¿Cambio de escuela? ¿Cómo ayudarle a mi hijo con la transición?

Cambiar de centro educativo o pasar de preescolar a escuela o de primaria a colegio puede ser difícil para los menores; orientadora da sus consejos

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Entrar a clases siempre implica cambios para los estudiantes: son contenidos nuevos, maestros o profesores nuevos y, en muchas ocasiones, compañeros nuevos. Sin embargo, hay casos en los que ese cambio es mayor y los menores podrían sentir más inseguridades, dudas y ansiedad.

Estos casos son principalmente el ingreso a preescolar, el paso de preescolar a primaria, de primaria al colegio. También se dan situaciones en las que aunque los estudiantes no están ingresando en un nuevo ciclo, sí ingresan a un nuevo centro educativo y deben adaptarse a un nuevo lugar, con nuevas costumbres y sin la presencia de amigos o maestros que apreciaban.

La Nación conversó con la orientadora Ana Victoria Garita Pulido quien dio consejos a las familias que podrían ayudar con esos cambios. Para ella, son vitales los espacios de conversación de los adultos con los menores que tienen a cargo o con los que conviven, ya sean sus padres, abuelos, tíos o hermanos mayores. Sentarse a compartir, escuchar sus dudas y hablar con ellos ayudará a que la transición sea menos brusca.

“No solo es preguntarles qué piensan, también qué sienten. Incluso está bien que lloren, para muchos la transición se dificulta. Conviene acompañarlos en ese momento hasta que ya deban quedar en las manos del personal educativo”, recalcó la profesional.

En estos casos, manifestó Garita, es usual que algunos niños somaticen esos miedos y les duela la cabeza, el estómago o sientan náuseas o mareos.

Aunque tengan el corazón “hecho un puño”, los padres deben dejarlos en el kínder o escuela, siempre remarcando lo positivo: los amigos que verán y las maestras que los quieren.

Los temores o inseguridades son más usuales entres quienes van por primera vez a preescolar, pero también podría darse en la escuela.

Pasar de preescolar a primaria representa un cambio fuerte porque pasan de un programa más lúdico a uno más académico, tienen más docentes, más compañeros. Además, van a una institución más grande, con más gente, donde en los recreos verán a niños mayores y eso puede intimidarles.

En estos casos, hablar con ellos, la posibilidad de visitar la escuela desde antes y conversar con alguna maestra podría darles tranquilidad.

En adolescentes

El cambio de la escuela a colegio es un mundo muy diferente. Más materias, mayor carga académica, más profesores para conocer y entender. Esto puede resultar todo un desafío.

Por eso también es muy importante escuchar los sentimientos de los jóvenes. Hay cosas que para los adultos pueden ser muy sencillas, como ponerse a buscar un aula en el centro educativo, pero para ellos es una complicación. Por eso es importante escucharlos.

Esta escucha y saber cómo les está yendo también es vital las primeras semanas de clases.

“Es cierto que son adolescentes y ya son autónomos, ya son independientes, pero también esa separación puede ser difícil. En esas edades también hay más presión de grupo. Por eso los adultos debemos ser ese soporte”, expresó la orientadora.

También es importante estar atentos a cambios de conducta, no todo se dice con palabras, pero los gestos y actitudes nos pueden dar a entender cuando algo no anda bien.

Cambios de institución

Cuando hay cambios de escuela o colegio, mucho dependerá de las razones que motivaron el traslado. No es lo mismo haber dejado el centro educativo por problemas con un compañero o compañeros, a que se deba por la pérdida del curso, porque la familia deba mudarse de domicilio o por un cambio en la situación económica.

“Sin importar la edad del menor, debemos estar atentos a qué hace, qué dice, qué cosas podrían ser indicativas de que están pasando algo. También les debemos dar espacio para que canalicen los sentimientos de este cambio ¿hay enojo? ¿Hay satisfacción?.

“Todo cambio nos genera inestabilidad e incertidumbre y eso puede llevar a dar respuestas inadecuadas, por eso es tan importante hablar con ellos, darles herramientas para que puedan enfrentarlo”, agregó.

A los adultos les corresponde estar pendientes y darles soporte. No se trata de estar encima de ellos, pero sí estar cerca para darles el apoyo necesario.