José Manuel Garita: el obispo tico más joven busca amarrar lazos entre la Iglesia y la juventud

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Una llamada telefónica tomó por sorpresa al padre José Manuel Garita Herrera, la noche del sábado 8 de marzo: con 49 años, sería en el nuevo obispo de la diócesis de Ciudad Quesada y el cumiche de la Conferencia Episcopal de Costa Rica.

Su vocación de sacerdote empezó desde que era niño. Con trapos y galletas improvisaba misas junto a sus primos. Su formación religiosa se fortaleció en 1983, cuando ingresó en el Seminario Mayor, una semana después de que Juan Pablo II les habló a los jóvenes en el antiguo Estadio Nacional, en La Sabana.

En Paso Ancho se formó y regresó como director a esa casa de estudios, hace ocho años.

“Enseñar en las aulas y escuchar a los jóvenes forma parte de lo que más disfruto de mi rutina. Es una labor que me rejuvenece. Definitivamente, es un reto acercar a los jóvenes a la Iglesia católica; Pero tiene que ir más allá del simple discurso. Se trata de que el joven sienta que nos preocupa lo que piensa y que se sienta atraído por la Iglesia”, dijo monseñor Garita.

Para el futuro obispo, la juventud se mueve en un mar de dispersiones materiales que la confunde y la aleja de la fe.

“Al joven hay que demostrarle que la vida va más allá de un celular o de un carro. Ya muchos están cansados de las falsas ofertas de un mundo de consumo que termina por defraudarlos”, manifestó.

Garita creció en un hogar herediano del siglo XX, católico y fiel creyente en el concepto de familia. Él está consciente de que la realidad hoy es otra y que hay que hacerle frente al reto.

“La experiencia que el padre Garita ha adquirido como formador en el Seminario Mayor le facilitará una comunicación muy cercana con los muchachos, que le va a permitir entenderlos y hablarles en su lenguaje”, expresó el arzobispo de San José, José Rafael Quirós.

Monseñor Quirós conoció y se hizo amigo del padre Garita en el Seminario Mayor y desde ese momento lo recuerda como un joven responsable y comprometido con comunicar el Evangelio.

“Cuando el sábado 15 de marzo se dio a conocer mi nombramiento, monseñor Quirós me regaló un solideo (gorro de seda que portan los obispos). Eso es un detalle que confirma mi compromiso y responsabilidad en esta nueva labor que me encomendó el papa Francisco”, aseguró el nuevo prelado.

Su rebaño. En la diócesis de Ciudad Quesada, Garita realizará su labor pastoral junto con otros 42 sacerdotes distribuidos en 18 parroquias.

Su jornada diaria no varía. Empezará, desde las 4 a. m. con ejercicio y oración y con recorridos por la diócesis para conocer y escuchar las necesidades del pueblo.

“Es importante distinguir que la Iglesia católica no tiene que asumir responsabilidades que le competen al Estado, pero debemos estar presentes en la escucha diaria y en ver cómo podemos cooperar con la gente. Buscar apoyo con comida, con impulsar una beca de estudio, la construcción de una escuela...”, añadió Garita.

Con un año de pontificado de Francisco, monseñor Garita considera que sus gestos son escuela y motivación para los sacerdotes.

“El Papa tiene gestos que son inspiradores; flechazos del Espíritu Santo que motivan. Recuerdo cuando, en Semana Santa del 2013, dijo a los sacerdotes que seamos pastores con olor a oveja y que ese labor de pastor se notara; que no fuera de los dientes para afuera”, recuerda el nuevo obispo.

Pese a que recibió su formación secundaria con los claretianos Práxedes Gallegos y José María Fernández, su meta era ingresar a estudiar Derecho en la universidad. El sacerdocio no estaba en los planes, pese al interés que profesaba desde que era niño.

“Tengo 25 años de haberme ordenado como sacerdote. Cuando fui adolescente, tenía el deseo de ir a la universidad y tuve mis novias, pero una convivencia del Seminario y la visita de Juan Pablo II a Costa Rica revivieron mi vocación”, relató el pastor.

Su ilusión con el Derecho se cumplió en Roma, donde obtuvo una licenciatura en Derecho Canónico de la Pontificia Universidad Gregoriana, en Italia.

En su currículo suma los cargos de canciller de la Curia Metropolitana, director del Tribunal Eclesiástico Matrimonial, rector del templo Votivo del Sagrado Corazón de Jesús, en San José, y asesor de los seminaristas de la Arquidiócesis de San José.

En el Tribunal Eclesiástico fue testigo de un tema que también preocupa a los jóvenes: la nulidad del matrimonio y la crisis que enfrentan las familias.

“El divorcio lo veo como un resultado de la desintegración familiar y, con todo respeto, esto no se resuelve con un cursito sobre familia. Hay que acercarse a la gente, conversar con ella. No hay nada más satisfactorio para un sacerdote que la cercanía con la gente”, expresó.

Garita será el tercer obispo de la diócesis, luego de Ángel San Casimiro y Oswaldo Brenes, quien falleció en febrero del 2013.

En Ciudad Quesada, pulperos, comerciantes, maestros y familias esperan el 17 de mayo, día en que el arzobispo de San José, José Rafael Quirós, ordenará a Garita como nuevo pastor de esa diócesis.