Turquía, Rusia e Irán se comprometen a proteger a civiles en región de Siria

Presidentes pretenden evitar una mayor deterioro de la situación humanitaria en la provincia de Idlib

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Ankara. Turquía, Rusia e Irán, principales actores internacionales en el conflicto en Siria, se comprometieron este lunes a evitar un nuevo deterioro de la situación humanitaria en el bastión rebelde de Idlib y proteger a la población civil.

Esas promesas figuran en un comunicado conjunto emitido al final al concluir una cumbre que reunió en Ankara a los presidentes turco, Recep Tayyip Erdogan; ruso, Vladimir Putin, e iraní, Hasán Rohaní.

En el texto, subrayaron “la necesidad de hacer respetar la calma en la región con la plena aplicación de los acuerdos sobre Idlib”, principalmente el alcanzado hace un año por Turquía y Rusia, que había permitido evitar una ofensiva de envergadura que parecía inminente de las fuerzas del régimen apoyadas por Moscú.

Además, se dijeron "alarmados por el riesgo de un nuevo deterioro de la situación humanitaria en Idlib debido a la escalada continua" y acordaron "tomar medidas concretas para reducir las violaciones".

Los mandatarios también expresaron su “seria preocupación” ante la “creciente presencia” del grupo yihadista Hayat Tahrir al Sham (HTS), e antigua rama siria de Al Qaida, y reiteraron su “determinación” de eliminarlo a largo plazo.

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Los tres presidentes convinieron en “tomar medidas concretas, sobre la base de acuerdos anteriores, para asegurar la protección de la población civil”.

Se trata de la quinta cumbre sobre el conflicto desde el 2017 entre Erdogan, cuyo país apoya a la oposición, y Putin y Rohaní, que respaldan al régimen sirio.

“La reunión ha sido muy productiva y concluyó con éxito”, afirmó Putin, quien había señalado en la apertura la necesidad de continuar “una lucha sin compromisos contra los terroristas en Siria”.

Intereses diversos

En un momento en que la victoria de Bashar al Asad parece cada vez más cercana, la prioridad de Ankara es evitar una nueva afluencia masiva de refugiados procedentes de Idlib, en el noroeste de Siria.

A pesar de los llamados al alto el fuego, la región, donde viven unos tres millones de personas, es escenario de una ofensiva del régimen sirio, respaldadas por la Fuerza Aérea rusa.

En virtud de un acuerdo concertado el año pasado con Rusia, Turquía cuenta con 12 puestos de observación en la zona. Pero estos parecen cada vez más amenazados, uno de ellos rodeado ahora por las tropas de Damasco que avanzaron el mes pasado.

Idlib sigue siendo blanco de bombardeos esporádicos, a pesar del inestable alto el fuego decretado el 31 de agosto, tras cuatro meses de ataques del régimen sirio y de su aliado ruso. Según el Observatorio Sirio de Derechos Humanos (OSDH), la ofensiva dejó más de 960 civiles muertos.

La cumbre tuvo lugar en momentos en que Turquía y Estados Unidos tratan de crear una “zona de seguridad” en el este del Éufrates que separe la frontera turca de las zonas sirias controladas por la milicia kurda, respaldada por Washington, pero considerada “terrorista” por Ankara.

Uno de los objetivos de esta franja es, para Ankara, poder enviar una parte de los más de 3,6 millones de refugiados sirios instalados en Turquía.

Erdogan afirmó el lunes que Turquía establecería unilateralmente tal zona en caso de desacuerdo con Washington.

El comunicado final también informó de un importante avance en la creación de un comité para redactar la constitución para la posguerra en Siria, con un acuerdo sobre la composición de sus miembros.

Este comité constitucional comenzará a trabajar próximamente en Ginebra.

El régimen de Bashar al Asad reconquistó alrededor del 60% del territorio con el apoyo militar de Rusia, Irán y el movimiento libanés chiita Hezbolá.

Además de la región de Idlib, sigue sin controlar las amplias regiones en manos de las fuerzas kurdas en el este del país.

La cumbre se realiza en un contexto de tensiones exarcebadas tras el ataque del fin de semana contra dos instalaciones petroleras saudíes, de lo que que Washington culpó a Teherán, profundizándose las tensiones bilaterales y poniendo a la región al borde de nuevos conflictos.