Peggy Bundy: Una figura maternal repleta de pereza

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Dentro de la familia Bundy no hay santo al cual encomendarse.

Al es el papá más infeliz y desdichado; Bud es inteligente, pero más depravado que otra cosa; Kelly es babosa y se avergüenza de su linaje familiar, mientras que Peggy es una de las mamás más particulares que han salido de la clase media-baja estadounidense.

¿Cómo no dirigir la mirada hacia su peinado rojizo y frondoso? Lo único capaz de distraer los ojos de aquella melena es el contoneo torpe de su cadera, en un intento insistente e infructuoso por tener un caminado sensual.

Peggy no despega su quijada del chicle, siempre está antojada de bombones y, normalmente, deja caer las cenizas del cigarro sobre su comida y por nada del mundo se decide a cocinar, aunque tal vez es mejor que no lo haga...

En su familia prefieren que ella no se acerque a la cocina. Solo una vez hubo alguien que se atrevió a probar una de sus creaciones culinarias; la receta se conoció como “el paquete misterioso de mamá”, y quienes lo comieron (los miembros de la banda estadounidense de metal Anthrax) enfermaron, al punto en que tuvieron que hacer cuarentena.

Peg, cuyo nombre real es Margaret, también le rehúye al resto de labores del hogar (en realidad nadie sabe quién hace eso en la casa de los Bundy). Antes de lavar ropa prefiere comprar prendas nuevas; también le gusta despilfarrar dinero en cuanta cosa costosa se encuentre, sin importarle que el salario de su esposo, vendedor de zapatos, no daría para cubrir sus desmedidos antojos.

Su personalidad quedaría incompleta si no nos referimos a su incesante sarcasmo con Al. Dardo tras dardo, se mofa de su pobre desempeño sexual; no obstante, le pide muestras de cariño insistentemente, a lo que Al, generalmente, responde con una mueca de desagrado.

Como madre, Peg es descuidada pero en el fondo es cariñosa, sino que lo diga Bud, a quien no deja de tratar como si fuera un pequeño bebé. O que lo diga Kelly, quien en recurrentes situaciones tuvo que seguir al pie de la letra las lecciones de vida que su madre le dio... aunque estas fueran específicamente sobre cómo llamar la atención de un hombre.

Peg podría ser descuidada y a veces parece que está desinteresada en la maternidad, pero a nadie le niega una sonrisa y cuando sus hijos o su marido la necesitan, ella está ahí para ellos... aunque no necesariamente eso les ayude de algo.