Aumentan infartos y derrames cerebrales en ticos menores de 65 años

En el 2011 hubo 348 accidentes cerebrovasculares y 945 ataques al corazón en estas edades, pero en el 2016 estos números subieron a 443 y 1.080, respectivamente

Este artículo es exclusivo para suscriptores (3)

Suscríbase para disfrutar de forma ilimitada de contenido exclusivo y confiable.

Subscribe

Ingrese a su cuenta para continuar disfrutando de nuestro contenido


Este artículo es exclusivo para suscriptores (2)

Suscríbase para disfrutar de forma ilimitada de contenido exclusivo y confiable.

Subscribe

Este artículo es exclusivo para suscriptores (1)

Suscríbase para disfrutar de forma ilimitada de contenido exclusivo y confiable.

Subscribe

Los servicios de la Caja Costarricense de Seguro Social (CCSS) reciben cada vez más personas menores de 65 años con infartos al miocardio o accidentes cerebrovasculares (ACV, popularmente conocidos como derrames cerebrales).

Información difundida esta semana por la institución señaló que, mientras que en el 2011 atendieron 348 ACV y 945 ataques al corazón en personas entre los 20 y los 64 años, las cifras subieron en el 2016 (año más reciente para el cual hay datos) y sumaron 443 ACV y 1080 infartos.

A esto se le debe añadir los días de hospitalización. Las personas con un accidente cerebrovascular pasaron, en promedio, 12 días en el hospital, lo que implicó un total de 5.316 días solo en el 2016.

En el caso de los infartos, el promedio de hospitalización es de nueve días, que se traducen en 9.720 días de internamiento en ese mismo año.

Para Roy Wong, epidemiólogo y coordinador del sistema de Vigilancia de Enfermedades Crónicas No Transmisibles en la CCSS, hace unos años estos males se concentraban en los adultos mayores, pero esta tendencia al alza en personas más jóvenes las vuelve poco a poco protagonistas del problema.

Según el especialista, esta situación también representa un mal mayor para quienes la sufren y sus familiares, ya que tanto los ACV como los ataques al corazón son causa de muerte y de discapacidad.

Los fallecimientos han disminuido gracias a los programas de atención y nuevos medicamentos y tecnologías para tratar estos males crónicos, pero la calidad de vida de los pacientes podría resultar muy golpeada.

"Estamos viendo estos eventos en personas jóvenes, en edades productivas. Una enfermedad de este tipo podría generarles problemas aún mayores en su salud y disminución en su calidad de vida", puntualizó Wong.

Estilo de vida es uno de los grandes culpables

¿A qué se debe este aumento tan marcado de este tipo de enfermedades cardiovasculares en poblaciones jóvenes? Según Wong, el estilo de vida de los costarricenses sería una de las principales respuestas.

"Estos incrementos se deben fundamentalmente a un aumento en los factores de riesgo como hipertensión arterial, diabetes y personas que tienen mayor nivel de sobrepeso y obesidad y con bajos niveles de actividad física. El fumado también aumenta el riesgo de estas enfermedades", destacó el epidemiólogo.

En las manos de las personas está el prevenir estas enfermedades o el evitar que estos eventos vuelvan a presentarse. No fumar, realizar 30 minutos de actividad física al día cinco veces por semana (o sumar 150 minutos semanales), evitar comer en exceso, aumentar el consumo de frutas y verduras y disminuir las "frituras", son parte de los consejos preventivos.

Las emociones también son clave para lograr una buena salud cardiovascular. Niveles muy altos de tensión, depresión o ansiedad hacen que el corazón y los vasos sanguíneos alrededor del cuerpo sufran.

Si usted ya tiene sobrepeso u obesidad, la recomendación es buscar la forma de llegar a un peso saludable. Para ello, la CCSS recomienda asistir a citas de control en el Ebáis donde le puedan guiar con consejos de cómo llegar a un mejor peso.

Además, en las personas que ya tienen como diagnóstico la diabetes o la hipertensión, es importante seguir al pie de la letra las indicaciones médicas y no abandonar el tratamiento.

"Hacer esto puede mejorar ampliamente la salud de las personas y evitar una muerte prematura", concluyó Wong.

¿En qué consisten estos males?

Lo primero que debe dejarse claro es que, a no ser que la persona tenga problemas de carácter congénito en su corazón o en su sistema circulatorio, ni un infarto ni un ACV aparecerán de un pronto a otro. Ambos padecimientos demoran varios años en desarrollarse.

Hay dos tipos de infartos cerebrales o ACV: los isquémicos y los hemorrágicos.

En el infarto isquémico, se tapa una arteria y se impide el paso normal de la sangre hacia las neuronas. Esto puede deberse a la formación de un coágulo de sangre, o a que se “arrastra” un coágulo de sangre desde el corazón u otra parte del cuerpo, pero, al llegar a las arterias cerebrales, al ser más pequeñas, el paso de sangre se dificulta o se corta.

Por su parte, en el ACV hemorrágico, lo que sucede es que una de las arterias del cerebro se estalla y esto provoca una hemorragia a lo interno de este órgano.

En el caso del infarto al miocardio o ataque al corazón, este comienza usualmente con la acumulación de una placa de calcio u grasa en las arterias, la cual, poco a poco, dificulta el paso normal de la sangre.

Las arterias coronarias son particularmente importantes porque son las encargadas de llevar sangre y oxígeno al corazón. Si el flujo sanguíneo se bloquea, el corazón sufre por la falta de oxígeno y las células cardíacas mueren. Allí se produce un infarto.

Desde 1970 las enfermedades cardiovasculares son la principal causa de muerte entre los costarricenses. El cáncer es la segunda causa.