Entre la iglesia y la Asamblea Legislativa: el juego del bloque conservador

Cuatro diputados cristianos se han alzado con un poder político nunca antes visto: Con votos ineludibles a la hora de elegir Directorio y decidir proyectos, imponen una agenda en la que imperan valores religiosos y el freno a iniciativas que contradicen sus creencias

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No habían ni entrado a la Asamblea Legislativa y ya alguien los había encasillado como “bloque cristiano”. Nunca antes llegaron al Congreso cuatro diputados abiertamente cristianos, ligados a diferentes congregaciones evangélicas (como pastores o como feligreses) y a partidos políticos abanderados con consabidas posturas a favor de la vida, la familia y lo que ellos definen como valores cristianos.

Desde antes de mayo de 2014, era fácil prever lo que iba a pasar en el plenario cuando temas como Estado laico, aborto, fertilización in vitro y uniones del mismo sexo tocaran la puerta: un bloque unido levantaría la voz hasta donde fuera posible. Así ha sido. Y algo más.

Discípulos de una tradición congresista de protestantes que tomó auge durante la década pasada con el pastor evangélico Carlos Avendaño y Justo Orozco, los actuales diputados cristianos recorren los pasillos del congreso conscientes del poder político que su corriente ideológica acumula.

En las Asambleas Legislativas pasadas, todavía eran percibidos como muy compactos para ejercer mayor influencia y lograr acuerdos políticos, pero ahora se inmiscuyen con autoridad en asuntos como la escogencia del Directorio legislativo, con lo que han conseguido que temas relacionados a la vida y a la familia pasen a un segundo plano, fuera de la agenda compartida por los seis partidos de la oposición que acordaron la votación del directorio presente.

Al principio se decía que eran cinco los diputados del frente dogmático: Mario Redondo (de Alianza Democrática Costarricense), Gonzalo Ramírez –actual secretario del directorio– y Abelino Esquivel (del Partido Renovación Costarricense, presidido por Orozco), Fabricio Alvarado (de Restauración Nacional, presidido por Avendaño) y Óscar López (de Accesibilidad sin Exclusión).

No obstante, López ya no parece estar tan aliado a la fórmula como durante el comienzo del cuatrienio, y en todas las entrevistas realizadas por Revista Dominical se infirió que el legislador no se alínea con el bloque ni se une a la hora de tomar acuerdos como el del Directorio.

Algunos días sí y otros no les molesta el término “bloque cristiano”. Comparten agenda cuando de valores religiosos se trata, pero en temas país se dicen independientes de sus colegas.

Siempre puntuales para recordar sus principios en redes sociales, en entrevistas y en el plenario mismo –aunque también defendiendo sus posturas con argumentos seculares que se ajustan a su fe–, han manifestado en varias ocasiones su molestia con que menosprecien sus puntos de vista por sus creencias religiosas, y han amenazado con utilizar términos como “comunismo ateo” si los diputados del Frente Amplio los vuelven a señalar como jinetes del “integrismo religioso” en la Asamblea.

“Yo en mi iglesia hablo de mi fe; yo entro a la Asamblea y sigo siendo creyente, y en base a [sic] esos principios y valores defiendo mis posiciones”, comentó Alvarado en su despacho. “Cuando defendemos la vida yo no digo ‘la Biblia dice esto’, digo que la constitución dice que la vida es inviolable y que el código civil dice que la vida se defiende 300 días antes del nacimiento. No venimos acá con argumentos doctrinales sino con argumentos científicos. Donde se mantiene mi fe es que mantengo mis principios y con base en esos principios defiendo lo que creo”.

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No solo en el Congreso y en agitadas discusiones en redes sociales hacen alarde de cómo la fe dictamina el camino que recorrerán de cara a ciertos proyectos de ley. Sus operaciones en el sentido de sus creencias hacen del bloque cristiano no solo un sector político poderoso en el poder legislativo, sino también uno que puede expandirse dependiendo de la temática, ya sea con el apoyo diputados de otras bancadas o por medio de su relación con la comunidad cristiana.

Que no quepa duda alguna: en la actualidad, más que en años pasados, la religión se mueve de una forma diferente en la Asamblea Legislativa, y este parece apenas el comienzo de una norma; el camino hacia mayor representatividad y poder.

Gonzalo Ramírez, de Renovación Costarricense, es el primer secretario de la Asamblea Legislativa para 2013. / Fotografía: Melissa Fernández.

Campaña de alarma

La mañana del martes 7 de junio, Gonzalo Ramírez invitó a un foro sobre el Estado laico con dos panelistas ligados a los grandes actores de la era del bipartidismo en la política nacional: Rodolfo Piza (excandidato a la presidencia por el Partido Unidad Social Cristiana) y Fernando Zamora (secretario general de Liberación Nacional).

Fieles cristianos ambos, su participación en la conferencia supuso un ejemplo de cómo el bloque se expande y por motivos religiosos logra construir puentes y germinar aliados en diferentes partidos y sectores, más allá de la minoría que representan.

En la Asamblea Legislativa, en un Salón de Expresidentes colmado de pastores evangélicos, Piza y Zamora compartieron sus ponencias en contra del proyecto de ley que pretende cambiar dos artículos de la Constitución Política para procurar que el Estado no sea confesional, una norma en el mundo occidental y un pilar de democracias como la estadounidense, pionera en construir una “pared de separación entre la iglesia y el Estado”.

Antes de los invitados, Ramírez expresó su preocupación por el proyecto de ley y reveló que la única forma en la que logró que se llenara el foro sobre el tema fue enviando una invitación que leía, en grande: “Estado laico: el peligro de sacar a Dios de todo”. El diputado señaló que sus colegas pastores se sentían atraídos a temas en función de la familia, pero no entendían bien el laicismo.

Ambiguas y contradictorias entre sí, las conferencias de los tres políticos fueron el reflejo de la confusión que durante años ha impedido el avance hacia la sana conversación del Estado laico.

Incluso entre los diputados del bloque cristiano hay diferencias de opinión cuando de eliminar la religión oficial se trata, aunque ellos no pertenezcan a la iglesia católica. Para Esquivel, “un país que saca a Dios de su quehacer va al fracaso”; para Redondo, siempre y cuando se garantice la libertad religiosa “no hay problema” con que el Estado sea laico; y Alvarado opina que hay que revisar el tema con cuidado.

Abelino Esquivel, de Renovación Costarricense, se ha ganado numerosos pleitos en redes sociales. / Fotografía: Mayela López.

“Hemos detectado que los que hoy piden el Estado laico claman que una persona como yo no pueda ser diputado solo por ser cristiano, entonces eso atentaría contra la libertad religiosa. Esos que pretenden que nadie por ser creyente pueda ser parte del poder legislativo, también podrían pretender prohibir que los parques se usen para actividades religiosas”, comentó Alvarado. “Estoy en contra de que se quiera discriminar a los que tenemos un credo solo por nuestro credo, y que nos digan que no podemos participar”.

El proyecto para el Estado laico se presentó en el 2012 y vence a finales de este junio, pero por una moción del Frente Amplio es posible que no se deseche en los próximos meses. Paralelamente, el bloque conservador trabaja en un proyecto para fomentar la libertad religiosa que regule y facilite la creación de nuevas iglesias, con especial mira a la creciente explosión del sector evangélico en las últimas dos décadas.

Fernando Zamora, quien en su conferencia aseguró que el laicismo siempre precede a “ríos de sangre”, está consciente de que no se está proponiendo un laicismo extremo, pero alerta –sin decir nombres– que “hay ciertas corrientes que prefieren acallar la libertad de consciencia, y eso sí es grave”.

“¿Dónde no hay Estado laico? En países musulmanes, y eso está mal también; es totalitarismo religioso”, añadió Zamora, en dirección contraria a lo que minutos antes dijo en su ponencia Rodolfo Piza, quien explicó las maravillas que se viven en Estados confesionales como Inglaterra y Dinamarca.

Dentro y fuera del bloque cristiano, las diferencias de opiniones sobre temas tan polémicos como el Estado laico son pan de todos los días, y la confusión de la sociedad es un efecto natural de ello. ¿Hay una estrategia para crear confusión y ruido, o se trata de un patrón de ideologías fragmentadas en el marco de la volatilidad política del mundo moderno?

Óscar López, del PASE, no forma parte del bloque, aunque está de acuerdo en muchas de sus posturas. / Fotografía: Mayela López.

Más que política

El socialcristianismo –la ideología que los cuatro diputados dicen impulsar– incrustó sus raíces en la política costarricense desde hace muchas décadas. En una población mayoritariamente religiosa es de esperar que políticos en todas las esferas no hallen separación entre sus creencias y su función pública; en el tanto la política se trata de defender principios, sus valores están directamente asociados a sus creencias religiosas.

Para diversos analistas, la nomenclatura de “bloque cristiano” es muy amplia y podría relacionarse a muchos otros partidos, por lo que recomiendan hablar de un “bloque ultraconservador” por encima de religioso.

Óscar López se desasocia del grupo, pero sus posturas son ultraconservadoras. “Yo creo que Jesucristo desearía formar parte de las decisiones de los políticos, pero no le gusta que lo encasillen; quiere inspirar nuestras decisiones pero no las de un grupito sectario, sino las decisiones de los 57 diputados, de los ministros y del presidente, que debería dejarse iluminar un poquito más por esa figura egregia”, dice el legislador del PASE, recordando una frase de su líder espiritual: “De labios me honran, pero su corazón está lejos de mí”.

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López alega que más que apoyar al bloque cristiano, él apoya temas y encuentra aliados en los diputados del bloque en asuntos seleccionados. Opera desde un partido que asegura que promueve el humanismo cristiano.

“Lo único que destaco del bloque cristiano es que son consecuentes entre lo que dicen y lo que hacen, y eso me parece muy loable en los políticos”, dice López. Se refiere, por supuesto, a sus manifiestos compartidos en temas pro vida y pro familia, con lo que junto a otros diputados se da la licencia de definir los derechos humanos desde una lupa diametralmente opuesta a la de los políticos progres , liberales y tirados a la izquierda.

“De ideologías hay tantas como sabores de helados”, estima el politólogo Gustavo Araya. “La pureza o la fidelidad ideológica ha desaparecido desde los años 90 tardíos, y es una característica del posmodernismo, en donde el arte de juntar ideologías es posible porque no hay posi-ciones puras”. El analista considera que los diputados del bloque conservador lograron vestir de socialcristianismo sus posiciones ideológicas por medio de una “fachada de carácter política” (partidos) que “permite la participación de carácter religioso en la política”.

El antropólogo Adam Álvarez, quien trabaja en una licenciatura sobre ideas nacionalistas de extrema derecha en Costa Rica y ha investigado el conservadurismo en el país, analiza al cuarteto y cae en cuenta de que “estas agrupaciones logran hacer algún tipo de sintonía con ideas de sentido común”.

“Generalmente, cuando defienden sus ideas lo hacen diciendo ‘estamos defendiendo la tradición, los valores y costumbres de Costa Rica’. Hay una posición desde la moralidad con una interpretación política de lo que la sociedad es y debería ser. Esa vinculación que logran hacer de manera tan explícita con el sentido común (los valores) empatiza muy bien con una parte de la población”, manifestó Álvarez.

No es lo mismo hacer campaña electoral por medio de plazas públicas que ser el líder de una comunidad cristiana que incide en una parte del electorado todas las semanas en la pastoral.

Fabricio Alvarado, de Restauración Nacional, es periodista de profesión. / Fotografía: Mayela López.

“Hay formas más sencillas de validación del poder que el ejercicio político”, señala Araya. Para él, la religión tiene ventaja en algunos sectores: “Una población desilusionada, fragmentada, sin ideologías, en una sociedad en la que la política es vista desde lo emotivo. Hay tierra fértil para que estas personas puedan converger a través de la religión para hacerla un fin en sí misma. Es la combinación del hambre con las ganas de poder”.

Los pastores cristianos poseen gran oratoria y una capacidad discursiva que se vuelve un imán para nuevos fieles de sus iglesias. Su narrativa –ligada a los valores tradicionales– los conecta con parte del electorado.

Encima, las redes comunicativas de los cristianos son potentes y unen a cientos de congregaciones, con lo que las ideas políticas se propagan endémicamente. Por ejemplo, la influencia que ejerció el que 300 pastores evangélicos le dieran su apoyo a Laura Chinchilla en 2010 es inconmesurable.

“(Estos pastores y diputados cristianos) están acostumbrados a movilizar masas, incluso a hacer que la gente pague para que su palabra sea escuchada. Personas curtidas en estos ambientes logran muchísima más visibilidad a través de un ejercicio parlamentario. Han encontrado cómo calar en las decisiones de política pública”, comenta Araya.

Para Álvarez, no es casualidad que diputados conservadores usen conceptos como ‘tradición’ o ‘costumbre’ para defender sus posiciones ideológicas, porque lo tradicional es considerado correcto y reconocido; sus ideas no son, en esencia, riesgosas para compartir con el país.

“En Costa Rica sigue teniendo un peso importante el tema religioso”, apunta Álvarez. Empero, eso coincide y choca con el crecimiento de un sector progresista que tiende a cuestionar dogmas e ideas establecidas. Son dos opuestos haciéndose cada vez más grandes dentro de una arena política sedienta por actores que se hagan ver y sentir, sin importar la consecuencia de sus acciones.

Ambos polos están estirando sus extremos lo más que puedan, en el estadio de la discrepancia, del no consenso. Del otro lado del ring está el Frente Amplio, por ejemplo, que logra poca sintonía con el bloque. “No es sano para la democracia, para el juego político ni para el fortalecimiento institucional que haya una confusión entre creencias religiosas y el quehacer político”, comenta la diputada frenteamplista Patricia Mora.

“(La política) tiene que ver con la construcción del bien común, de lo que es de todos, del colectivo, entonces no podemos anteponer credos religiosos”, agrega, también señalando que su fracción cuenta con el sacerdote Gerardo Vargas en sus filas y eso no obstruye su labor.

“No se trata de un asunto religioso porque creemos en una absoluta libertad de credo”, añade la diputada Mora. “El problema es que hay una manera de obstaculizar el desarrollo de proyectos con los cuales (los diputados cristianos) no están de acuerdo.

”Nosotros no avalamos que se presenten 400 mociones para parar un proyecto, sino que se haga presentando una oposición razonable y luego dejando que transcurra la discusión y que se llegue a feliz término”.

“Intransigentes” no es la palabra que usaría el diputado del oficialista Acción Ciudadana, Marvin Atencio, para describir al grupo, pero sí señala su usual bloqueo de proyectos, la forma en la que confunden a la población con lecturas erradas de las propuestas de ley, y su constante matrimonio de asuntos religiosos con políticos.

Mario Redondo, de Alianza Demócrata Cristiana, apoya el Estado laico. / Fotografía: Mayela López.

Trazo innegable

El diputado de Liberación, Antonio Álvarez Desanti, alcanzó la presidencia del congreso el pasado 1.° de mayo en gran parte gracias a los votos del bloque conservador en la alianza de oposición. La relación funciona para ambos lados: en el tanto Desanti pueda dialogar con el grupo sobre temas relacionados al país, los grupos se aseguran que proyectos sobre vida y familia no entren al plenario con la gasolina de una agenda compartida.

“Ellos desarrollan dos funciones importantes: trabajan en proyectos de ley en los que asumen posiciones en leyes económicas y sociales, y asumen un rol de defensa de una agenda que han definido como integral, de oposición a proyectos como FIV y parejas del mismo sexo", apunta Desanti, quien trabaja con Ramírez en el directorio, con Redondo tiene afinidad en temas de control político, con Esquivel apoya la ruta a Limón y de Alvarado resalta su ímpetu en temas de niñez y adolescencia.

Concentrarse en los temas religiosos que abarcan los diputados sería "disminuir el verdadero rol que han jugado en la Asamblea”, afirma Desanti. Para el bloque, la prensa ha jugado un papel relevante en esa percepción de que su labor se reduce a asuntos polémicos que generan ráting, lecturabilidad y comentarios en Internet.

“Lamentablemente, el hecho de venir con esas etiquetas hace que los medios nos busquen para hablar de esos temas y que los ataques sean contra nosotros aunque a veces no hayamos dicho nada”, dice Alvarado. “La prioridad mía son los temas país”.

Redondo considera que hay sectores “cristianofóbico” que los “estigmatizan” por tener principios distintos, y eso dificulta su labor. Desde la cosmovisión del grupo y dejando de lado temas de derechos humanos con los que no entonan, su defensa de los valores cristianos tiene impacto en la sociedad en general, en el tanto tienen como prioridad la defensa de los humildes contra los abusos del Estado y el combate a la desatención de los servicios públicos.

“Desde que nos unimos hemos demostrado lo que no demuestran los demás: que tenemos principios afines y logramos unirnos independientemente de las tres banderas”, dice Ramírez. “Estamos conscientes de que en 2018 vendrán más (diputados cristianos). Tenemos mucho que aportar, tomamos la participación política en serio y hemos demostrado que nos ganamos un lugar dentro de la política nacional”.

La democracia valida sus voces y sus votos, y por más engorrosas que sean las trabas a proyectos de ley están en todo derecho de actuar así. ¿Pero cómo actuarán cuando se apruebe algo con lo que no comulgan? Abelino dice que son “sumamente respetuosos de la democracia” y que respetarán “lo que la mayoría decida”. ¿En cuál cruce se encontrarán la mayoría y los jinetes de la moral cristiana? Solo el tiempo responderá.