Muertes relacionadas con alzhéimer y demencia en Costa Rica van en aumento desde 2000

En los últimos cinco años, decesos producto de complicaciones por demencias crecieron 71%; mujeres y personas de entre 80 y 89 años son los mayores afectados

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Las muertes relacionadas con complicaciones de alzhéimer y otras demencias en Costa Rica llevan más de dos décadas de aumento. Sin embargo, la principal aceleración se ha dado en los últimos cinco años.

“Entre 2000 y 2022 han fallecido 9.203 personas por estas complicaciones. Solo en el quinquenio entre 2018 y 2022 el número de decesos se ha elevado en un 71%”, advierte el informe Salud en Perspectiva, de la Universidad Hispanoamericana, dado a conocer este viernes.

Según la Organización Mundial de la Salud (OMS), la demencia es una “sombrilla” de enfermedades progresivas. Se trata de un síndrome, usualmente crónico, causado por una variedad de males en el cerebro que afectan la memoria, la comprensión, el pensamiento y la habilidad para realizar actividades cotidianas.

La forma más común de demencia es el alzhéimer, que está relacionado con acumulaciones de placas de proteínas en el cerebro; pero existen otros tipos, como la demencia vascular, que se da por la llegada de poco flujo sanguíneo al cerebro y va “apagando” las funciones cerebrales.

Los accidentes cardiovasculares (popularmente llamados derrames cerebrales) pueden ser otra causa de demencia. El alzhéimer es un mal neurodegenerativo crónico caracterizado por la pérdida progresiva de la memoria y de la capacidad para realizar actividades básicas.

En ascenso

El primer año analizado, el 2000, tuvo una tasa de mortalidad por demencias de 1,8 decesos por cada 100.000 habitantes. Mientras tanto, para el 2022 dicho indicador llegó a 19,3 por 100.000 habitantes, diez veces más.

Los mayores aumentos se vieron a partir de 2017, cuando la cifra pasó a dos dígitos: para 2016 la mortalidad era de 9,1 y en 2017 ya pasó a 12.

En dicho incremento pueden estar incidiendo varios factores, como mejores diagnósticos permitan ahora registrar fallecimientos que antes se dejaban pasar por alto y una mayor información sobre estas demencias.

Para el coordinador del informe, el médico y epidemiólogo Ronald Evans Meza, aunque el principal factor para la demencia no lo podemos modificar (la edad) y también hay componentes genéticos que afectan y estos tampoco pueden modificarse, aunque hay algunos que sí pueden bajar el riesgo, especialmente de demencia vascular.

Según Evans, el riesgo de la demencia vascular puede bajarse con una alimentación saludable, con niveles de actividad física frecuentes, no fumar y dormir bien. Sin embargo, estos hábitos no son comunes en gran parte de la población.

¿Cómo llegaron a esas conclusiones?

El informe tomó en cuenta desde el año 2000 para ver la progresión de las enfermedades y del impacto en la calidad de vida y en la mortalidad, para ello utilizaron los registros de defunciones del Instituto Nacional de Estadística y Censos (INEC).

Para analizar la mortalidad, revisaron 21 códigos de la Clasificación Internacional de Enfermedades y Causas de Muerte (CIE) que están directamente relacionadas con la demencia. De estas, 12 provocaron el fallecimiento acumulado de 9.203 pacientes en dicho periodo y solo tres agruparon el 93,1% de los decesos.

Las enfermedades con mayor cantidad de fallecimientos fueron:

  • Alzhéimer con 3.590 muertes (39%)
  • Demencia no específica con 3.157 decesos (34,3%)
  • Demencia vascular no específica con 1.822 fallecimientos (19,8%)
  • El resto de demencias no acumulan más allá de 43 casos cada una, con lo que no constituyen ni el 1% por tipo de demencia.

Cuando se ven los datos por sexo, las mujeres registran mayor mortalidad que los hombres, pero resulta que estos padecimientos también son más comunes que en ellos. Tres de cada cinco personas que fallecieron entre 2000 y 2022 (60,85%) eran mujeres.

Por edad, el análisis arroja que el 96% de los muertos eran mayores de 70 años. El subgrupo con mayor impacto estaba entre los 80 y 89 años; ellos representaron el 46% de los fallecimientos.

Sin embargo, esto no quiere decir que las personas jóvenes estén exentas del todo. Las estadísticas mostraron que durante el periodo estudiado hubo 15 decesos de individuos de entre 20 y 39 años.

Si se ve por zona geográfica, las provincias de Cartago y San José tienen una mayor mortalidad, con 10,9 decesos por 100.000 habitantes y 10,8, respectivamente.

Las tasas más bajas están en Limón, con 5,9; y Guanacaste, con 5,7. En esta última provincia se encuentra el cantón con la mortalidad más baja de todo el país: Carrillo, con 2,8, el cual es uno de los cinco cantones que conforman la zona azul de longevidad.

Pérdida de calidad de vida

Las demencias no solo provocan la muerte. En muchos casos, son sinónimo de muchos años con discapacidad intelectual y para realizar funciones básicas, por lo que los pacientes requieren del auxilio de otras personas.

“Estos padecimientos, aparte de la gran mortalidad que ocasionan, se caracterizan esencialmente por la gran discapacidad que causan, la extensa duración de la demencia, y por el enorme gasto económico que exigen su atención, tanto por el Estado como para las familias afectadas”, señaló Evans.

El informe midió algunas variables en este sentido. La primera se llama Años de Vida Ajustados por Discapacidad (AVAD). Esta es una medida que establece el valor actual de los futuros años de vida libres de incapacidad, que se pierden o se ganan a causa de muerte prematura o de incapacidad en un año determinado.

Para el 2019, año más reciente para el cual se tiene el cálculo, la población costarricense perdió 17.196 años de vida al tener una discapacidad.

También se analizaron los Años de Vida Potencialmente Perdidos (AVPP), un indicador de cuántos años potencialmente no vivió un individuo por su discapacidad y cómo esta lo llevó a la muerte.

Esta suma, en 2019, fue de 4.275 años para ambos sexos: 2.548 para las mujeres y 1.726 para los hombres.