René Castro: el político que sobrevive a los escándalos

Fue detenido por conducir ebrio mientras era secretario general del PLN, pero persistió en la política. Fue cuestionado por nombramientos políticos y por el lío con Nicaragua cuando era canciller, pero persistió. Ahora, esta figura cercana a Chinchilla, persiste tras el escándalo de la refinería.

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Siendo secretario general del PLN, en julio del 2007, la Policía de Tránsito lo detuvo ebrio luego de chocar dos vehículos e intentar darse a la fuga. No obstante, sobrevivió políticamente, Laura Chinchilla lo nombró su jefe de campaña dos años más tarde y, tras ganar las elecciones, lo convirtió en ministro de Relaciones Exteriores.

Como canciller de la República, enfrentó un escándalo por nombramientos políticos en el Servicio Exterior, así como fuertes críticas por haber avalado el dragado que el gobierno de Daniel Ortega planeaba hacer en el río San Juan, el cual terminó con la invasión de isla Calero. No obstante, sobrevivió.

Sobrevivió y lo nombraron ministro de Ambiente y Energía, donde ahora, hasta miembros de su propio partido, Liberación Nacional (PLN), lo critican por defender un proyecto de $1.500 millones para que Recope construya una refinería de petróleo en Limón en asocio con la empresa china CNPCI.

Es un proyecto que la Contraloría General de la República suspendió por inconsistencias en los estudios de factibilidad y rentabilidad.

El caso sí le costó el cargo a Jorge Villalobos, expresidente de la Refinadora Costarricense de Petróleo (Recope), pero él sobrevive. Se trata de René Castro Salazar, ingeniero civil de 54 años, de origen liberiano, que ha pasado por diversos puestos en gobiernos del PLN y que es uno de los políticos con más arraigo en la administración actual.

Durante el gobierno de Luis Alberto Monge (1982-1986), Castro fue viceministro de Gobernación y, según su propio relato, ahí nació su cercanía con los temas ambientales, los cuales lo llevarían a liderar la cartera de Ambiente, dos veces.

En una gira al Parque Nacional Corcovado con un centenar de policías, recordó, sacaron a un grupo de oreros que vivían en condiciones “infrahumanas”. Los extractores, sin embargo, volvieron.

Desde entonces, quedó convencido de que se debe impulsar el desarrollo sostenible con proyectos que den ganancias económicas: “Pienso que la naturaleza no sobrevive a la par de la pobreza”, dice.

Los primeros pasos. Tras su labor en el gobierno de Monge, René Castro se concentró en seguir el consejo del entrante presidente Óscar Arias , continuar estudios.

Por los siguientes ocho años, se volcó a su posgrado en la Universidad de Harvard, Estados Unidos, de donde salió con una maestría y un doctorado en economía ambiental.

Las ideas que trajo lo marcaron como ministro de Ambiente en la administración de José María Figueres (1994-1998).

“René siempre ha tenido un claro interés por los asuntos del medio ambiente como una opción económica para este país. Con él hicimos muchas cosas buenas, todo lo que fue Fonafifo (Fondo Nacional de Financiamiento Forestal), por ejemplo”, opina Figueres.

Sin embargo, a la vuelta de los años, el propio Figueres combate la pretensión de Castro de instalar una refinería, pues considera que contradice la política de vender este como un país verde, capaz de llegar a producir tanto oxígeno como dióxido de carbono.

Los años siguientes convirtieron Castro en un reconocido docente de Incae y, en lo político, en secretario de Liberación Nacional.

Fue desde esa última posición que vivió uno de los trances más bochornosos de su vida, el del accidente bajo efectos del alcohol.

“Fue un momento de los más duros y tristes en mi vida, gracias a Dios no hubo heridos, pagué los daños de los vehículos, me cancelaron la licencia y pasé la vergüenza de dar la cara a mis hijos y a mis estudiantes”, recuerda.

Canciller. Lo que parecía su entierro político no fue tal.

Castro tenía una sólida amistad con Chinchilla desde la universidad y habían sido compañeros en el gabinete de Figueres.

Así llegó a canciller por 14 meses sin experiencia diplomática.

Carlos Roverssi, actual ministro de Comunicación y en esa época vicecanciller, recuerda que tuvo fuertes diferencias con Castro a pesar de que son amigos desde el colegio Seminario.

La controversia se debió, en especial, a la carta que Roverssi envió a Nicaragua en protesta por el dragado del San Juan. Castro se reunió en Managua con el canciller nicaragüense, Samuel Santos, y luego dijo aquí, en el Congreso, que no halla mayores problemas en el plan.

Las críticas lo cubrieron y el expresidente Óscar Arias, el mismo que lo impulsó a prepararse, empezó a cuestionar su manejo diplomático, en una discusión que sigue y en la que también participa el excanciller Bruno Stagno.

En agosto del 2011, Chinchilla movió a Castro de la Cancillería y lo puso en Ambiente, donde la polémica lo siguió con la refinería.

Castro insiste en que ese proyecto es “un mal necesario” y advierte de que Costa Rica será dependiente del petróleo por al menos 20 años más. Chinchilla, en tanto, lo defiende: “Ni él solicitó el estudio de factibilidad ni tampoco lo recibió”.