Tico en Singapur crea flores únicas con ayuda de la genética

Paulo Peralta, especialista en Horticultura, trabaja desde hace cuatro años en Gardens by the Bay, un enorme jardín futurista donde crecen flores de todos los continentes

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El suyo es un trabajo de paciencia y buen gusto. Cuando finalmente se hace público el resultado de su esfuerzo, la belleza y singularidad de sus creaciones producen una cosecha de deleite y admiración por doquier.

Este especialista en Horticultura echa mano de técnicas de mejoramiento genético para crear flores de características específicas: con cierto color o forma de pétalos, con un tamaño determinado, con una vida más larga antes de marchitarse… Decenas de variables que él administra para obtener la flor deseada luego de un proceso que empieza con un profundo estudio e incluye muchas pruebas para escoger el polen adecuado, cruzarlo con el de otras flores, obtener semillas y sembrarlas, y esperar a que germinen.

Su nombre es Paulo Peralta Quesada, tiene 38 años y cuatro de residir en Singapur, país del sudeste asiático donde fue contratado como investigador sénior por Gardens by the Bay, un enorme jardín futurista que aspira a convertirse en sitio icónico de esa isla-Estado que se ha ganado renombre mundial por su eficiencia y gran desarrollo.

No todos pueden decir que dieron vida al primer híbrido de begonia de un país, pero ese logro es solo una línea más en su currículum. Recién llegado, se enfocó en un proyecto de mejoramiento genético de dalias y posteriormente pasó a trabajar con begonias.

En muchos casos, le anuncian que se acerca una exhibición con motivo de alguna celebración especial, como el Año Nuevo chino, y le piden que produzca una flor nueva para brillar en la actividad. Ese primer híbrido de begonia local fue llamada Gardens by the Bay Singapura, en honor al lugar y el país donde fue creada.

Azares de la vida

Originario de Grecia, Alajuela, su despegue académico empezó en el Instituto Tecnológico de Costa Rica (TEC), de donde es graduado de la carrera de Ingeniería en Biotecnología (IBio). Más tarde, cursó su maestría en Ciencias Hortícolas en el marco de un programa internacional que lo llevó a tres universidades, en Múnich, Alemania; Bolonia, Italia, y Viena, Austria. Luego, comenzó a buscar empleo y aplicó en varias empresas y países.

Lo curioso es que habían pasado dos años y estaba trabajando en Suiza y en Costa Rica cuando le llegó un correo electrónico de Gardens by the Bay. La vacante para la que él se postuló ya estaba ocupada, pero había un puesto para el que necesitaban un perfil muy similar al suyo.

“Programamos una entrevista por Skype y fue la peor entrevista de mi vida. En Costa Rica había tormenta eléctrica y la comunicación se cortaba a cada rato. Al día siguiente, para mi sorpresa, me escribieron de la oficina de Recursos Humanos. Viajé para entrevistarme con varias personas y estuve en Singapur una semana. Querían a alguien con experiencia en bromelias y yo había trabajado bastante con mejoramiento genético de piña; entonces tenía el conocimiento que ellos buscaban. Cuando me integré al Departamento de Investigación, llevaba nueve meses de creado. Hoy trabajamos allí tres extranjeros y tres locales”, contó desde Singapur.

El reto de aclimatarse

Habituarse a su nuevo hogar no estuvo exento de dificultades. “El primer año fue complicado por el shock cultural. La comida es muy distinta, muy picante, y también es muy diferente la forma de pensar y actuar de la gente".

"Me chocaba mucho ir a un local donde la dueña tenía a la vista una jaula con ranas y sapos vivos para que los clientes escogieran cuál querían comerse. También me molestaba mucho el olor del durian, la fruta más pestilente del mundo, cuando, en los meses de temporada (julio, agosto y setiembre), los compañeros llevaban al trabajo y, a cierta hora, suspendían labores para sentarse a comerlo y compartirlo”.

Llevar esta fruta en el metro o entrar con ella en hoteles o ciertos restaurantes se suma al listado de las prácticas que están vetadas en este país y que, en caso de incumplimiento, se castigan con multa, una de al menos 500 dólares singapurenses (unos $375 estadounidenses).

El otro reto fue aprender a relacionarse con los singapurenses, mucho más reservados que los ticos. “No son una cultura que critica, sino una que actúa. Si ven algo que está mal, no lo dicen, lo corrigen y ya. En las reuniones, habla el jefe y los demás escuchan, asimilan y salen a ejecutar. A uno le cuesta entenderlo, pero lo cierto es que el sistema funciona”, dice Peralta, uno de los cerca de 45 costarricenses que viven en Singapur.

Aunque por un tiempo también trabajó en desarrollar la técnica de cultivo in vitro para orquídeas, hoy se dedica casi de lleno al laboratorio donde se hacen flower trials (ensayos de flores). En uno de los más recientes, probó más de 60 variedades de girasoles y los puso a germinar en dos ambientes: un invernadero y un vivero. Cuenta que eligieron las mejores 11 variedades y debieron esperar de 90 a 120 días para que crecieran.

“Costa Rica cuenta con muchos pocos jardines botánicos, y no hay uno orientado a mostrar al visitante toda la biodiversidad del país reunida en un mismo lugar”, reflexiona antes de despedirse para volver a su jardín, donde hay flores de todos los continentes excepto de la Antártida.