Zapping: Querida Melissa Mora

Está bien opinar, pero eso dista mucho de apalear, algo que nos permitimos hacer irracionalmente contra cierto tipo de personas.

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Lo siento por las miles de personas que durante las últimas semanas se aprovecharon de su nombre y todo lo que representa para ventear su desprecio por un mundo que no pueden cambiar. Dicen que tienen un problema con usted, pero no les crea: es con ellos mismos.

Recuerdo la primera vez que la vi y escuché su nombre, en 2007, cuando yo trabajaba en el call center de su exnovio. No nos conocemos, pero desde entonces supe que usted tenía la papa en la mano, pues no había persona en ese infierno que no tuviera un adjetivo despectivo para describirla, como si conocieran todos sus motivos y defectos.

Creo que atinan muchas personas cuando hablan de su talento como cantante; no es el mejor en el mercado. Pero eso no es malo; muchos de mis artistas favoritos no tienen talento a los ojos de los eruditos que nos rodean, y es tan intangible nuestra forma de apreciar el mundo que aún sin la mínima destreza han logrado moverme con sus obras.

Verá, está bien opinar y lanzar nuestra voz en el mar infinito de la discusión, para que se pierda o para que halle detractores o partidarios. Pero como nunca había sido tan fácil tener un megáfono, la especie humana está vulnerable. Incurrimos en degeneraciones cíclicas, como confundir discutir con pelear, insultar en vez de opinar con fundamentos (adjetivar es muy fácil), o irnos entre las patas de la prensa.

Anhelar desaparecer lo que no nos agrada es un esfuerzo inútil y petulante. No lo es así el comentar sobre lo que no nos agrada y lo que sí, en el marco del respeto y con argumentos. Pero usualmente esa no es la ecuación: la pérdida de identidad y el magnetismo del colectivo enardecido conduce a vicios sociales; como en su caso, en el que una efusiva masa se dio la licencia de machetear a una persona que, en esencia, no ha hecho nada que merezca tal desplante.

Ignoro si fue a partir de un comunicado de prensa o si fue idea de los medios el acentuar ‘representar’, como en: “Banton y Melissa Mora representarán a Costa Rica en los Premios Billboard Latinos”. Como usted sabe, no era una gala, sino un show corto en la conferencia de la revista. Pero vaya que funcionó ignorar que este dato estaba en la página de Billboard. Clic, clic, clic. ¡Clic!

Usted y Banton probaron suerte frente a ejecutivos de la industria, junto a artistas desconocidos, como lo hacen miles. No hay nada malo en eso. Lo lamentable es que ese “representará a Costa Rica” fue la carnada perfecta para esa masa etérea, que enfurecida gritó: “¡¿Cómo que ella representa a mi país?!” (así es: no hemos evolucionado lo suficiente como para sepultar patriotismos).

Impulsado por la prensa o por un comunicado, el uso de la palabra resultó magnífico: al parecer muchos dedujeron que el Estado aprobó que ustedes representaran oficialmente al país en dicha actividad, pero lo cierto del caso es que existe una larga lista de artistas y grupos costarricenses que salen al extranjero a actividades similares y el Estado ni suerte les desea.

Ya quisiéramos que los logros e intentos de esos artistas tuvieran el impacto que su presentación en Estados Unidos tuvo, pero las cosas no son así.

Los medios debemos seguir poniendo el foco en circunstancias como estas, no por un asunto de fervor patrio, sino porque se trata de los creadores que tenemos a la cercanía, lo cual nos permite narrar mejor los hechos... y, bueno, porque la prensa se debe en parte a la cobertura de lo que sucede en determinado lugar.

Melissa, cuando usted lanzó su sencillo A mover el bam bam, yo escribí una nota al respecto y parecía como que el planeta estaba desbordándose en asco. Admito que no quise que esa circunstancia influyera en mi percepción del video, así que lo vi hasta luego, y a pesar de que no es un producto para mí, nunca entendí la repugnancia que generó.

Según sus declaraciones, su presentación en EE.UU. era importante para su carrera, y me alegro por eso. No sé si esta avalancha de odio la afecta de alguna manera, pero sé que ha sobrevivido otras en el pasado, y eso es de admirar.

Saludos a usted y al maestro Banton. Mi respeto eterno y sincero.