Más de 15.500 kilómetros lo separan de su ciudad natal: Katmandú, pero a Sanjeev Rana lo reta el corazón.
Este nepalí, radicado en Costa Rica desde noviembre de 1999, no ve como opción sino como obligación movilizarse en la búsqueda de ayuda para sus coterráneos, cuyo país está en crisis tras el terremoto de 7,8 grados que los azotó el 25 de abril.
Rana trabaja en Intel como gerente de Informática pero desde su oficina establece contactos con otros nepalíes en el país para idear la forma en la que ayudarán a los cientos de miles de ciudadanos que quedaron en la calle y que necesitan lo más básico de su alimentación o cuidado personal.
La motivación de Rana no es solo su familia más cercana que habita en Katmandú (ciudad donde se registraron los mayores daños producto del terremoto) que va desde su sobrino de 10 años hasta su padre de 85.
"El sufrimiento humano no tiene palabras. Uno como nepalí siente esa impotencia. No hacer nada no es una opción. Hay una necesidad de hacer algo. Estoy trabajando aquí en la empresa para ver cómo recaudar fondos para donar y luego en buscar organizaciones efectivas para canalizar esas ayudas", contó.
El martes pasado, en el Consejo de Gobierno, el canciller Manuel González dijo que propondrá opciones para enviar ayudas a Nepal por medio de la Comisión Nacional de Emergencias, aunque admitió que será difícil por la lejanía.
"Estamos tratando de organizarlo con la CNE y canalizarlo por medio de la Cruz Roja Internacional. No es fácil, pero es posible, pero tenemos que garantizar absoluta confianza y transparencia", dijo González tras consulta de La Nación.
Freddy Román, vocero de la Cruz Roja, afirmó que la institución se sumó a una campaña internacional de donación para que los fondos ingresen directamente a la cuenta de la benemérita a nivel mundial para apoyar a los habitantes de Nepal afectados por el terremoto. Las donaciones las puede realizar en este enlace.
Horas de angustia. Sanjeev Rana se enteró por un tercero sobre la devastación que causó en Nepal el terremoto, que ya suma más de 5.000 muertos. Mientras él se disponía a descansar cerca de la 1 a. m. del sábado, su familia y gran parte de ciudadanos de su país de origen vivían momentos de zozobra (el desastre ocurrió cerca del mediodía en Nepal).
"Iba a acostarme pero una compañera de trabajo me mandó un mensaje por Whatsapp preguntándome si supe algo de Nepal y de cómo estaba mi familia. No sabía de qué me hablaba. Me metí a Facebook y comencé a ver fotografías y me dije que algo serio había pasado", relató.
Inmediatamente trató de contactarse con su familia pero como es normal con un evento así, las líneas telefónicas colapsaron.
"Intenté, sin éxito, hablar con ellos hasta como a las 5 a. m. Caí dormido sin poder contactarlos. Como a las 8 a. m. seguí intentando y al final logré hablar con mi hermana y mi mamá", agregó.
Rana dice que su familia está bien, pero que reclaman la falta de alimentos. Según cuenta, por cultura en Nepal los alimentos se compran a diario, y no por semana, quincena o mes como es común en Costa Rica.
"Están salvos, gracias a Dios, pero están pasando una situación muy fea. Durante dos noches tuvieron que dormir en la calle y me cuentan que hubo un día en que les llovió. Lo que me preocupa es que allá es común que la gente compre víveres día a día y no están acostumbrados a latas ni nada de eso. Ahorita todo (supermercados) está cerrado, según me dijo mi mamá", narró.
Rana lamenta ver destruidos los monumentos históricos con los cuales creció, como la torre Dharahara, aunque nada se compara con la situación humana que vive su país.
"Es triste porque son monumentos que uno vio de niño y creció con ellos como parte de su ambiente, pero lo que más duele es ver que el 40% del país está devastado y tanto dolor humano", terminó.
Datos del Sistema movimiento migratorio electrónico de Migración y Extranjería reflejan que de enero a abril de este año ingresaron a Costa Rica 30 ciudadanos nepalíes y tienen reportadas 28 salidas en el mismo periodo.