Alfredo sufrió dos paros y estuvo intubado 60 días por covid

Vecino de Limón, de 72 años, recibe rehabilitación en Cenare como parte del programa para afectados poscovid

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Hace casi cuatro meses, Alfredo Danilo Grant enfermó de covid-19. El diagnóstico lo recibió el 10 de noviembre del 2021, en el Hospital Tony Facio, de Limón, de donde es originario. Su condición se agravó aceleradamente durante los cuatro días que permeneció ahí, lo intubaron y lo trasladaron al Hospital San Juan de Dios, en San José, en donde permaneció 60 días respirando con ayuda de máquinas.

Este limonense de 72 años relata su historia desde el Centro Nacional de Rehabilitación (Cenare), en La Uruca, al que fue referido cuando venció a la muerte después de sufrir dos paros cardiorrespiratorios en el San Juan. Es uno de los pacientes con secuelas más graves de la covid-19 que forma parte del programa de rehabilitación poscovid del Cenare.

Ahí sigue internado porque su condición todavía amerita cuidados hospitalarios para ayudarlo a recuperar las fuerzas que el ataque del SARS-CoV-2 le quitó. Utiliza el salón recién estrenado en el Cenare con aparatos especiales donados por la Fundación Mapfre para apoyar en la recuperación de estos pacientes.

“Me han tratado muy bien. Prácticamente estoy un 90% curado. La terapia aquí es la mejor que he recibido, es el mejor de los hospitales”, contó el miércoles 23 de febrero, día en que se abrió el programa para pacientes ambulatorios que no necesitan, como él, atención hospitalaria.

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El médico fisiatra y director de servicios médicos y apoyo técnico del Cenare, Pablo Pacheco, explicó que el programa recibirá pacientes con secuelas graves poscovid de todo el país. Deben ser referidos por los otros hospitales y áreas de salud de la Caja Costarricense de Seguro Social (CCSS) luego de confirmar que cumplen con uno o varios de estos cinco criterios para ser atendidos en el Cenare:

  • Problemas en la marcha.
  • Depender de un tanque de oxígeno para respirar.
  • Movilidad limitada en al menos tres articulaciones del cuerpo.
  • Dificultad cardiorespiratoria
  • Dependencia de moderada a severa en actividades de la vida diaria. Esto último incluye a personas que no pueden valerse por sí mismas para bañarse, comer y movilizarse por lo que requieren de alguien más que los asista.

Daniela Araya, terapeuta del lenguaje que forma parte del equipo de ocho especialidades diferentes a cargo de estos enfermos, explicó que se les hará una valoración de las secuelas. En su caso, revisará los posibles problemas que dejó la covid-19 en voz, en la capacidad para tragar (deglución) y en el olfato como resultado de la infección o de la ventilación mecánica invasiva de la que fueron objeto mientras estaban internados.

La trabajadora social, Diana Sánchez, confirmó que también se les dará herramientas tanto a los pacientes como a sus familias para que puedan reorganizar su vida. Según dijo, las secuelas poscovid van mucho más allá de lo físico. Se han encontrado con secuelas sociales, como desempleo y pobreza, que se exacerbaron con la pandemia.

La intervención a cada paciente que se reciba incluye atención psicológica, médica, Terapia Física, Terapia Respiratoria, Terapia del Lenguaje y Terapia Ocupacional.

A cada uno se le diseñará un programa personalizado de rehabilitación, con tratamientos y citas en el Cenare y rutinas para realizar en la casa del paciente por el tiempo que sea necesario.