¡Los cuervos se respetan, chingones!

Club de cuervos (Netflix, México) no es una serie. Club de Cuervos es un mundo paralelo. Este sufrido, divertido y glorioso club de fútbol de Nuevo Toledo tiene cientos de miles de fans no solo en el continente, sino en el orbe, los que contenemos el aliento ante inminente arranque de la tercera temporada.

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La imagen de los hermanos Iglesias, Isabel y Chava (Salvador, para los mortales), acompañados de la frase “Unidos como nunca, jodidos como siempre” nos lanza un potente dardo neuronal y nos pone en alerta con lo que se viene en esta tercera temporada de la primer serie en español de Netflix, Club de Cuervos , facturada en México y estrenada en el 2015.

Tanto el equipo como su ciudad sede, Nuevo Toledo, son obra de la ficción; sin embargo, en el fondo se trata de un compilado de situaciones que se viven a diario en cientos de equipos de fútbol en todo el mundo.

Y es que Club de Cuervos es una serie sobre fútbol que en realidad extrapola todas las vivencias cotidianas y colaterales de lo que implica vivir del balompié en cualquier parte del planeta.

Eso sí, está provista de drama, comedia negra, personajes adorables, polémicos, odiosos, repulsivos, deseables, heroicos y, por supuesto, del eje de la serie, un tipo sencillamente imposible de describir llamado Salvador Iglesias Jr., Chava para sus amigotes o bien, para los ricachones potenciales inversionistas en el Club.

Interpretado de una manera fenomenal por el actor mexicano Luis Gerardo Méndez, Chava se pinta de cuerpo entero desde el principio como un antihéroe, un hijo de papi manipulador, holgazán, mujeriego, bebedor, fiestero hasta la médula, la oveja negra de cualquier familia o la fruta podrida en cualquier grupo de amigos.

De hecho, su padre, don Salvador Iglesias, uno de los hombres más adinerados, respetados y queridos de Nuevo Toledo, vive un verdadero quebradero de cabeza al ver que su único hijo varón es todo lo contrario a lo que cualquier padre quisiera.

El Clan Iglesias lo completa Isabel (Mariana Treviño), hija mayor de don Salvador y concebida en el primer matrimonio de este.

Aunque este artículo va con motivo del estreno de la tercera temporada, el viernes 29 de setiembre, es imperativo remontarse al tiempo en que todo comenzó, pues si hay algo mejor que esperar el inminente arranque de la tercera parte, sería (para los no iniciados), colgarse de la legión de nuevotoledanos y lanzarse de un tirón (no hay otra forma de consumirlas) las dos temporadas anteriores.

La historia arranca justo con la repentina muerte del patriarca, quien hereda sus bienes y empresas –entre ellas, el Club de Cuervos– a sus dos hijos por igual.

Sin embargo, en lo que muchos consideran una crítica abierta al sistema de patriarcado, Chava es designado nuevo presidente del equipo “solo porque Isabel es vieja (mujer)”.

Entonces, se decanta una rivalidad a muerte entre ambos, a partir de la cual se generan toda clase de conflictos y trances hilarantes, con el agravante de que sus problemas pronto empezarán a incidir en el ya de por sí errático desempeño del Club de Cuervos.

Aclamada por unanimidad

No bien se dio el lanzamiento de la primera temporada, hasta la crítica más exigente (y antifutbolera), le confirió tremendos atributos por la brillantez del guion, la capacidad de hacer reír a punta de ingenio e ironía y la forma de abordar temáticas complicadas con un tino de rayo láser.

Un muy buen análisis es, por ejemplo, el que realizó el sitio Hipertextual: “Hay que decir que Club de Cuervos no es una serie de fútbol, y si bien usa este tema como telón de fondo, las problemáticas son mucho más profundas que el desarrollo de los personajes en la cancha o en los vestidores.

“También es justo mencionar que para aquellas personas que no gustan del fútbol, o más allá, (como yo) lo detestan, Club de Cuervos sigue siendo una opción, y una grata sorpresa (..:) Si algo es constante, en el transcurso de sus 13 capítulos que conforman la primera temporada, es la calidad en la representación de las pasiones humanas, las que enorgullecen, las que dan vergüenza; esas que son cercanas de cualquier persona: el orgullo, la avaricia, el poder, las reacciones a las expectativas familiares.”

A lo largo de la segunda temporada, los guionistas se las arreglaron para sostener las tramas humanas, siempre muy ligadas a los intrigantes entretelones dentro del camerino y la cancha, ese rectángulo mágico al que solo tienen acceso los protagonistas futbolísticos de la vida real y, ahora, los miles de fans que siguen con tremendo furor al equipo emblema de Nuevo Toledo.

Todo suena absurdamente realista en esta serie, para empezar, porque se sabe que Nuevo Toledo está ubicado en el norte de México y la arquitectura, geografía, paisajes, modismos y acentos corresponden, solo que no deja de ser una extraña fantasía saber que aquello tan tangible, simplemente no existe.

Si se percatan, ya casi llegamos a las postrimerías de esta nota sin siquiera haber tocado la supuesta esencia de la serie: el fútbol.

Justamente porque el fútbol es la maravillosa excusa, no la esencia de la trama. Aún así, es un enganche enorme asistir a las charlas técnicas, atestiguar las tretas amañadas de directivos, entrenadores y uno qué otro jugador y por supuesto, sufrir a mares cuando perdemos o delirar con el famoso grito “¡Cuervos, Cuervos, argh!”, cuando triunfamos.

Simple analogía: lo que pasa en todos los equipos de fútbol del planeta.

En el Club de Cuervos se le saca partido a todo, si no, que lo digan los miles de fans del famoso Potro, un hiperdotado jugador argentino (refuerzo extranjero del club), interpretado por Joaquín Ferreira, quien se ha vuelto un referente en el continente por su papel y, por supuesto, por sus atributos físicos.

Pero aún falta citar un enorme plus y es que la fantasía de esta serie creo un mundo paralelo en redes sociales, en el que decenas de miles de fans opinamos diariamente, nos quejamos, exigimos respuestas y resultados, comentamos, bromeamos y nos relacionamos entre todos, contertulios de las más distintas latitudes. El comandante el jefe de esta tropa virtual es, a no dudarlo, uno de los mejores ‘community manager’ del mundo mundial, pues está atento 24/7 y sus respuestas son un dechado de ingenio que nos provoca atracones de risa a todos los acólitos del sufrido y glorioso Club de Cuervos.

Los avances de la tercera temporada muestran las andanzas de Chava nada menos que en Rusia. La forma en que los genios detrás de la serie entremezclan la realidad con la ficción, es asombrosa, al punto que, con los previos casi nos convencieron de que Chava, en su infinita megalomanía, se robó la camiseta de Cristiano Ronaldo del camerino tras un juego entre España y Portugal, en Moscú, una genial versión de aquel incidente de la vida real que le dio la vuelta al mundo en marzo pasado, cuando un periodista mexicano se alzó con la camiseta que había usado Tom Brady en el Super Bowl.

Si queda alguna duda de que esta serie es un fenómeno nunca antes visto, tal vez este último dato la despeje: medios mexicanos serios a menudo ofrecen noticias que se generan en la serie o en las redes sociales, solo que en el pretítulo colocan, muy discretamente, la leyenda: “Serie de Netflix, Club de Cuervos ”.

Eso, chingones, solo es capaz de generarlo una tropa tan fiel como la de nosotros: seremos millones de “nuevotoledanos” los que estaremos esperando, con el corazón en la boca (tal como se vive el fútbol), la tercera emisión del equipo con las garras más poderosas de la televisión en línea.