Zapping: España, la nueva conquista

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Los teleadictos estamos disfrutando un trozo de paraíso terrenal desde que la televisión en línea cambió sensiblemente la forma de consumir series y películas que, apenas hasta hace un par de años, ponían a prueba nuestra paciencia y la capacidad para lidiar con la frustración de quedarse “colgando” una semana o varios meses a la espera de la continuación de un nuevo episodio o temporada.

Pero no hay dicha sin lunar. La ilusión con la que ahora muchos destinamos días o noches completas embelesados con lo que ya es todo un estilo de vida, el llamado binge watching (atracón de series), empieza a tornarse en vértigo conforme se acerca el final y sí, básicamente nos convertimos en “huérfanos” de la serie que nos tenía enganchados. Es parecido a lo que ocurre con el amor y el desamor de turno: tras la caída del telón, se vive un proceso de duelo y cualquier prospecto de serie (o de pareja) siempre parece indigna de compararse con lo que acabamos de dejar.

Me inicié en el tema de los atracones bastante antes de Netflix: un amigo tuvo el detallazo de enviarme desde Colombia la serie original El patrón del mal en DVD cuando en el país apenas se estaba transmitiendo por capítulos y huelga decir que durante semanas mi tiempo libre (incluidas muchas horas de sueño) fue colapsado por la espectacular docuserie colombiana... hasta que terminó, y llegó la orfandad.

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Las otras recomendaciones de mis cómplices en esta adicción caían en saco roto porque abortaba la mayoría en el primer capítulo. Hasta que por fin me dispuse a despojarme del duelo por Escobar y empecé de cero con B reaking Bad , justo tras suscribirme a Netflix. Ya medio planeta sabe lo que ocurrió; lo que nos ha ocurrido a casi todos los “enfermazos” que terminamos enajenados con Walter White y Jesse Pinkman. “No va a haber nada como esto, otra vez lo mismo, blablabla ”. Y entonces llegó House of Cards . Igual que las demás, durante sus trepidantes tres temporadas me hizo delirar y repensar si esta no sería mejor que aquellas. Luego sucumbí ante The Killing. .. y así. Entonces descubrí que todo se trata de un maravilloso ciclo capaz de resetear la mente y empezar de cero... hasta con lo impensable.

Y sí, el viraje últimamente ha sido absoluto, nunca mejor dicha la trillada frase “de 180 grados”. Crucé el Atlántico para sumergirme en la espectacular El tiempo entre costuras , producción de la cadena española Antena 3 basada en novela homónima de María Cuevas.

Su final me desangró. Nadie podría superar a Sira Quiroga. Nada. Ya no solo en el eje argumental, si no en la ambientación, el vestuario, el sabor a época... Me devolví a Hollywood y me casé con varias pelis de esas que uno nunca vio por alguna razón. Y ahí estuvo siempre, haciéndome un guiño cada vez que buceaba en busca de nuevos títulos, una imagen también de época con la flamante leyenda “Gran Hotel”.

Hasta que sucumbí. Traicioné a Sira y a estas alturas, a la mitad de la segunda temporada, la maravillosa serie, también de Antena 3, me tiene sumergida en un entresijo de amores, traiciones, egos, poder, drama, muerte y hasta humor en varios tonos, todo ambientado en la España de principios del siglo XX y rodada en diferentes puntos de Cantabria, con el Palacio de la Magdalena de Santander como el escenario principal. Tanto sus protagonistas como sus antagonistas son absolutamente adictivos. Apenas por la mitad, estaba a punto de empezar a penar porque todo lo bueno acaba, y Gran Hotel no será la excepción. Pero resulta que no, esta vez no estaré huérfana. Ahora saltaré directo a Velvet , también de factura española, ambientada en los años 60 y que gira alrededor de los amores y desamores que se suceden en torno a Galerías Velvet, el atelier de alta costura más prestigioso en la Madrid de entonces. Odio los spoilers . Pero con solo los primeros dos minutos del tráiler, me enamoré perdidamente.

España nos conquista nuevamente, solo que ahora por medio de sus magnánimas producciones televisivas. No las dejen pasar. Como diría el finado Pablo Escobar, “yo sé por qué se los digo”.