en un pico constante.

La psicoanalista Jessica MacDonald Quiceno, directora de la Escuela de Psicología de la Universidad Nacional (UNA), nos recuerda en este capítulo de Estar Bien la importancia de mantener bajo control el estrés como un componente importante para garantizar nuestra salud mental.

En este primer capítulo de Estar Bien de noviembre, dedicaremos el espacio a este tema, que está a flor de piel. En los siguientes episodios, MacDonald nos ayudará a explorar los terrenos de la ansiedad y la depresión, las dos principales afectaciones que se dispararon entre la población como resultado de las vivencias experimentadas durante la pandemia de covid-19.

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Intoxicados de cortisol

¿Cómo aparece el estrés? Cuando tenemos una demanda muy alta, que nos exige mucho esfuerzo y nuestras capacidades para resolver esas situaciones se ven sobrepasadas.

“Lo que nos tiene que preocupar es el distrés que aparece cuando nuestra capacidad no logra responder a la situación que tenemos en frente, por más que nos esforcemos”, responde MacDonald.

Quizá esto a usted le suene familiar: cuando empezamos a recorrer los terrenos del distrés sudamos, pasamos agotados la mayor parte del tiempo, y nos volvemos irritables con todo lo que nos rodea.

Es un comportamiento que heredamos de nuestros primeros tiempos en la evolución de la especie humana, cuando nuestros ancestros se enfrentaban a grandes peligros y tenían dos salidas: huir o atacar.

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Aquí es cuando aparece el cortisol, que es necesario para sobrevivir pero también requiere espacios de relajación para bajar su presencia en el organismo y no intoxicarlo, como sucede en la actualidad: muchas personas están intoxicadas de cortisol.

“Con el estrés debería haber un pico pero también una relajación que nos libere de la tensión. El problema viene cuando estamos permanentemente en tensión, atrapados en una casa o un cuarto trabajando, durmiendo, atendiendo a los hijos escolares con un nivel de demanda alto.

“El problema aparece cuando la demanda es tan grande que no hay capacidad suficiente para dar abasto con ella, y esto tiene un costo elevado tanto para la salud física como para la mental”, reitera MacDonald.

Estos son los comportamientos típicos de una persona demasiado estresada. En otras palabras, de un ser humano intoxicado de cortisol:

  • Pasa irritado todo el tiempo. Todo le molesta.
  • El cansancio es dueño de su cuerpo.
  • Lo inunda una sensación de frustración permanente porque no logra cumplir las demandas.

Y las consecuencias las grita el cuerpo:

  • Síndrome del quemado, o burnout.
  • Episodios extremos de impacto en su salud física: insomnio, problemas de alimentación (come en exceso o deja de comer), desde dolores de cabeza, hipertensión arterial y malestar general, hasta derrames cerebrales o infartos.

Jessica MacDonald advierte que es importante entender que, muchas veces, las personas no son absolutamente responsables de esto.

“La sociedad de hoy es la sociedad del rendimiento, siempre probándonos y en competencia. Si históricamente se defendió una jornada de 8 horas, ahora ¿quién trabaja 8 horas? Nos exigimos más, quitamos el descanso y hasta nos sentimos culpables del descanso. Nuestro organismo tiene que descansar.

Lo más importante, recomienda: hacer un alto en el camino, tomar consciencia del daño y ver lo que realmente estamos haciendo.

“Hay que buscar espacios para descansar. Nuestro organismo tiene una capacidad dada. Cuando la sobrepasamos, vamos a tener una sensación de fracaso. Como sociedad, tenemos que pensar si queremos el rendimiento por el rendimiento, o el bienestar”, advirtió.