Vamos a dar una vuelta al cielo: así acarició Caifanes a su público en Costa Rica

Los mexicanos se presentaron el domingo 23 de febrero en el Estadio Nacional, con furia y gratitud. La voz de su vocalista Saúl Hernández se sentía un tanto cansada, pero eso no lo detuvo nunca.

Este artículo es exclusivo para suscriptores (3)

Suscríbase para disfrutar de forma ilimitada de contenido exclusivo y confiable.

Subscribe

Ingrese a su cuenta para continuar disfrutando de nuestro contenido


Este artículo es exclusivo para suscriptores (2)

Suscríbase para disfrutar de forma ilimitada de contenido exclusivo y confiable.

Subscribe

Este artículo es exclusivo para suscriptores (1)

Suscríbase para disfrutar de forma ilimitada de contenido exclusivo y confiable.

Subscribe

El rock es emoción, euforia y un baile lleno de saltos, señales y energía. ¿Puede el rock acariciar? Sí.

Los mexicanos de Caifanes hicieron vibrar a los fans costarricenses con cercanía, palabras motivadoras, éxitos, poder instrumental y musical. Si todo lo que entregaron fuera tangible, entonces se sentiría como una caricia.

Luego de casi ocho años sin presentarse en el país, los mexicanos, quienes en el 2019 estrenaron el sencillo Heridos, se sintieron como propios en el Estadio Nacional. A las 8 p. m. arribaron al escenario tocando el tema Los dioses ocultos: la fuerza instrumental de esta pieza parecía que preparaba a la concurrencia para la calma, para la meditación. La atmósfera, además de helada, se sentía cargada de una buena vibra.

El vocalista y guitarrista Saúl Hernández con su armoniosa voz saludó al público. Amablemente pidió que los aplausos se los dieran a sí mismos. De inmediato elogió el verdor del país y la responsabilidad ambiental de la que Costa Rica tiene fama.

Siempre con una educación y cercanía con sus seguidores, el cantante explicó que el conocido bajista Sabo Romo no podía presentarse, como se veía venir, porque hace poco tuvieron que operarlo. Aprovechó el momento para presentar a Marco Rentería, quien les haría los honores con el bajo.

---

El inicio del concierto, que se da en el marco de la gira internacional Heridos, estuvo ferviente. Los más entusiastas saltaban cuando los sonidos eléctricos les impulsaban. Muchos habían entrado en calor desde antes. Cuando la banda costarricense Gandhi abrió el concierto muchos empezaron a roquear, al punto de que las sillas de las primeras filas fueron retiradas a petición de los más enérgicos.

La mitad del Estadio Nacional estaba acondicionada a estilo anfiteatro. Las localidades habilitadas estaban llenas. En las graderías había pocas personas sentadas. A Caifanes vale la pena verles de pie. Sus distintos sonidos hacen que el cuerpo reaccione solo y la pase bien.

Mientras los Caifanes interpretaban el tema Tortuga, en una enorme pantalla que estaba a sus espaldas pero ante los ojos del público se veía un pequeño reptil verde nadando tranquilo en el fondo del océano. Posteriormente, aparecían elefantes, gorilas y otros animales disfrutando de su hábitat. La pieza fue más interiorizada que bailada.

Saúl invitó a sus espectadores a agradecer por el hecho de estar vivos.

“Haz de esta vida algo grandioso, para que cuando pasemos la línea te reciban con amor, respeto y cariño”, dijo con tono motivacional.

Los clásicos Viento, Nubes y la novedad Heridos emocionaron al público en la primera parte de este recital que se realizó en el marco del Costa Rica Music Festival.

Rock en el aire

Saúl conversó bastante con el público y agradeció en sobremanera que las nuevas generaciones se interesen por su música. Pues si miramos atrás, su apogeo fue hace más de 30 años, pero cada vez que se reencuentran con el público resulta como una emocionante primera vez. Algunas caras juveniles menearon sus cabezas al son del rock en español y corearon las letras de los mexicanos.

El vocalista los llamó sus nuevos aliados y los calificó como “una generación de corazón fuerte”.

Manteniendo la educación del inicio, Saúl se disculpó con los fanáticos al reconocer que su voz estaba cansada. Aun con esa confesión que podía notarse en algunas oportunidades, si hay algo para destacar es el empeño que él tuvo cada minuto del concierto. Su voz podía estar cansada, pero su espíritu tenía todas las fuerzas.

“Es mejor estar herido que dormido”, dijo Saúl citando al poeta argentino Oliverio Girondo.

Luego, vino más música: Aviéntame, Afuera, Ojo de venado y Aquí no es así, anunciaban que todo lo bueno tiene que acabar. Tras terminar el último tema de esta lista, Saúl hizo una reverencia al hincarse y agradecer a su público. Diego Herrera, quien regaló talento al tocar los teclados y el saxofón, guiñó a la idiosincrasia costarricense portando una bandera del país. Incluso, apareció unos minutos con una gorra de esas que se han puesto de moda que tiene bordada la leyenda “Yo soy tico”.

Las luces se apagaron, pero los Caifanes decidieron regresar. Los momentos más emocionantes estaban por vivirse. Como homenaje al fallecido Juan Gabriel, la agrupación interpretó su propia versión del temazo Te lo pido por favor. La canción La célula que explota literal explotó el recinto: fue la más coreada de la noche. Ahora sí venía el verdadero y sabroso final.

Si dijéramos que el concierto de Caifanes fue una clase magistral de rock, impartida por profes con tres décadas de experiencia, el momento en el que tocaron La negra Tomasa fue la fiesta de la alegría.

Y como las fiestas siempre generan curiosidad, esta no fue la excepción. Casi que empotrados a las rejas del Estadio Nacional, había unos 60 muchachos tirándose el chivo gratis. Los más animados hacían pasos de cumbia a ritmo de La negra Tomasa. Caifanes los acarició a todos.