Podcast ‘Reporteras de covid’: muerte de una niña

Tenía año y cinco meses y estaba sana, hasta que contrajo la covid-19. Hoy, la pequeña suma en las estadísticas que hablan de 18 menores de edad fallecidos en Costa Rica durante la pandemia

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El 26 de agosto, el Hospital Nacional de Niños confirmó la muerte de una niña de año y cinco meses por causas relacionadas con la covid-19.

Era una pequeña sana, sin antecedentes que hicieran pronosticar un desenlace de esa magnitud, pero pasó.

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Su fallecimiento y el de otra niña de cinco años elevó a seis los decesos registrados en ese hospital solo en agosto; 12 desde que se inició la emergencia por la pandemia.

El Ministerio de Salud contabiliza 18 fallecimientos entre menores de edad. Es una cifra baja comparada con el acumulado de muertes entre los adultos mayores (más de 3.000) y en los adultos y adultos jóvenes (más de 2.300).

Sin embargo, tiene un enorme peso que va más allá de lo estadístico, porque habría que hacer el ejercicio de calcular los años de vida potencialmente perdidos por estas personas.

Su poder también es simbólico. Es un aviso de hasta dónde han llegado –y hemos permitido llegar– los tentáculos de la pandemia, y del dolor acumulado por la pérdida de seres queridos para muchos, con vida, recuerdos y expectativas.

En el capítulo de esta semana del podcast ‘Reporteras de covid’, exploramos los múltiples significados de estas pérdidas, más allá de los números de una estadística sanitaria.

La directora del Hospital Nacional de Niños, Olga Arguedas Arguedas, comparte la reacción más humana del personal médico, que se supone entrenado para lidiar con estas muertes.

La pérdida de una vida por esta causa duele, porque en muchos casos, como en el de esta bebé, se trataba de personas sanas, con un futuro por delante, que contrajeron el virus con una fuerza capaz de arrebatarles la vida.

Además, porque se trata de niños. Estudiosos de la Tanatología coinciden en que la muerte de un hijo es una de las experiencias más dolorosas en la vida de una persona.

Es muy probable que en estos momentos haya un padre o una madre con una herida fresca, que probablemente estará en su corazón por el resto de su existencia.

El contador sigue marcando, muchas veces frente a la indiferencia o a la costumbre de ver cambiar los números, sin reparar en su significado.

Todos los días mueren más de diez personas.

El 26 de agosto, el contador se movió hacia arriba en el gráfico de menores de edad, y entre las víctimas había una bebé sana.