Temperaturas en Centroamérica subieron hasta 1,1 °C en 100 años

En patrones de lluvia, Costa Rica percibió el incremento más fuerte con un 20% más de precipitaciones en 2019 en comparación con el promedio registrado en los años 2015, 2016 y 2017

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Los países centroamericanos experimentaron un incremento en sus temperaturas históricas de hasta 1,1 grados Celsius (°C) durante los últimos 100 años.

Al mismo tiempo, la región presenció cambios recientes en sus patrones de lluvia con descensos o aumentos anuales en las precipitaciones, según cada país.

Los efectos de esos fenómenos fueron uno de los factores que propiciaron el desplazamiento de cerca de 265.000 guatemaltecos hacia Estados Unidos, en 2019.

Estos datos los recoge el Informe del Estado de la Región, el cual alerta sobre un agravamiento de la variabilidad climática en Centroamérica, una de las zonas más propensas a los efectos del calentamiento global.

El documento aborda el tema ambiental como el primero de cinco eslabones sobre el desarrollo humano sostenible en la región, junto con los panoramas demográficos, económicos, sociales y políticos.

Al analizar las temperaturas promedio de cada país, el estudio encontró un aumento de 1,1 °C en Guatemala, entre las décadas de 1921-1930 y 2011-2020.

Esa fue la nación centroamericana con mayor incremento en las temperaturas, uno de los factores utilizados para analizar la variabilidad climática.

En tanto, el menor impacto se percibió en Costa Rica, con una variación de 0,5 °C.

De acuerdo con el reporte del Panel Intergubernamental de Expertos sobre el Cambio Climático de Naciones Unidas (IPCC, por sus siglas en inglés), la temperatura media mundial fue un 1,09 °C más alta en la década 2011-2020, que en el periodo 1850-1900.

Los científicos aseguran que “es inequívoco que la influencia humana ha calentado la atmósfera, los océanos y la tierra”. El calentamiento, añaden, se debe a la emisión de gases que atrapan el calor en la atmósfera, como el dióxido de carbono y el metano.

Gran parte de eso es el resultado de que los seres humanos queman combustibles fósiles, como carbón, petróleo, madera y gas natural.

Los más de 200 autores del informe estudiaron cinco posibles escenarios de calentamiento, pero concluyeron, en todos ellos, que se cruzaría el umbral de los 1,5 grados en la década de 2030, superando las previsiones anteriores.

Incluso, tres de los escenarios incluirían aumentos superiores a los 2 grados en comparación con la época preindustrial.

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En el caso de Costa Rica, señala el documento, las temperaturas comenzaron a elevarse en los años 70.

“El crecimiento sostenido de las temperaturas promedio se registra a partir de la década de los 60 en Belice, El Salvador, Guatemala, Honduras y Nicaragua, y una década después en Costa Rica y Panamá”, afirma el informe.

100 años después la temperatura de Belice es 1°C más elevada; 0,9°C en El Salvador; 0,8°C en Honduras; y 0,7 °C en Nicaragua y Panamá.

Declive de lluvias en el norte e incrementos en el sur

La variación climática en Centroamérica también queda en evidencia cuando se revisa el comportamiento de las lluvias en los últimos cinco años.

Resaltan los casos de Belice y Guatemala, en el norte del subcontinente, que enfrentaron el año más seco de la década en 2019, con importantes descensos en las precipitaciones.

Las lluvias descendieron a 1.568 milímetros (mm) acumulados en Belice durante ese año, cuando en los precedentes el registro superaba los 2.000 mm.

En Guatemala, el descenso en las precipitaciones fue de poco más de 300 mm acumulados en comparación con los años precedentes.

En esa nación, la sequía de 2019 provocó una grave pérdida de cosechas con repercusiones socioeconómicas de las poblaciones que dependían de esa actividad.

“Esta situación fue un motivo importante para el éxodo de más de 265.000 guatemaltecos hacia los Estados Unidos (130% más que en 2018), debido a la pérdida de cosechas y el daño producido por la sequía a vastas extensiones de cultivos”, señala el informe.

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Sin embargo, mientras en el norte del istmo se registró un declive de las precipitaciones entre 2015 y 2019, en el sur más bien incrementaron, especialmente en Costa Rica.

“Otros países como El Salvador, Honduras y Nicaragua no experimentaron caídas tan dramáticas de un año a otro, pero han venido registrando un declive en las precipitaciones anuales en los últimos tres o cuatro años.

“Por el contrario, al sur del Istmo, Costa Rica y Panamá mostraron una tendencia creciente durante el último quinquenio, acumulando los mayores niveles de precipitaciones hacia el final del periodo”, señala el informe.

De acuerdo con el estudio, entre 2018 y 2019, Costa Rica tuvo cerca de un 20% más de lluvia en comparación con el promedio de los años 2015, 2016 y 2017.

Pasó de registrar unos 2.600 mm anuales acumulados de lluvia al inicio del quinquenio, a más de 3.100 mm de precipitaciones en 2019.

En Panamá, el incremento de lluvias fue cercano al 12%.

Región vulnerable

Guatemala, que enfrenta el mayor aumento de la temperatura y el segundo descenso más importante de precipitaciones en Centroamérica, es la nación más vulnerable a fenómenos climáticos en la región.

Ese país aparece entre las 20 naciones del mundo más expuestas a eventos como tormentas, ciclones, inundaciones y precipitaciones intensas, de acuerdo con el Índice Global de Riesgo Climatológico, para el periodo 1989-2018.

Guatemala ocupa el puesto 16, que expresa una alta vulnerabilidad a esos fenómenos. Belice (32), El Salvador (25), Honduras (42) y Nicaragua (38) ocupan puestos de cierta vulnerabilidad. Mientras que Costa Rica (95) y Panamá (118) están entre los países con baja vulnerabilidad.

“Cabe recordar que este índice se calcula a partir de los impactos directos en términos de pérdidas de vidas y bienes, así como otros impactos de tipo socioeconómico.

“Que un país ocupe un puesto distante respecto a las posiciones de mayor vulnerabilidad, no quiere decir que no enfrente riesgos —por ejemplo a eventos que tienen impactos indirectos, prolongados y potencialmente muy dañinos, como las olas de calor—; significa, más bien, que los riesgos de impacto directo son bajos”, advierte el Informe del Estado de la Región.