En Filipinas comienzan a enterrar a las víctimas del tifón Haiyan

Decenas de cuerpos fueron sepultados en seis fosas comunes

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Tacloban, Filipinas. AP y AFP. Los empleados municipales en esta ciudad arrasada por el tifón Haiyan enterraron ayer decenas de cadáveres anónimos en una tumba común, mientras comenzaba a llegar la ayuda que necesitan, desesperadamente, medio millón de personas desplazadas por el desastre .

Naciones Unidas evocó la posible muerte de 10.000 personas solamente en la ciudad de Tacloban, pero el presidente filipino, Benigno Aquino, estimó que esa cifra era “demasiado elevada” y habló de entre “2.000 y 2.500 muertos”.

Sin embargo, la Oficina de la ONU para la Coordinación de Asuntos Humanitarios informó ayer de que el balance hasta ahora es de 4.460 fallecidos,

Añadió que unas 920.000 personas fueron desplazadas por la tormenta y en total unas 11,8 millones se vieron afectadas.

La situación continuaba siendo angustiosa para muchas víctimas en Tacloban, donde los cadáveres se descomponían en las calles o en un tanatorio improvisado junto al Ayuntamiento devastado por el tifón, que llegó con vientos de hasta 315 kilómetros por hora.

Decenas de cadáveres colocados en bolsas negras de plástico fueron acomodados frente al gobierno local de Tacloban para ser enterrados en seis fosas comunes.

Los soldados filipinos distribuyeron arroz y agua desde camiones, mientras que equipos provistos de motosierras despejaron las carreteras cortadas por árboles. Miles de personas más acudieron al aeropuerto municipal dañado, desesperadas por partir o recibir atención en un hospital de campaña.

El portaaviones de EE. UU. George Washington llegó al mar de las Filipinas ayer, cerca del golfo de Leyte, y quedará fondeado frente a la isla de Samar para hacer un estimado de los daños y suministrar servicios médicos y agua. La flotilla del portaaviones trajo 21 helicópteros al área, que pueden llegar a los lugares menos accesibles.

La ayuda empezó a llegar a algunas de las 545.000 personas desplazadas por el tifón, que cruzó por varias islas del este de Filipinas hace seis días . Muchos cadáveres seguían tendidos a lo largo de calles de la ciudad y otros enterrados bajo escombros.

Tumbas llenas. En la primera de estas operaciones, 30 cadáveres en bolsas negras fueron colocados en tumbas sin siquiera una oración.

John Cajipe, de 31 años, y sus tres hijos adolescentes que trabajan en el cementerio local, colocaron el primer cadáver en el extremo derecho de la tumba. Sus rostros estaban bañados en sudor bajo un sol abrasador cuando transportaron el cuerpo.

El segundo cadáver le siguió dos minutos después, y fue cuidadosamente colocado junto al primero. La operación continuó hasta que los cuerpos, todos ellos no identificados, llenaron la tumba.

“Espero que esta sea la última vez que vea algo así”, dijo el alcalde Alfred Romualdez. “Cuando veo esto, me recuerda lo sucedido desde el día de la tormenta hasta hoy”.

Funcionarios oficiales manifestaron que se han hecho esfuerzos para identificar los cadáveres, a fin de que familiares tengan la oportunidad de saber lo que sucedió a sus seres queridos. No quedó claro si lo anterior incluye pruebas de ADN.

Además del George Washington, más de seis navíos estadounidenses –entre ellos un destructor y dos enormes barcos de abastecimiento– se encuentran ya en la zona junto con un avión P-3, el cual se utiliza para observar los daños con el propósito de que los planificadores decidan los puntos donde se necesita más ayuda.