‘No hay para café y tampoco para los pagos del banco; puedo perder mi casa’, teme cartaginesa a quien CCSS atrasa pago de incapacidad

A sus 40 años, Jennifer Cedeño sufre las secuelas de un atropello que la tienen en silla de ruedas; desde mayo, la CCSS no le deposita las incapacidades y el ‘hackeo’ solo empeoró las cosas

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Jennifer Cedeño Torres podría perder la casa en la que ha pasado casi todos sus 40 años de vida, ubicada en barrio Los Ángeles de Cartago, si la Caja Costarricense de Seguro Social (CCSS) no le deposita más de ¢600.000 que le adeuda por el pago de varias incapacidades acumuladas desde mayo.

Está a la vuelta de pocos días, dice, para que un banco reclame derechos sobre el que ha sido su hogar, el de su mamá, y su abuelito materno. Los tres viven en una casita que hasta el día de hoy mantiene las luces de Navidad, una de las épocas más lindas del año para esta familia.

Jennifer no puede caminar. Fue víctima de un atropello cuando se trasladaba hacia su trabajo, el viernes 13 de mayo. Su tobillo izquierdo quedó destrozado y ni siquiera puede usar muletas porque no puede poner el pie. El camión que la atropelló se dio a la fuga.

Desde entonces ha estado incapacitada. Parte del beneficio (40%) se lo ha pagado puntualmente el Instituto Nacional de Seguros (INS), pero el 60% del salario que le corresponde depositar en estos casos a la CCSS no le ha llegado nunca, ni siquiera por las incapacidades gestionadas antes del hackeo a la Caja, del 31 de mayo, ataque que fue la cereza en el pastel de sus desgracias.

Casi dos meses después del accidente, todavía espera la cita para saber si la van a operar o no. La intensidad del dolor que sufre todos los días, todo el día, se la tiene que tragar para que su mamá o su abuelo no se acongojen más de lo que ya están, pues prefiere usar los pocos cincos que llegan en comprar comida y no pastillas para ella.

“Sé que, desgraciadamente, no soy la única que está pasando por esto y que otros están peor que yo. Vivo con mi abuelito quien sufre al ver los remiendos que debo hacer para tener pan para el desayuno. Yo me muero del dolor pero no les digo nada, pero no hay comida ni para el café. No he podido ayudar a mi mamá con los pagos. Este dolor que vivo no solo es físico, es emocional”, cuenta mientras se le quiebra la voz al otro lado del teléfono.

Hasta ahora, le han emitido las siguientes incapacidades: del 13 al 21 de mayo, del 23 al 28 de mayo y del 30 de mayo al 14 de junio. Luego sucedió el hackeo a la CCSS y los problemas con la cancelación de estos beneficios por parte de la Caja se incrementaron. Actualmente, tiene una nueva que va del 15 de junio al 17 de julio.

“Desde antes del hackeo yo fui al área de salud para preguntar por el atraso en los vistos buenos para tramitar las incapacidades. Fui el 25 de mayo y la encargada me dijo que había muchos pendientes; incluso, desde abril. Vea que para ese entonces no había hackeo pero sí muchos pendientes de pago.

“El lunes (4 de julio) fui a la sucursal de la Caja y la muchacha, muy amable, me comentó que no tenían sistema para hacer esos trámites. Reconoció que ellos tienen que dar la cara por las mentiras que sale a decir a la prensa el gerente financiero. Me bajaban las lágrimas mientras la escuchaba. Tengo más de ¢600.000 atrapados. ¡Es complicado!”, comenta.

Sus deudas son muchas. No hay día, afirma, en que no le lleguen acreedores a la casa o la llamen para presionar por pagos pendientes. “Me llaman mentirosa y me recuerdan que el gerente salió a decir que ya habían pagado las incapacidades. ¡Es una tortura!”, reconoce.

Jennifer Cedeño tiene estudios en ingeniería en informática. Hasta el día del accidente, tenía una carrera promisoria en mercadeo y ventas, que se detuvo. Califica de “indignante” que cientos de personas estén en situaciones parecidas mientras la CCSS sale a decir otras cosas a la prensa.

Está probando suerte con una rifa de ¢2.500 el número para el próximo domingo, pero ni la mitad de los números le han comprado a estas alturas de la semana. Aun en estas condiciones, reconoce, han aparecido ángeles con comida y que le pagan el transporte para las citas que tiene en San José.

Pero ella sabe que una ayuda así no se puede mantener por mucho tiempo. Por eso, reclama enojada por el atraso, que ya supera cualquier capacidad de resistencia.

“¡Es mentira! ¿Qué será lo que quieren? ¿Hacer tiempo? No pueden jugar con el seguro social. Hay días en que yo no sé qué voy a hacer. ¡Es muy triste, muy triste! Tienen plan de contingencia para que les paguen a ellos pero no para pagar a los enfermos que necesitan esos ingresos para sobrevivir”, agregó.

Información actualizada el lunes 11 de julio, a las 8:42 a. m.