El mundo ya tiene las armas para acabar con el VIH, pero falta acción y voluntad política

Análisis presentado en Conferencia Mundial de Ciencia del VIH resaltó cuatro medidas que pueden terminar con este mal y urge ponerlas en práctica

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Ciudad de México. “En este momento tenemos todas las herramientas necesarias para acabar con el VIH. Es completamente posible librar al mundo de la enfermedad, tenemos el cómo, solo debemos poner en práctica todo eso, y sin voluntad política no es posible. La ciencia ya hizo lo suyo, y seguirá trabajando para mejorar, ahora falta que las autoridades de todo el mundo actúen”.

Estas palabras no fueron dichas por cualquier persona, si no por uno de los principales investigadores y conocedores del funcionamiento del Virus de Imunodeficiencia Humana (VIH, causante del sida), el médico inmunólogo Anthony Fauci, quien es el director del Instituto Nacional de Alergias y Enfermedades Infecciosas de los Institutos Nacionales de Salud de Estados Unidos.

Fauci, además es reconocido por ser el científico que descifró el mecanismo por el cual el VIH causa el sida.

¿Cuáles son esas armas? Un estudio presentado la tarde de este lunes en la Conferencia Mundial de Ciencia en VIH, a la cual asiste La Nación, hizo hincapié en cuatro medidas tomadas luego de estudiar los casos exitosos de cómo seis lugares del planeta lograron reducir al máximo sus infecciones. Estos sitios son Tailandia, Malawi, Rakai (Uganda), New South Wales (Australia), Londres y San Francisco (California).

Las medidas efectivas se resumen en campañas de detección tempranas, acceso a tratamiento gratuito, disponibilidad de formas de prevención y el contar con servicios de atención en salud gratuitos para las personas con el virus.

Los investigadores reunidos en esta conferencia concordaron en que seguir esta ruta es la forma efectiva de acabar con una epidemia de transmisión sexual que ha afectado a 78 millones de personas en los últimos 35 años y las muertes por sus secuelas suman más de 35 millones.

“Esto no será fácil de lograr en ningún lugar, pero con trabajo (articulado) sí será posible en todos los lugares”, destacó Greg Millet, investigador de la Fundación Estadounidense para la Investigación sobre el Sida (AmFar).

En Costa Rica, datos de ONUSida difundidos este mes señalaron que hay unas 15.000 personas con este virus y por año se dan unas mil infecciones nuevas.

La situación es preocupante porque entre 1990 y el 2018 los casos nuevos por año han aumentado el doble. Esto no es del todo malo, pues indica que hay mejores métodos de detección. No obstante, también es señal de que las prácticas sexuales de riesgo continúan en nuestro país.

FUENTE: IAS. DISEÑO/LA NACIÓN.

En acción

¿Cómo poner manos a la obra en Costa Rica y otras latitudes? Fauci fue enfático en aclarar que todo dependerá de cada país, y en el caso de países muy grandes, muy poblados o muy diversos, es posible que se requiera más de una estrategia.

“Ya tenemos las herramientas, el asunto ahora es el cómo llevar lo que fue exitoso en San Francisco, California, a zonas rurales de Texas, por ejemplo. Las medidas son las mismas, pero la forma de implementarla es lo que cada lugar debe considerarse. Aquí no es solo se trata de ciencia, es de tomar en cuenta la cultura y las formas de vida de cada lugar, involucrar a las comunidades para que tengan un rol activo”, resaltó el científico.

El tener disponibilidad de un examen de detección es algo en lo que Costa Rica ya tiene experiencia. A nivel nacional, la Caja Costarricense de Seguro Social (CCSS) ofrece esta prueba a todo asegurado que lo necesite sin preguntar razones, y diferentes ONG especializadas en salud o en derechos sexuales y reproductivos también la hacen de forma gratuita. En cualquiera de estas opciones, los resultados son confidenciales y se entregan en menos de una semana.

En cuanto al segundo punto: tener disponible terapia desde el diagnóstico inicial, la CCSS anunció desde diciembre del 2015 que eso sería una realidad a partir del 2016 para todos los diagnosticados, independientemente de sus niveles de células inmunitarias o de carga viral (cantidad del virus detectable en sangre).

Según Fauci este paso es de vital importancia. Está científicamente comprobado que las personas que tienen el virus y están en tratamiento y mantienen su carga viral en indetectable (es decir, hay virus, pero en muy baja cantidad) no solo se mantienen en control si no que también son incapaces de transmitir el VIH a las personas con quienes tienen contacto sexual.

El reto

El tercer punto sí representa un reto para Costa Rica.

En nuestro país sí hay acceso libre a condones. No obstante, hay obstáculos para conseguir una totalidad de PrEP en las personas que realmente lo necesitan, aunque la CCSS ya tiene un plan para implementarlo.

PreP es una estrategia para que personas que están en alto riesgo de infectarse con VIH tomen pastillas antirretrovirales en menor dosis y se protejan de una infección.

“Esto aún no está normado, pero saldrá en la próxima norma (se espera para antes de que acabe el año). Esto para el sector público. En cuanto al sector privado, está pendiente una directriz de Casa Presidencial para hacer un protocolo nacional con la medicina privada. La idea es que las personas puedan acceder en las farmacias al tratamiento pre, pero con el protocolo en marcha”, destacó en una entrevista anterior Gloria Elena Terwes, coordinadora de Prevención y Control de VIH/Sida y Enfermedades de Transmisión Sexual de la Caja Costarricense de Seguro Social (CCSS).

La forma más común de PreP es la pastilla Truvada, del laboratorio Gilead Sciences Inc. Este fármaco combina dos antirretrovirales utilizados en pacientes con VIH: Emtriva (cuyo componente activo es la emtricitabina) y Viread (cuyo nombre genérico es tenofovir disoproxil fumarato).

La evidencia científica confirma que este medicamento, tomado a diario, previene contagios en gente que está en alto riesgo de infección.

Servicios libres de estigma

Más allá de diagnóstico y tratamiento, las personas deben ser tomadas en cuenta para que tengan un buen ambiente y puedan pedir consejo. Para esto se requiere que los sistemas de salud no solo brinden los servicios de manera amigable, sin juzgar ni estigmatizar, también se requiere de campañas de información constante y de buena educación sexual.

“El tener acceso universal a la salud por sí solo no va a bajar los casos de VIH. Se necesita que las personas tengan esa comodidad de saber a que tienen derechos y exigirlos, que estén bien informados. Las comunidades deben generar acciones”, puntualizó Jennifer Kates, investigadora de la Fundación Familia Henry J. Kaiser.